España - Galicia
La ciudad muerta
Paco Yáñez
Una vez más, el Día Internacional de los Museos señaló el comienzo anual de Música y arte. Correspondencias sonoras (poniendo fin a seis meses en los que los monográficos contemporáneos habían desaparecido de la escena musical compostelana, con el daño que ello supone -temporada tras temporada- para la comprensión y vivencia cotidiana de estas estéticas, así como para la fidelización del público). Ahora bien, en el debe de este concierto de apertura de Correspondencias sonoras hemos de anotar el hecho de que ninguna de las partituras interpretadas se haya compuesto inspirada o en diálogo con las exposiciones que actualmente muestra el CGAC, con lo cual el espíritu de este ciclo de conciertos se desdibuja, como ya lo había hecho en citas anteriores (sin que ello suponga una pérdida de calidad musical; tan sólo el resquebrajamiento de los vínculos entre arte y música con los que había nacido el proyecto: hecho que suponía una construcción holística de significados en el marco de la comprensión de las obras, algo que deparó -en las primeras ediciones del ciclo- partituras y charlas con los compositores al nivel más interesante de cuantas iniciativas se recuerdan en las últimas décadas entre las actividades musicales de Santiago de Compostela).
Nos encontramos, en todo caso, con tres páginas encargadas por Vertixe Sonora y estrenadas todas ellas por el ensemble gallego el pasado mes de noviembre en el festival vertixeVIGO15; partituras que responden a la voluntad internacionalista de Vertixe Sonora, así como a su aspiración fundamental: hacer del territorio gallego un espacio de creación y diálogo con las últimas tendencias musicales, seña de identidad que mantiene con encomiable fe su director artístico, Ramón Souto, desde el nacimiento de Vertixe en 2011. Como en su día afirmó Souto, se trata de transformar el «provincianismo paralizante en una imagen estimulante y atractiva de una Galicia culta y moderna»...
...nada de provinciana (mucho menos, de paralizante) tenía la primera partitura hoy interpretada, Bat jamming (2015), obra de Elena Rykova (Ufa, 1991). En la entrevista que para Mundoclasico.com realizó a Rykova nuestra compañera Ruth Prieto, cuando la compositora rusa se alzó con el Premio Internacional Frederic Mompou de Jóvenes Compositores en 2015, Rykova se definía como una creadora poliédrica, una autora que había dejado atrás las influencias de Stravinsky o Prokofiev que en su adolescencia la habían marcado, y que sin duda ha ido sustituyendo (actualizando) por las enseñanzas recibidas de maestros de nuestro tiempo como Franck Bedrossian, Chaya Czernowin, Beat Furrer, Marc Andre, Pierluigi Billone y un tan largo como proteico etcétera.
Todo ello es audible en Bat jamming, partitura para piano y dos intérpretes en la que Rykova enfatiza el discurso tímbrico además del aspecto performativo de la misma, con una componente que diríamos teatral, coreográfica, ya desde el enfrentamiento de los pianistas a ambos lados de un instrumento que hacen girar en escena; rotación de la que debería sintetizarse un primer paisaje textural fruto del roce de las ruedas contra el suelo, algo en la tarima del CGAC totalmente apagado, con lo cual el arranque sonoro de la pieza quedó un tanto deslucido en comparación con las texturas al roce alquitaradas en el concierto de vertixeVIGO15 en el que Bat jamming se estrenó. Estamos ante un piano no tanto preparado, sino intervenido; si bien comparte con el piano preparado un sentido cageano por el carácter netamente percusivo del mismo, aquí activación del arpa del instrumento con diversos objetos, entre los que cuencos, imanes y baquetas capitalizan los elementos de percusión y roce contra cuerdas y caja. El estudio de las resonancias del arpa al ser movilizada alcanza pasajes de gran belleza, desvelando procesos de energía y poniendo en primer plano lo gestual, la inmediata vinculación de ataque y epifanía sonora tan propia de la composición actual. A una plétora de recursos técnicos de ya largo recorrido, Rykova añade elementos más recientes, como los imanes cilíndricos que los músicos colocan verticalmente sobre las cuerdas del piano en distintas alturas, cuya oscilación produce sonidos en glissandi de naturaleza cuasi-electrónica, muy atractivos, indefinidos y sugerentes.
Esa oscilación constante del sonido, el rebote del eco contra las cuerdas y la caja del piano, produciendo una superposición abigarrada de reverberaciones, no sólo se ha de comprender como el objeto físico que es, sino que entra dentro de lo programático, si a la inspiración de la partitura nos referimos, con esas interferencias de murciélagos a las que el título se remite, aquí dos músicos lanzados a la ecolocación por medio de la activación de semejante plétora ruidista, desplegada por dos de los puntales de Vertixe Sonora: el pianista David Durán y el percusionista Diego Ventoso, soberbios ambos, plenos de rigor y seriedad, además de certeros en modos de ataque, coloración del instrumento, y control métrico para dejar los lapsos temporales suficientes de modo que el eco reverberase en la caja del piano entre la acción instrumental y la percepción de la misma (para el murciélago, crucial a la hora de medir las distancias en la naturaleza; para nosotros, hoy, tan relevante para tomar conciencia de que estábamos esta tarde un poco más cerca de la escena europea actual).
La interpretación de Bat jamming en el escenario del CGAC pudimos seguirla tanto observando a los músicos que intervenían el piano, como a través de una pantalla en la que se proyectó el registro de una cámara de vídeo directamente enfocada a la caja del piano, gracias a lo cual el público pudo discernir las técnicas que dan lugar a los paisajes tímbricos que Rykova nos ofrece. No constituyen dichas técnicas, repito, novedad en un terreno tan abonado al experimentalismo como el de la música actual (en los conciertos de Vertixe Sonora prácticamente nada resta con lo que atacar al piano), pero sí hay que reconocer a la compositora rusa el haber tramado una escultura sonora bella, heterogénea, vibrante, en la que cuerpo, instrumento y discurso de la contemporaneidad reverberan sinérgicamente. Ello es mucho más de lo que a estos seis últimos meses nos habían confinado musicalmente en Compostela, sumidos en lo más tautológico de una tradición canonizada desde tanta batuta-hisopo.
La segunda partitura suponía nuestro reencuentro en Correspondencias sonoras con Andrés Nuño de Buen (Ciudad de México, 1988), compositor al que ya escuchamos en el CGAC, el 16 de diciembre de 2014, el estreno de su obra para acordeón y cinta Nudo (2014). Si en su día sosteníamos que la tensión armónica era la principal característica de Nudo, esto vuelve a ponerse de relieve en Tendón (2015), el cuarteto para saxofón, acordeón, contrabajo y percusión que hoy escuchamos; una pieza sin la radicalidad tímbrica de Bat jamming, ni su vertiente teatral, pero que presenta un trabajo estructural y un refinamiento compositivo de mayor calado que el expuesto en Nudo hace año y medio. Tal y como Ramón Souto comentaba al finalizar el concierto, Tendón es un gran caleidoscopio de la forma, una proliferación de cristales sonoros que cambian sus texturas y reflejos a cada compás, dentro de un movimiento perpetuo. Souto, que es un buen conocedor de la partitura, pues ya no sólo se involucra en su análisis -como con todas las presentadas en Correspondencias sonoras-, sino que él mismo dirigió Tendón en noviembre de 2015, dentro del festival vertixeVIGO15 (aquí el cuarteto se interpretó sin dirección, coordinados los miembros de Vertixe con claqueta), destaca en su entramado detalles de gran sutileza, como los armónicos atacados continuamente en un contrabajo amplificado, apenas audibles, pero de gran importancia a la hora de crear esas texturas, de amalgamar armónicamente un conjunto en el que otros timbres se funden de forma más directa y audible, como los registros agudos de acordeón y saxofón; todo ello con un trabajo de fondo también muy sutil en vibráfono y tam-tam, que ponen los acentos de mayor relieve y diferenciación rítmica en Tendón.
Andrés Nuño de Buen reconoce que al elaborar la partitura tenía en mente «la intención de trabajar con formas musicales estáticas que sean capaces de generar experiencias de escucha dinámicas. Pensar en términos de forma desde un enfoque más cercano al de la escultura que al del drama o la narración y configurar objetos sonoros de propiedades que permanecen intactas durante la pieza pero que requieren del tiempo para ser percibidas como tales»; así como «concebir estos objetos como cuerpos flexibles, cargados de energía contenida. En ellos no hay desbordamiento, explosión o transformación; sólo deseo, anhelo de erupción, de verter esa energía en otro cuerpo, en otra forma: tensión y distensión física como principio fundamental». Sin duda, la interpretación de Vertixe consiguió implosionar el sonido de este modo, contenerlo, hacerlo palpitar dentro de una transformación constante que, en su general extatismo, no ha dejado de mostrar cristalizaciones, iridiscencias y auras cromáticas.
Por último, del compositor turco Murat Çolak (Eskişehir, 1984) escuchamos Râh (2015), partitura para piano, saxofón, acordeón, violonchelo, contrabajo, percusión y electrónica estrenada en vertixeVIGO15, donde su creador también la presentó mediante una ponencia. Râh me ha parecido la página más potente de las programadas esta noche, con su fuerza y dinamismo constantes, que arrastra a todo un ensemble sin contemplaciones, impelido a un movimiento febril. Ésta que Çolak dice «reflexión sobre la peregrinación y el viaje en las sociedades contemporáneas» me ha recordado a un lienzo que estos días se expone en España, en el Museo Picasso de Málaga, el Mural (1943) del genial expresionista abstracto norteamericano Jackson Pollock, por su torrencialidad e informe acumulación de materiales superpuestos, amalgamados, arrojados al espacio-tiempo, con una pauta rítmica acechante, que tan sólo conoce compases de suspensión en sus pasajes centrales, en lo que parece un descanso en esta peregrinación acústico-espiritual.
Aunque los motivos musicales sean sencillos, además de expuestos en su arranque de un modo obsesivo, puro ostinato, sus texturas y coloración están alteradas de forma que en cada nimia variación la tímbrica instrumental sintetiza paisajes no convencionales, ya sea un saxofón cuya campana se tapa con papel de aluminio; un contrabajo que en el puente tiene emplazadas una serie de pinzas sujetapapeles; de nuevo, papel de aluminio sobre las membranas de los bongoes; tarjeta de plástico rozada en arpegios contra el fuelle del acordeón; arco frotado contra el canto de los crótalos; o un gran bombo activado con super-ball, sobre cuya membrana el percusionista sitúa dos platos invertidos que frota con arcos, activando la misma igualmente con un masajeador eléctrico (particular set de percusión al que se une caja china). Por tanto, todo un entramado textural de lo más diverso, y no porque la instrumentación sea poco habitual, sino por la preparación de la misma. La electrónica refuerza esa direccionalidad móvil, adquiriendo gran protagonismo en los pasajes en suspensión: compases de silencio instrumental en los cuales la electrónica se convierte en un resuello sordo, grave, amenazador, cual un alto en el camino. Es por ese carácter mistérico, por la conjunción de movimiento impelido, espiritualidad y misterio, por lo que también me ha recordado Râh los planteamientos fílmicos, poéticos y conceptuales de otra obra de la que estos días se ha hablado mucho en Galicia, tras el premio recibido en Cannes por su director: Mimosas (2016), la cinta rodada en Marruecos por el realizador gallego Oliver Laxe...
...sería éste otro buen ejemplo de excelencia a cargo de un creador gallego, como la que Vertixe Sonora nos ha regalado esta noche en su concierto inaugural de Correspondencias sonoras en 2016, ya fuera a nivel artístico, ya interpretativo, algo que mereció una cerrada ovación por parte de un público entre el que se encontraba el nuevo director del CGAC, o la directora gerente de la Cidade da Cultura: ese faraónico proyecto hipersubvencionado que lleva años desatendiendo la música de creación actual, más pendiente como lo está ahora de la moda, el diseño y lo fashion (!). Más nos valdría que la escena cultural la liderasen gestores y/o creadores con otra altura de miras artística e intelectual; pues, de lo contrario, seguiremos en la penumbra auricular de esta ciudad muerta: una Compostela tan desnortada como sus Xornadas de Música Contemporánea acaban de mostrar, recién presentadas, en lo que parece todo un homenaje al -ismo, y no los de las primeras vanguardias, sino al localismo, al amateurismo, al reiteracionismo, al anacronismo, etc-ismo, etc-ismo, etc-ismo. Como contrapunto a tal descalabro, el próximo 28 de junio Vertixe Sonora regresa al CGAC con cinco estrenos mundiales, de nuevo convertidas sus propuestas en centro de experimentación e interacción artístico-musical; proceso de ensayos y diálogo con los compositores al que el público gallego está, como en ocasiones anteriores, invitado.
Die tote Stadt
A lo largo del pasado año, fueron varias las ocasiones en que me referí a la necesidad de regeneración que la ciudad de Santiago de Compostela precisaba en distintos órdenes, comprendiendo entre ellos lo político, lo cultural y lo musical (ámbitos tan indisolublemente intrincados en una sociedad, la compostelana, en la que lo público -sea Estado, Xunta, Diputación, Ayuntamiento, o Consorcio- es el principal promotor/programador cultural)...
...transcurridos doce meses desde las elecciones municipales, es la apatía lo que caracteriza a este nuevo periodo político; una apatía en alto grado derivada de la inacción cultural desde el consistorio santiagués, reducida su actividad a un más-de-lo-mismo, algo que en el relicario jacobita que conforma Santiago de Compostela supone caer en una programación mayormente rutinaria, falta de ambición artística en lo musical, dilapidando no sólo ingentes cantidades de fondos públicos cada año en propuestas reiterativas, sino descolgándonos de una contemporaneidad musical que nunca ha generado rechazo en los conciertos a los que ésta se ha asomado, sino interés y aplauso. Es así que, visto el triste estado de cosas que padecemos, tengo que tomar prestado a Erich Korngold el título de su ópera Die tote Stadt para describir lo que resulta más que preocupante, pues un cuarto de legislatura se lleva consumido sin que cambios sustanciales se hayan vislumbrado, más que el dejar ir-tirando (arrastrando) lo que ya había (cuando no, depauperándolo). La demora y/o no designación de cargos cruciales en Compostela, como la dirección técnica de la Real Filharmonía o la dirección gerente del Auditorio de Galicia, unida a la incapacidad para crear en dicho espacio una verdadera casa de la música equiparable a las que centralizan en otras urbes europeas las programaciones musicales (y sirven a los melómanos de referente, ya no sólo físico, sino artístico y didáctico para la formación de nuevos públicos), nos siguen abocando a una cosificación de estructuras institucionales marcadas por una concepción musical cada vez más pobre y esclerótica, habida cuenta que al descalabro económico sufrido en la última década no se ha sabido contraponer creatividad, ambición artística, lucidez intelectual, o cooperación entre instituciones y agentes sociales renovadores.
Precisamente, una y otra vez se reclama por parte de los nuevos partidos políticos -incluido el que ahora ostenta la alcaldía compostelana- la participación de la sociedad civil para dinamizar la escena cultural. En el ámbito gallego, si una iniciativa en el campo de la música culta ha renovado nuestra escena en el último lustro, ésa ha sido la de Vertixe Sonora Ensemble; agrupación que -me consta- se ha topado reiteradamente con las trabas y los obstáculos que supone una vida cultural tan tutelada por lo institucional como la gallega (aunque casi resulte preferible que Vertixe Sonora sea una entidad privada con independencia y autonomía; pues, de ser una iniciativa pública más, no es descabellado pensar que hubiese engrosado ya el silente panteón del olvido, como otras propuestas en el ámbito gallego de la música contemporánea: ese encadenamiento de proyectos frustrados, sin la necesaria continuidad y apuesta por lo actual desde lo público, eludiendo con empecinamiento el situar los debates sobre la creación contemporánea en nuestros auditorios de referencia, junto al grueso del público como principal destinatario; algo aquí convertido en la marginalidad de fechas y espacios a las que se lo confina: motivo principal de su limitado seguimiento)...
...frente a tal panorama de estancamiento, continuismo y falta de ideas, nos encontramos en el Centro Galego de Arte Contemporánea con uno de los escasos ciclos que insufla nuevos aires cada año a la creación musical en nuestra ciudad, fomentando de un modo decidido la composición actual y la vivacidad artística, ejerciendo de interlocutor entre diversos contextos geográficos para situar a Galicia en el mapa de la música contemporánea, básicamente gracias al esfuerzo de Vertixe Sonora, cuya proyección internacional no deja de crecer (como sus nuevas citas en el extranjero demuestran este año). La sexta edición del ciclo Música y arte. Correspondencias sonoras es un magnífico ejemplo, pues a lo largo de 2016 dieciocho compositores y compositoras (en su mayoría nacidos en las décadas de 1970 y 1980), provenientes de Rusia, México, Turquía, Ecuador, Suecia, España, Brasil, Argentina, Tailandia y los Estados Unidos, mostrarán en Compostela algunas de las tendencias más vivas de la música actual, con un total de quince estrenos absolutos; es decir, una suma mayor, en tan sólo tres conciertos, que los efectuados por las orquestas profesionales gallegas (mucho más dotadas presupuestariamente) en varias temporadas.
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