España - Galicia
La voz de la palabra
Paco Yáñez
«Words, words, words», dice el príncipe de Dinamarca a Polonio en la escena segunda del acto segundo de Hamlet. Shakespeare, uno de los escritores que mejor comprendió el alma humana, fue también un auténtico músico de la palabra, a través de la versificación y la prosodia de sus piezas teatrales. Hamlet sería un buen ejemplo de ello, como de refinado uso del lenguaje retórico y cortesano, con sus clichés y modismos, con sus implicaciones a la hora de alquitarar de la palabra y su encadenamiento en frases una sonoridad, una música, un pulso del espíritu...
... a esa relación entre la palabra y la música dedicó su atención Vertixe Sonora en el primero de los conciertos de ‘Do Audible’, un ciclo anual en el que el ensemble gallego pone en relación la música con los ámbitos de la literatura, el arte, la ciencia y el pensamiento contemporáneo. Auspiciado por la Xunta de Galicia, ‘Do Audible’ visitará las cuatro capitales de provincia gallegas a lo largo de 2013. El primero de estos encuentros, titulado Palabras, palabras, palabras... tuvo lugar en el Museo de Belas Artes de A Coruña, con una velada matinal en la que la poetisa, cantante y artista Maite Dono (Vitoria, 1969), el musicólogo Emilio Lede y los intérpretes de Vertixe trazaron un orgánico programa muy revelador de la sinergia que entre la palabra y el sonido se da como hecho musical tanto en el presente como a lo largo de la historia.
Maite Dono, en su primera colaboración con Vertixe, fue quien realizó la introducción a esta actividad, recorriendo brevemente la presencia de la escritura en su vida, desde los primeros poemas y diarios hasta la invitación a la interdisciplinariedad y la hibridación que supone su creación en la actualidad; una creación en la que lo procesual adquiere un gran peso, así como el diálogo con otros artistas y la fertilización que la música realiza en la palabra, en busca de una expresión como gran rizoma, de ese texto que no se repite nunca, variación sin fin, en Dono transida de emoción como guía en los procesos de improvisación que en el presente desarrolla para dar salida a su voz interior.
Tras la introducción de Maite Dono, tomó la palabra el musicólogo Emilio Lede, que en su conferencia sobre la relación entre la palabra y la música se centró en la prosodia del lenguaje, en el discurso (oral/musical) y en una breve presentación de las piezas que esta mañana escucharíamos en manos de Vertixe. Partiendo de una frase de Leonard Bernstein, Lede profundizó en la influencia que la acentuación de una determinada lengua tiene en la estructuración sonora de las palabras, ya sea nivel popular o culto, y como ello se transmite a la acentuación, ritmo y sonoridad características de distintas áreas lingüístico-culturales. De este modo, analizó a través de notación musical la acentuación de lenguas como el francés (que Lede define como ‘anacrúsica’), o el húngaro y el finlandés (que darían lugar a lo que califica como música ‘esdrújula’), ejemplificando las distintas relaciones entre acentos, articulación, melodía, inflexión, etc., con fragmentos musicales extraídos del Pierrot Lunaire de Schönberg, la Música para cuerda, percusión y celesta de Bartók, o de piezas del acervo folclórico francés y finlandés en partituras para acordeón y armonio.
A pesar del carácter netamente actual de los programas de Vertixe Sonora, está entre sus pretensiones en el ciclo ‘Do Audible’ mostrar las relaciones históricas que se establecen entre la música y otras disciplinas; en esta primera entrega, con la palabra. Es por ello que Lede se retrotrae hasta Horacio para mostrarnos las bases del análisis prosódico, aplicado a una canción para clasificar las sílabas en función de su duración e implicaciones sonoras; algo a lo que daría una vuelta de tuerca a través de la audición de un fragmento de las Prophetiae Sibyllarum de Roland de Lassus. Ya en la segunda parte de su charla, Lede analizó la presencia de la retórica en la música, remitiéndose a un texto de Cicerón y a su trasvase al ámbito musical debido a Burmeister. Ejemplo de retórica en música, tomando como referencia las estructuras señaladas por Cicerón, es la Fantasía en re menor de Mozart, que escuchamos en fortepiano, analizando el uso de las figuras retóricas para buscar la emoción: Polyptoton, Suspiratio y Abruptio, Passus duriusculus, etc. Compositor principal en la actual revisión de algunos de estos elementos del pasado, dotándolos de nuevas significaciones y sentidos en la música de nuestro tiempo, José María Sánchez-Verdú protagonizó el final de la charla, antes de pasar a informarnos sobre las obras que Vertixe interpretaría, sobrevolando el ágora de reverberaciones que la música del compositor andaluz es, con la influencia que en sus obras siempre ha ejercido la palabra, la literatura; sea la poesía árabe, la mística española o las vanguardias centroeuropeas.
En la primera obra del programa escucharíamos, precisamente, a uno de los actores fundamentales en las vanguardias históricas del siglo XX: Bertolt Brecht. Es la del dramaturgo alemán una de las voces que el compositor austriaco Peter Ablinger (Schwanenstadt, 1959) ha musicalizado en Voices and Piano (1998, en progreso), un ciclo en el que, a partir de un análisis espectral de las voces registradas en entrevistas, charlas o discursos, de personajes como Sartre, Feldman, Pasolini, Schönberg, etc., Ablinger escribe una partitura para piano que es al tiempo análisis y reflejo de esa voz: tonalidad, ritmo, dinámica, frecuencias... Al iconoclasta Ablinger le gusta denominar Voices and Piano como su ciclo de canciones, un ciclo con voz en off proyectada a través de altavoz y acompañamiento de piano: un entramado pianístico que trabaja esa voz, enfatizando la musicalidad inherente a su prosodia. Voices and Piano está dedicado al pianista Nicolas Hodges, que en marzo de 2005 nos dejó una selección de 19 de estas piezas para el sello Kairos (0013082 KAI). La versión escuchada esta mañana a David Durán difiere no poco de la de Hodges. Si el británico plantea unas lecturas agresivas, con un piano más aristado y martellato, Durán apuesta por la vertiente más lírica de estas canciones a la hora de dar a conocer los espectros armónicos vocales en el teclado. Prima en el pianista de Vertixe su contención, una mayor suavidad y cantabile en el registro medio, así como una buena pulsación rítmica, especialmente importante en la voz de Brecht. A percibir la voz del poeta y dramaturgo ayudó un buen balance dinámico entre banda magnética y piano, bien equilibrados en todo el concierto.
Memorias del vacío (2012), partitura del compositor mexicano Arturo Fuentes (México DF, 1975), plantea una relación con la palabra totalmente distinta. En su caso, es la literatura la fuente de inspiración temática para su obra: el libro Memorias del imperio (1987), de su compatriota Fernando del Paso; en el que, además de su desgarrador contenido, busca un fluido musical desprendido de la lectura del texto, algo que ya ha realizado en sus trabajos a partir de Carlos Fuentes, Paul Celan, Octavio Paz o Ludwig Wittgenstein. Memorias del vacío pone en primer plano la voz de Carlota de Bélgica, esposa de Maximiliano I de Habsburgo, «emperatriz de México y del vacío», con su infructuosa y progresivamente trastornada espera transida de locura. Originalmente escrita para flauta paetzold, en esta versión de Vertixe fue saxofón bajo el que se encargó de la parte instrumental, junto con electrónica, vídeo y voz para narrar el texto de Fernando del Paso. La narración corrió a cargo de Maite Dono, que llevó a cabo un trabajo soberbio en cuanto a lectura, ritmo, expresividad, acentuación y dramatización. Pero, aun comprendiendo que ‘Do Audible’ es un ciclo auspiciado por la Xunta de Galicia, y sabiendo que el propio Fuentes ha aprobado esta versión, no puedo dejar de plantear mis dudas sobre la traducción y lectura en gallego del texto, perfectamente comprensible para el auditorio coruñés en su lengua original. Si, precisamente, el respeto a la prosodia y musicalidad del lenguaje es uno de los aspectos a analizar en esta cita, traducir (o traicionar) la forma primigenia es, de algún modo, desvirtuar la misma...
Sea como fuere, Memorias del vacío ha supuesto el punto de mayor intensidad emocional de esta velada, en buena medida por la lectura y actuación de Dono, así como por el frenético trabajo de Pablo Coello, que ha convertido su saxofón en un torrente resonante, en una sombra de la locura de Carlota, con figuraciones trepidantes que expande a partir de la partitura sonora que a través de un auricular le va llegando. La digitación de Coello es portentosa y su compenetración con Maite Dono me ha parecido excelente, poniendo un sugerente contrapunto de densidad y color oscuro a la más aguda voz de la poetisa (y reconozcamos, eso sí, que la calidad musical del gallego es óptima como lengua para el recitado). También destacar el trabajo en la modulación electrónica de Ángel Faraldo, otro de los puntales de Vertixe Sonora, dando relieves a la cinta en diversos pasajes. Muchos de ellos fueron realmente angustiosos, capaces de ponernos los pelos de punta, algo a lo que ha ayudado el vídeo del propio Fuentes, de hermosa y artística factura, con ese cuerpo objeto del trastorno y esa escritura superpuesta y nunca leída: palimpsesto del horror que acaba conformando un cúmulo de letras convertidas en pintura misma... En buena correspondencia con el texto, la poetisa se toca, explora su cuerpo y lo recorre, tiembla y sufre, padece ahogamientos y una mudez asfixiante en los interludios electrónico-instrumentales, que suenan como dislates allá donde la palabra ha sido vedada. Esos compases podrían recordarnos el delirio de obras en clave también mexicana, como Under the Volcano (1935-44), de Malcolm Lowry, o Cambio de piel (1967), de Carlos Fuentes. Con ellas comparte el adentrarse en terrenos más allá de la cordura, en los que amor y obsesión se funden y entremezclan... Gran lectura, así pues, de una obra densa y muy completa en su diálogo interdisciplinario, casi como una pequeña ópera de cámara que plantea ecos de la música austriaca, ámbito en el que Fuentes se asienta ahora mismo. El neoexpresionismo de Dono, el uso y sentido de electrónica y saxofón, nos remiten a un universo opresivo, tan de un Michael Haneke como de una Olga Neuwirth.
Sin prácticamente pausa, nos volvimos a adentrar en Voices and Piano, en este caso con la voz de la eslovaca Mila Haugová. Su reflejo o ‘comparación’ (como la denomina Ablinger) pianística es más libre, con compases a modo de ‘cadencias’ en las que el piano se desliga de la voz, entonando su propio lied, así como con agudas y efímeras notas huidas de las tesituras vocales de Haugová, predominantemente en registro medio. Permite ello trazar un paisaje más poético, puesto que la voz de la poetisa resulta neutra, un tanto dura y monocorde en esta grabación; algo a lo que Ablinger ‘contrapone’ un reflejo más autónomo, en una alternativa estructural con respecto a las otras dos piezas.
La relación de Vertixe Sonora con el canario Fran MM Cabeza de Vaca (Las Palmas, 1976) cuenta con notables precedentes. Ciudad a / ciudad b /ciudad ce hasta la zeta (retail, wholesale) es uno de ellos, pues al ensemble gallego se debe su estreno, el pasado mes de marzo, en el III Festival SON de Madrid. Partitura del año 2012 para guitarra eléctrica, saxofón bajo, percusión y electrónica, esta pieza es un reflexión sobre la ciudad, sus sonidos y nuestra percepción de la misma, desde sus detalles más nimios (un encuentro amoroso, el soplido del viento; lo que su autor señala como retail) hasta los más masivos y violentos (los gritos, el rugir de los motores; lo englobado en el wholesale). La pieza se construyó como un mano a mano entre Cabeza de Vaca y la poetisa María Salgado (Madrid, 1984), autora del texto original que ella misma lee y escuchamos en off en la electrónica, en la que también palpitan sonidos de la ciudad, en grabaciones urbanas de Kamen Nedev, expuestas a modo de espejo acústico, de soundscape capturado. También captura el poema de Salgado en sus palabras ese universo mestizo entre lo delicado y lo mecánico, entre lo poético y lo aberrante, reducido a sus células-base: en escritura, las letras; diseminadas por toda la pieza: «Y dentro/antes/detrás/sobre/en toda la obra, el abecedario como código fuente -puesto en jaque- con el que todas las historias (todos los sonidos, todas las ciudades) se dicen».
Ciudad a / ciudad b /ciudad ce hasta la zeta nace desde la crepitación electrónica de una ciudad durmiente, transitada por unos instrumentistas que van entrando de uno en uno a escena, cual seres robados al sueño, en un medioambiente en el que el silencio es imposible, poblado como lo está por un continuo de sonoridades electrónicas y mecánicas: orgánica y respiración del monstruo urbano. El recitado del abecedario se presenta ya desde un primer momento, como si del cifrado de esa realidad se tratara. Será la del guitarrista la primera presencia en deambular por la calles de esta ciudad musical. Él activa el primero de los gatos chinos cuyos brazos mecánicos golpean una cortina con barras de metal, marcando un ritmo constante que tanto es un metrónomo del pálpito urbano, como posee evocadoras sugerencias de otras urbes, de oriente, cuando no connotaciones artísticas asociadas a la ciudad, como las que nos retrotraen al llorado Chris Marker en cintas urbanas también punteadas por gatos, como Sans Soleil (1982) o Chats perchés (2004). Será el percusionista el segundo habitante de esta urbe acústica; sucesivamente activando el segundo de los gatos mecánicos y rozando con arco de contrabajo las placas de una lira, con su evanescente canto, de nuevo poético, en el despertar de este microuniverso. Tras su entrada, y acompañado por el punteo de guitarra en ostinato y la levedad de la lira, hará aparición el tercer protagonista instrumental de esta urbe: el saxofón, con un motivo agudo y leve, apenas audible, lo que confiere a todo este arranque un carácter entre onírico, susurrante y, diría, zen.
Rápidamente va evolucionando ese paisaje hacia una sonoridad más grave, en la voces de saxofón y bombo, a lo que se corresponderá una rítmica más ágil: la ciudad despierta, quizás un alba que despunta con sus sonidos progresivamente roncos, con el tráfico matinal, con el encendido de los engranajes. Y es que Ciudad a / ciudad b /ciudad ce hasta la zeta aúna de forma muy pertinente tanto lo más puramente descriptivo (hasta narrativo) con la reverberación emocional e intelectiva que esos elementos programáticos activan en nuestro interior. En ese pálpito de diálogos, la electrónica desgrana pasajes de carácter minimal, obsesivos y punzantes; base desde la que irá surgiendo una suerte de figuraciones melódicas superpuestas en saxofón, con un acompañamiento en crescendo del bombo. Los interludios electrónicos tienen una fuerza muy atractiva, con un recitado autorreferencial, en el que escuchamos el nombre la propia obra, su andamiaje poético al desnudo. Bombo, lira y cortina con barras de bambú supondrán el contrapunto instrumental, con sucesivo acompañamiento de guitarra y saxo, en compases progresivamente furibundos; una dinámica que irá oscilando a medida que la ciudad respira en sus diversas horas-punta entre la violencia y la lírica, mientras explora sus diversos espacios: ciudad múltiple.
Buena parte de los compases más sólidos de la partitura son los de carácter extendido y textural, en los que la imaginación tímbrica de Cabeza de Vaca extrae de los instrumentos sonoridades en la música actual asociadas a esas ciudades como fuente sonora a interpretar. El crescendo magmático que escuchamos en la parte final de la obra (que por su transformación y ‘nostalgia’ de los materiales previos podemos comprender como herencia de su maestro José María Sánchez-Verdú) es musicalmente un punto álgido: complejo, abigarrado, confrontado al ruidismo de la propia ciudad, poblada de voces en una polifonía textu(r)al muy potente. En la conclusión de la pieza renace de nuevo lo poético, el rumor, la levedad. El saxofonista se dirige al bombo, y con un pequeño altavoz de contacto, como el percusionista, lanza contra su superficie señales acústica pregrabadas, explorando y excitando sus resonancias, en un muy sutil uso de la electrónica: la ciudad como espacio ecoico, al que van confluyendo los sonidos que se han proyectado durante el día: fantasmas acústicos y hervidero sonoro en progresivo morendo en este "crepúsculo de hormigas", que diría el escritor gallego Méndez Ferrín. Mientras, el punteo de la guitarra continua su obsesivo canto, y la electrónica va acallando su recitado poético, al devolver su vida a la noche en este viaje circular, en este día recorrido, tanto por lo más narrativo, por sus figuraciones programáticas musicales, como por sus reverberaciones espirituales: la ciudad como forma de complejidad humana; no podrían serlo menos sus formas sonoras de expresión.
De ello son plenamente conscientes los intérpretes del ensemble gallego, que han llevado a cabo una lectura, tanto musical, como gestual y conceptual, excelente, ahondando en esos matices de complejidad, así como graduando las dinámicas y perfilando las técnicas extendidas con una sabiduría y un rigor que en nuestra comunidad sólo se percibe en sus interpretaciones: ellas mismas habitantes del mundo de la música actual como ciudad mestiza e intercultural desde la que alquitarar sus voces y estéticas. Un análisis de sus programaciones, es el más claro ejemplo.
Tras un final como el escuchado en Ciudad a / ciudad b /ciudad ce hasta la zeta no sé hasta qué punto era ‘necesario’ programar una pieza más. En todo caso, Vertixe Sonora sí lo hizo, y como rúbrica de concierto nos devolvió a Voices and Piano, con la voz de la actriz (y musa de Fassbinder) Hanna Schygulla. Me ha sonado mucho menos sensual su voz en esta versión coruñesa que, por tomar la referencia de su dedicatario, la que plantea Nicolas Hodges en su lectura para Kairos. David Durán vuelve a ofrecer una lectura más leve y sutil, lo que aquí le hace perder expresividad y matices vocales, sonando más neutro y apagado el rico espectro armónico de la alemana.
Así pues, y en conjunto, una muy interesante propuesta, que, desde la participación de la poetisa Maite Dono a la exposición de Emilio Lede, pasando por la sustancial e imprescindible voz de Vertixe Sonora, nos ha conducido al corazón de la palabra como realidad y objeto musical, en la que cada una de sus partes conforma un todo indisociable; o como diría Luis Goytisolo en su confesional Estatua con palomas (1992): «La escritura se abate sobre la realidad a modo de una red en la que todos los nudos son igualmente necesarios respecto a la función que le está encomendada»...
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