No siempre es posible divertirse cuando uno acude a la ópera. Entendiendo esta diversión como saludable esparcimiento lúdico, con el que se pretende hacer pasar al respetable un rato más que agradable. Solemos asistir a los teatros para contemplar historias tremebundas, unas más que otras, sobre el soporte de unos argumentos muchas veces inverosímiles, donde unos atormentados personajes se enfrentan al destino en lo que son, en muchos casos y salvando las distancias, versiones desnaturalizadas de la herencia de las grandes tragedias griegas.La ópera es algo serio, así lo entienden muchos, quienes añaden: el humor y la burla es cosa menor y de segundo orden. En un curioso juego de referencias estas personas asocian la jovialidad con vulgaridad, y seriedad con calidad, cuando lo uno no implica necesariamente lo otro. Existe una delgada…
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