Musicología
La historia de la música clásica latinoamericana
Redacción
La música clásica de América Latina es una gran oportunidad para el mundo de la música clásica occidental de añadir más diversidad en el repertorio tradicional. Habitualmente, la historia de la música clásica occidental se ha centrado en Europa. Aunque han aparecido nuevos actores como los Estados Unidos de América, la información proporcionada acerca de la música clásica de América Latina y sus compositores apenas se ha cubierto. Sin embargo, la historia existe; es muy profunda, extensa y antigua. Desde el período colonial en el que España y Portugal establecieron - después del encuentro en 1492 -sus colonias en América Latina, la música de Europa se introdujo en el "Nuevo Mundo". La Iglesia es la institución que promovió la música sacra en Hispanoamérica y la música secular fue creada y practicada por la población laica y mestiza. Por ejemplo, los virreinatos de Lima, Nueva Granada y Nueva España tuvieron compositores que trabajaron como maestros de capilla en las catedrales. Nombres como: Fray Esteban Ponce de León, Juan de Araujo, Gutiérrez Fernández Hidalgo, José Cascante, Juan de Lienas, Manuel de Sumaya, Gaspar Fernández y el cubano Esteban Salas, son algunos de los compositores del barroco latinoamericano que comenzaron a enriquecer esta historia con sus villancicos, misas, óperas y motetes.
Durante la época colonial surgieron personalidades que continuaron la labor del desarrollo musical latinoamericano. En Venezuela, un cura conocido como El Padre Sojo fundó la “Escuela de Chacao” .Esta institución creó un hito durante la música colonial del continente, porque estableció en medio de una hacienda de la Caracas colonial una academia de música en la que educó a compositores e instrumentistas. Compositores como José Ángel Lamas, Juan Meserón, Lino Gallardo y Juan Manuel Olivares son algunos de los músicos que participaron en este proyecto. En cambio en Brasil, los compositores de Minas Gerais como José Joaquín Emerico Lobo de Mesquita y Nunes García, desarrollaron una música cuya estética estaba más cercana a la música del período clásico. La corona portuguesa en su exilio en Brasil, fue el gran mecenas para los compositores brasileños. Después de la independencia, hubo en el continente una época de reestructuración geopolítica realizada por la mayoría de las ex-colonias de América Latina y la música clásica en latinoamericana también continuó su desarrollo; es decir, su historia.
Durante el período romántico, la ópera dominaba la escena musical latinoamericana. Se establecieron teatros de ópera a lo largo del continente en donde este género fue apreciado. En Brasil, surge la figura de Carlos Gomes, el compositor de la célebre ópera Il Guaraní que triunfó primero en La Scala de Milán y luego en el resto de Europa y Brasil. Las primeras orquestas profesionales y conservatorios comienzan a ser fundados en los diferentes países de América Latina. En 1814, se crea la Academia de Música en Cuba; en 1827 la Sociedad Filarmónica de Santiago; en 1831 la Sociedad Filarmónica en Caracas; en 1847 la Academia Imperial de Música y la ópera Nacional en Río de Janeiro.
México, fue otro país en donde destacaron los compositores Ricardo Castro, Luis Baca, Juventino Rosas y Felipe Villanueva. Estos artistas, escribieron piezas para piano, orquestas o música de cámara usando formas y géneros propios del período como: valses, sonatas, operas y sinfonías. En Cuba surge la famosa contradanza con Manuel Saumell y Nicolás Espadero escribe obras de carácter romántico y nacionalista. La música durante este período de la historia sigue estando fuertemente influenciada por la estética europea. Sin embargo, este fenómeno no se mantendrá por más tiempo porque con el nacimiento de cada estado-nación en América Latina un particular enfoque hacia la composición de la música por parte de los compositores autóctonos estaba naciendo. Este punto de inflexión cultural e histórica se conoce como "Nacionalismo". Por ejemplo; en Brasil, Alberto Nepomuceno, Alexander Levy y Ernesto Nazareth, comenzaron a escribir música inspirada en el folclore brasileño y a alentar a los compositores a expresar sus ideas musicales usando elementos propios de su cultura. En este período, Alberto Williams y Julián Aguirre de la Argentina, Agustín Barrios Mangoré en el Paraguay, Amadeo Roldán y Alejandro Caturla en Cuba, y Vicente Emilio Sojo en Venezuela, comenzaron a hacer lo mismo, ya que ellos deseaban crear y consolidar un estilo nacional que distinguiera la música de sus respectivos países. Como dato curioso, quiero nombrar al compositor mexicano Julián Carrillo, quien desarrolló en 1895 su revolucionaria teoría bautizada como: “El Sonido 13” con la cual comienza expandir el sistema temperado occidental incluyendo microtonos.
Durante el siglo XX un grupo significativo de compositores de América Latina alcanzaron el reconocimiento internacional. Alberto Ginastera, Carlos López Buchardo, Carlos Guastavino, Luis Gianneo, y Astor Piazzolla de Argentina; Heitor Villalobos, Camargo Guarnieri, Luciano Gallet y Francisco Mignone, Ricardo Santoro y Oswaldo Lacerda de Brazil; Luis H. Salgado de Ecuador; Antonio Lauro, Juan Bautista Plaza , Antonio Estévez e Inocente Carreño de Venezuela; Manuel Ponce, Carlos Chávez, y Silvestre Revueltas de México; Domingo Santa Cruz, Pedro Humberto Allende, Carlos Isamitt y Juan Orrego-Salas de Chile; Guillermo Uribe-Holguín de Colombia; Teodoro Valcárcel de Perú; Ernesto Cordero de Panamá, Eduardo Caba de Bolivia, Ernesto Lecuona de Cuba y Héctor Tosar y Eduardo Fabini de Uruguay. Asimismo, surgieron grupos de compositores que compartían una misma estética y visión artística como: Grupo de los Cuatro con Blas Galindo, Daniel Ayala, Salvador Contreras, y Pablo Moncayo in Mexico; Grupo de Renovación Musical con su fundador José Ardevol, Harold Gramatges, Edgardo Martín, Julián Orbón, Argeliers León, Hilario Gonzáles, y Serafín Pro en Cuba,y el Grupo Renovación con Juan Carlos Paz, Jacobo Fisher, Gilardo Gilardi, José María y Juan José Castro en Argentina.
En las últimas tres décadas, América Latina ha continuado con su contribución artística. Compositores como: Mario Davidosky y Oswaldo Golijov de Argentina; Leo Brouwer, Aurelio de la Vega y Tania León de Cuba; Gabriela Ortiz y Mario Lavista de México; Héctor Campos-Parsi y Roberto Sierra de Puerto Rico; Paul Desene de Venezuela; Gustavo Becerra Schmidt de Chile; José Serebrier y Miguél del Águila de Uruguay; Edino Krieger Marlos Nobre de Brazil, son reconocidos por su calidad artística.
Es pertinente mencionar que eminentes intérpretes como Arthur Rubinstein, Andrés Segovia, Nicanor Zabaleta, Erik Kleiber, Ernest Arsemet y Leonard Bernstein, han dedicado programas y grabaciones a compositores latinoamericanos. Aun más, la música de América Latina ha sido una fuente de inspiración para los compositores del siglo XX. Igor Stravinsky escribió un tango en su ópera The Rag Progress, Leonard Bernstein, escribió un mambo en su obra West Side Story; Darius Milhaud, Saudades do Brazil; Hans Werner Henze, Memorias del Cimarrón; o Xavier Montsalvatge, Cinco canciones negras, entre otros más. Al mismo tiempo, Aaron Copland, que viajó extensamente por América Latina intercambiando ideas y amistad con muchos compositores latinoamericanos, escribió piezas inspiradas en este continente como: Three Latin American Sketches; Danzón y el Salón México, y en unión con compositores latinoamericanos y norteamericanos crearon el Panamericanismo o Música de las Américas. Desde la década de los 20 hasta los años 60, hubo eventos como los festivales Interamericanos de Música en Washington D.C o los Festivales de Música en Caracas, así como publicaciones de partituras, discos y libros cuyo fin era divulgar la música del continente americano.
Durante los años ochenta, la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, liderada por dos distinguidos músicos, Eduardo Mata de México y Max Valdés de Chile, comenzó a publicar con el sello discográfico Dorian Records una serie de grabaciones de compositores de América Latina. Estas grabaciones alcanzan el nivel más alto en la interpretación musical y marcan un paradigma, porque empezaron a difundir a las audiencias en todo el mundo la calidad de la música de estos compositores. Otros sellos discográficos como Marco Polo y Naxos tienen colecciones dedicadas a los compositores latinoamericanos.
Quisiera mencionar también que América Latina posee salas de concierto y ópera de primera clase como el Teatro Colón de Buenos Aires; el Teatro Teresa Carreño en Caracas; la Casa de la Música en Ecuador sólo por citar tres de ellos, donde el público ha disfrutado de ópera, música de cámara, ballet y conciertos. La educación musical universitaria ha crecido ya que los países establecieron departamentos de música y conservatorios en donde forman a los músicos profesionales. Asimismo existen instituciones musicológicas como la Fundación Vicente Emilio Sojo en Caracas, Venezuela o el Instituto Nacional de Musicología "Carlos Vega" de Buenos Aires, Argentina. Además, en los EE.UU. hay instituciones como la Universidad de Indiana, la Universidad de Texas y la Universidad Católica en Washington D.C., que tienen centros de estudios e investigaciones sobre la música latinoamericana. De hecho, la Universidad de Texas publica The Latin American Music Review y en América Latina la Universidad de Chile publica la Revista Musical Chilena.
Eminentes musicólogos han construido una documentación que sustenta la historia latinoamericana de música desde el barroco hasta la actualidad. Robert Murrell Stevenson, Music in Mexico: A Historical Survey, The Music of Peru. Aboriginal and Viceroyal Epochs y fundador/editor del Interamerican Music Review; Gerard Behagué, Music in Latin America: An Introduction; Gilbert Chase, A Guide to the Music of Latin America; Samuel Valdés , Antología de la música colonial en América del Sur; Malena Kuss, Latin American Music in Contemporary Reference Sources: A Study Session; Isabel Aretz, América Latina en su Música; Alejo Carpentier (La Música en Cuba y El músico que llevo por dentro); Otto Mayer-Serra, Música y músicos de Latinoamérica; Luis Heitor Correa de Azevedo, 150 Years of Music in Brasil; Francisco Curt Lange, Boletín Latino Americano de Música; José Antonio Calcaño, La Ciudad y su Música; Patricia Caicedo, The Latin American Art Song: A Critical Anthology and Interpretative Guide for Singers y el Dr. Miguel Fisher, Latin American Classical Composers: a Biographical Dictionary.
El último aporte que América Latina ha hecho a la música clásica occidental es "El Sistema". El maestro Dr. José Antonio Abreu, un educador musical, compositor y director, creó en Venezuela hace más de 35 años un programa de música para potenciar y fomentar los valores positivos con niños y jóvenes mediante la práctica de la música en orquestas. Después de muchos años de duro trabajo "El Sistema" incluye a más de 250.000 personas y se está expandiendo por todo el mundo utilizando la música como una herramienta social constructiva que ofrece a niños y jóvenes la experiencia de aprender a vivir con dignidad y alejarlos de males sociales como la criminalidad, la drogadicción y el analfabetismo.
Quisiera concluir con la afirmación de que creo firmemente que el público y los músicos disfrutarán y se beneficiarán de la experiencia de escuchar e interpretar la música clásica de América Latina. La música clásica de América Latina deslumbra por su calidad, riqueza rítmica, melódica y armónica, timbres y texturas. Obras como: Sensemayá de Silvestre Revueltas; Sinfonía India de Carlos Chávez; La Cantata Criolla de Antonio Estévez; Bachianas Brasileñas y Choros de Heitor Villa-Lobos; Estancias de Alberto Ginastera; María de Buenos Aires de Astor Piazzolla, han extasiado a los amantes de la música y las artes en el mundo entero. Su historia ha sido un camino silencioso, pero sólido a través de los siglos.
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