Por fin subió el Macbeth de Verdi al escenario del Gran Teatro de Córdoba. Tras años repitiendo una y otra vez los títulos más populares del repertorio (con alguna que otra heroica excepción, en honor a la verdad), cuando no de sufrida sequía lírica, una obra de la calidad del Macbeth verdiano ha podido ser disfrutada y aplaudida por los cordobeses. Y lo mejor es que, de paso, se ha podido sacar la espina (o espinón) de la pasada Traviata de septiembre, nunca más extraviada que en aquella ocasión [leer reseña]. La clave del éxito ha sido sin duda el sentido común: una producción sencilla y asequible pero de impactante eficacia escénica, un reparto español entusiasta y deseoso de hacerlo lo mejor posible, un director musical conocedor -¡qué menos!- de la obra y de las necesidades de los intérpretes así como la respuesta generosa de los…
Comentarios