España - Galicia
Fotoacústica
Paco Yáñez
Asfixiado presupuestariamente por los drásticos recortes impuestos por la Xunta de Galicia, el Centro Galego de Arte Contemporánea a duras penas es capaz de subsistir en estos tiempos tan mezquinos, habiendo llegado su situación económica en el segundo semestre de 2011 a unos límites que hacen difícilmente viable el desarrollo de una programación con cierta excelencia en el complejo panorama del arte actual. Es ello parte de una situación marcada por los recortes que intentan vender como ‘inevitables’ la sucesión de políticos que se pliegan día tras día a los dictados del capital especulativo; algo agudizado en Galicia por el sangrado presupuestario que supone desde hace una década la Cidade da Cultura, que en su faraónico crecimiento ha ido secando económicamente a las instituciones que mantenían con vida a nuestra cultura de forma cotidiana. A este desequilibrio en el mapa de la inversión pública ya nos hemos referido en diversas ocasiones en Mundoclasico.com, sin ir más lejos con motivo del brusco descenso en el número de conciertos que este año ha programado el cGac con respecto a 2010. Lo que no esperábamos era que, a esa exigua cantidad, aún le sería restada su última cita (prevista con el Taller Atlántico Contemporáneo para el 13 de diciembre), con lo cual el horizonte no es más que desolador para el inminente 2012.
Aun así, y en medio de esta progresiva desarticulación del Estado tal y como lo hemos conocido, el Centro Galego de Arte Contemporánea ha podido sacar adelante, en colaboración con el BOZAR de Bruselas, el proyecto The Crooked Path, ambiciosa propuesta centrada en el artista canadiense Jeff Wall (Vancouver, 1946), que en los días previos a la inauguración compartió con el público gallego su personal visión del arte; una visión que en la exposición del cGac establece numerosos diálogos con creadores de diversas disciplinas para señalar vínculos, rutas e itinerarios estéticos, algunas de las genealogías que ha alquitarado en su ya largo y trascendente recorrido por el arte actual. Resulta especialmente reconfortante comprobar el mimo y el orgullo con el que el personal del cGac se ha volcado en esta propuesta, que estará en cartel hasta el próximo 26 de febrero (un margen quizás excesivo, teniendo en cuenta que la exposición ocupa el cGac en su integridad, pero que no es sino otra muestra tanto de la relevancia de la misma como de las dificultades económicas que atraviesa la institución compostelana).
Una visita a The Crooked Path nos pondrá en relación no sólo con las inmensas fotografías de Jeff Wall, sino con las obras de Luis Buñuel, Ingmar Bergman, Robert Bresson, Marcel Duchamp, Wols, Chris Burden, o Ian Wallace, entre muchos otros. Igualmente, dentro de esta muestra, de esta invitación a (re)pensar el arte a través de su vasto campo de interpelaciones recíprocas, se inscribe el concierto titulado Jeff Wall: retrato sonoro, parte del ciclo ‘Música e arte. Correspondencias sonoras’, que llegaba esta noche en el cGac a su tercera y última cita en 2011.
Se articulaba esta propuesta musical en dos partes, con un primer acto en la conferencia pronunciada por el musicólogo Emilio Lede, que con el título Música e imagen: Fecundae relatio profundizaba en diversos aspectos de la recíproca fertilización entre la imagen y el sonido, entre la pintura y la música, con una breve incursión final en el ámbito del cinematógrafo. Lede desarrolló una conferencia básicamente analítica, centrada en el amplísimo arco que va del Renacimiento hasta la segunda posguerra mundial, alcanzando los lienzos de Robert Rauschenberg o Edward Hopper, así como las composiciones de John Cage o Earle Brown. En su disertación, ampliamente apoyada en proyección de imágenes y audición de fragmentos musicales, Emilio Lede profundizó en las relaciones habidas entre color y timbre, perspectiva y tonalidad, o composición y ritmo, para desvelar algunas de las analogías que han compartido históricamente ambas artes, con ejemplos reveladores como el grafismo en la pintura de Piet Mondrian y su utilización en partituras como December 1952, del ya mencionado Earle Brown; la aplicación de la sección áurea tanto en la pintura de Leonardo da Vinci o Durero como en las partituras de Beethoven o Brahms; la búsqueda de la calidad sonora de un cuadro a través de procedimientos musicales como la fuga, presente en los lienzos de Paul Klee o Georges Braque; o el uso de la aleatoriedad en las obras de arte, crucial tanto en Alexander Calder como en John Cage. Como bien señaló Emilio Lede, en la hora y cuarto que duró su conferencia apenas se puede trazar más que una mera introducción a tantos aspectos de tan amplios horizontes, pero las más de treinta personas que asistieron a su charla seguramente obtuvieron un sólido marco histórico para abordar, ya en el concierto, un enfoque más decididamente contemporáneo de esta fertilización entre imagen y sonido, que hoy comprobaríamos realmente fecunda.
El subsiguiente concierto que nos proponía Vertixe Sonora Ensemble, con dirección artística del compositor vigués Ramón Souto, ha apostado en esta ocasión por el encargo de una serie de obras a cinco compositores jóvenes de diversas nacionalidades, que han basado sus partituras en un diálogo con la fotografía de Jeff Wall, así como en la reverberación de diversas voces sobre sus pentagramas, al modo en que el propio Wall ha planteado la exposición que ha diseñado junto con el comisario Joël Benzakin. Se antoja este el proceso idóneo para que el diálogo sea más pertinente y directo con la obra del artista en cuestión. En anteriores conciertos del ciclo ‘Correspondencias sonoras’ se han programado partituras más o menos afines por nacionalidad, periodo histórico, estilo o estética con las exposiciones programadas en el cGac, si bien una vinculación tan estrecha quizás sólo sea posible con este proceder: invitando a una serie de compositores a crear partituras contextualizadas sobre sus experiencias en la vivencia del artista en cuestión. De este modo, a lo largo del 2011 cinco jóvenes compositores han ido fraguando el encargo de Vertixe Sonora que esta noche escuchamos en sus respectivos estrenos mundiales. Se trata de otra vuelta de tuerca más en torno al universo walliano, de su actualización con las propuestas de las nuevas generaciones musicales, alumbrando (sonorizando) con nuevas perspectivas la obra de Jeff Wall: ésa que el director de cGac, Miguel von Hafe, define como "uno de los tributos más conseguidos al paradigma baudelairiano de una pintura de la vida moderna".
Tras una breve presentación de las obras por parte de cada uno de sus compositores, abrió programa el costarricense Mauricio Pauly (San José, 1976), con su refinado trío para saxofón tenor, violonchelo y piano Apartamento Polsen Apartamento Peterson. En sus poco más de ocho minutos de duración, Pauly reúne como referentes conceptuales un fragmento del cuento En aquel país. En este país, de Yasunari Kawabata (1899-1972), con la fotografía de Jeff Wall A view from an apartment (2004) como posible topología para el relato del premio Nobel japonés. La partitura de Pauly trabaja en sus primeros seis minutos de forma obsesiva un ambiente de proliferaciones reiterativas, un tanto distante, estático y convencional, tan aseado como extraño, alcanzando en sus últimos dos minutos una nueva dimensión: la apertura de un espacio desvelado ultrapasada la observación superficial de las convenciones cotidianas presentes en el retrato walliano. De este modo, el recorrido final se torna de una oscuridad crepuscular y deconstruida, en la que el discurso tímbrico se convierte en primer plano, revelando nuevos caracteres en la acumulación de las técnicas más convencionales que habían primado en la primera sección, haciéndonos repensar nuestra mirada desde un escenario en proceso de silenciamiento y depuración. Quizás parte de la extrañeza que produce la partitura se deba a una interpretación algo desorientada, aunque me temo que esa desorientación, esa pérdida del intérprete como vía para perturbar al espectador, sea algo muy premeditado por parte de Pauly. Sea como fuere, destaca en la versión, de forma muy potente, la presencia del saxofonista Pablo Coello, así como la de David Durán en las técnicas extendidas dentro de la caja del piano.
Del español Fran MM Cabeza de Vaca (Las Palmas, 1976) pudimos escuchar Mimic, una composición articulada a modo de tríptico en Mimic I: Gestus, Mimic II: Tableau Vivant, y Mimic III: El instante cualquiera. Es Mimic una de las transparencias retroiluminadas de gran formato presentes en la exposición del cGac. Como en la fotografía walliana, Cabeza de Vaca despliega una gran tensión dramática a partir de unos materiales mínimos, dejando que la lectura intuitiva de lo efímero se eleve a categoría de verdadera narración. De uno de sus maestros, José María Sánchez-Verdú, parece haber vendimiado el compositor dos de los aspectos que dan realce a esta pieza para flauta baja: la importancia del "no entender entendiendo", que diría san Juan de la Cruz, y la preeminencia de una búsqueda tímbrica en los límites del instrumento que nos habla de un compositor con una enorme voluntad de trascender el sonido más allá de las convenciones tautológicas impostadas durante siglos en los instrumentos. De este modo, Mimic adquiere un enorme potencial comunicativo descrito a través de una música impactante, que la flautista italiana Alessandra Rombolá ha defendido de una manera tan intensa como técnicamente inapelable, haciendo alarde de un rigor absoluto y de una teatralidad que puebla de matices los tres fotogramas acústicos de la obra: su tensión sexual, su violencia soterrada, su asfixia en lo reiterativo, su confluencia de referentes y ecos en el teatro de la globalización. Si hace apenas unos meses daba cuenta en este diario de lo anodina que resultaba buena parte de la composición actual para flauta, con la aportación de Fran MM Cabeza de Vaca -nuevo ejemplo de esa excelente cantera de prometedores compositores que es en la actualidad el Conservatorio Superior de Aragón- este panorama parece renovarse con aires refrescantes capaces de dar relieves, matices y tensiones propias a un instrumento con tantos posibles.
El compositor heleno George Dousis (Tripolis, 1975) ha basado su cuarteto para flauta, saxofón, violonchelo y contrabajo Storyteller en la fotografía homónima de Jeff Wall que podemos contemplar en el Doble Espacio del cGac junto a obras de gran formato debidas a Carl Andre y Frank Stella. Ahora bien, la partitura de Dousis no se queda en una sola imagen, e intenta recoger el reto que para él supuso la inmersión en la obra de Wall, su viaje iniciático a través de la misma. Para el compositor griego, "el gran uso de los microtonos, la contracción y estrechamiento artificial del concepto de tiempo y la compleja onda horizontal de voces, son algunas de las características fundamentales de una pieza que demanda una alta perfección técnica y una enorme sincronización por parte de los músicos". Es siempre revelador contemplar el rostro y las reacciones de un compositor en el momento de un estreno. Si por los gestos de Dousis me debo fiar, he de corroborar lo que me ha parecido el trabajo de Vertixe Sonora: realmente brillante a lo largo de los quince minutos que dura la obra, tanto a nivel técnico como a nivel de coordinación por parte de un ensemble que, no lo olvidemos, ofrecía hoy su segundo concierto como agrupación musical. Con unos excelsos Thomas Piel al violonchelo y Alessandra Rombolá en la flauta, Vertixe ha brindado una versión de enorme fuerza y expresividad en sus pasajes más abigarrados, con una especial calidad en las que podríamos decir penúltima y última secciones de Storyteller, en sus compases en pianissimo, aquellos en los que Dousis extrae de su cuarteto las texturas más interesantes, susurrantes y modernas de una obra en la que también se perciben ecos del pasado, de los viejos trovadores y recitadores populares, especialmente en el canto de una flauta que parece convocarnos a leyendas intemporales.
Fotoproyección de Xacobe Meléndrez Fassbender
© 2011 by Xacobe Meléndrez Fassbender
Lula Romero (Palma de Mallorca, 1976) apostó en su retrato sonoro para saxofón, contrabajo, percusión y piano Present / Absent por analizar "el elaborado artificio de la puesta en escena en la fotografía de Jeff Wall, y su consecuente eliminación de toda contingencia en ella, así como su crítica a las fricciones sociales del capitalismo tardío". No es Wall la única influencia que gravita sobre Present / Absent, pues el pensamiento de Jacques Lacan también sustenta conceptualmente la categoría de lo ‘real’ con la que juega Romero recurrentemente a la hora de contextualizar las apariciones y desapariciones de sus reducidos materiales sonoros en un marco muy saturado transido de autorreferencialidad: concepto tan afín a la estética de Wall y a buena parte de la posmodernidad. El resultado es una gran densidad sonora, en la que, como un crisol, se escuchan ecos de otras músicas, el ágora reverberante que se filtra en los trabajos de Lula en su residencia berlinesa. De este modo, tanto el jazz como el rock progresivo, o asomos de una tradición que se remonta a Bach, se dan cita en su partitura: un trabajo en el que, al contrario de lo que sucedía en las obras de Pauly o Dousis, resultan menos interesantes los pasajes ‘en suspensión’, aquellos más estáticos, quizás acusando una duración de la obra algo excesiva. En sus compases más abigarrados, la pieza funciona, es torrencial y vehemente, muy urbana y actual. Así me ha parecido también la lectura de Vertixe Sonora, en la que destaca un potentísimo, jazzístico y firme Carlos Méndez.
Por último, del compositor mexicano Víctor Ibarra (Guadalajara, 1978) escuchamos su Estudio sobre el gris y el verde, una partitura basada tanto en el mundo conceptual de Jeff Wall como en la obra Grey and Green Painting (1957), del genial Antoni Tàpies, una de las influencias fundamentales en Ibarra, un compositor cuyo catálogo musical se caracteriza por su recurrente diálogo con el ámbito de la plástica. Es la de Ibarra una obra muy potente, de un enorme virtuosismo, a través del cual el mexicano genera espacios y dimensiones que le permiten establecer diversos planos de perspectiva. Tal y como nos anticipara en la entrevista [leer entrevista] que con él mantuvimos hace unas semanas en Mundoclasico.com, Estudio sobre el gris y el verde es una obra de fuerte saturación, especialmente en sus tesituras más agudas, que llegan a resultar hirientes en su rutilante brillantez, forzando los límites sonoros de un modo muy visual. La estructura de los materiales en la obra de Ibarra da lugar a diferentes ejes de articulación, a una serie de patrones que se vinculan a las composiciones diagonales de Wall, con sus repercusiones en conceptos tan de la plástica como la luz, la perspectiva, la yuxtaposición, o la superposición. Es así como Ibarra aborda en su obra la luminosidad y sus correspondientes sombras, lo que produce amplios haces tímbrico-cromáticos, apoyados, como siempre en el compositor de Guadalajara, en una solidísima estructura armónica. En ese sentido, me ha recordado Ibarra a la figura de Ravel, anteriormente citada por Emilio Lede en su conferencia, por la calidad (actualizada, eso sí) del trabajo tímbrico y armónico en el mexicano, en cuyas partituras, al igual que en las de ese verdadero tótem musical de su país de acogida, todo resulta perfectamente audible, aun con el denso abigarramiento de muchos de sus pasajes, en sus tres grandes secciones de cromatismos en mutación, influencia notoria del lienzo de Tàpies, y procedimiento tan afín al modo de estructurar los materiales en Ibarra, en el cual es reconocible una sesuda asimilación de la tradición desde un lenguaje progresivamente personal, muy rítmico, contundente y refinado.
La interpretación de la partitura de Víctor Ibarra, escrita para sexteto de flauta, saxofón, violonchelo, contrabajo, piano y percusión, fue notabilísima, tal y como me ratificaba al terminar el concierto el compositor mexicano, que se mostraba muy satisfecho con el trabajo que el ensemble gallego había realizado, tanto individual como colectivamente, con su partitura en los días previos. Es su refrendo a la calidad de este ensemble algo muy a tener en cuenta, un impulso más que necesario para una formación que en sus dos únicos conciertos interpretados hasta ahora ha dado sobradas muestras de su relevancia en el raquítico mapa de nuestra música contemporánea, tanto por sus criterios artísticos a la hora de programar como por la calidad de sus ejecuciones en vivo. Vertixe Sonora sigue apostando por conectar Galicia con los jóvenes compositores que pueblan el vasto panorama de la música actual en los más diversos rincones del planeta. En su breve trayectoria han encargado y estrenado partituras de compositores europeos y americanos de muy diversas estéticas, si bien siempre con un marcado aroma actual, sin dejarse arrastrar por los cantos de sirena de lo fácil, de lo acomodaticio.
El ejemplar retrato sonoro de la exposición de Jeff Wall realizado por Vertixe Sonora, apoyado en concierto por las densas y sugerentes fotoproyecciones de Xacobe Meléndrez (que ha convertido a los músicos en papel fotográfico, en verdadera encrucijada entre imagen y sonido), debería hacer pensar a los responsables del cGac la importantísima presencia que estas actividades suponen para enriquecer sus programaciones, estableciendo en la institución compostelana la dialéctica interdisciplinaria que le hizo (y en días así, hace) escribir sus mejores capítulos, aquellos en los que la vivencia del arte es un proceso integral, en los que la visita a la exposición se complementa con una conferencia y un concierto para mayor profundización en la creación como espacio de resonancias, disfrute, reflexión y conocimiento. Que el 2012 nos sea propicio; lo que está en juego en el cGac es demasiado importante en el exiguo panorama de la música contemporánea en Galicia.
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