DVD - Reseñas

Una Favorite que reivindica la dignidad de la mujer

Raúl González Arévalo
martes, 21 de noviembre de 2017
Donizetti: La Favorite, grand opéra en cuatro actos (1840). Elina Garanča (Léonore), Matthew Polenzani (Fernand), Mariusz Kwiecień (Alphonse XI), Mika Kares (Balthazar), Elsa Benoît (Inès), Joshua Owen Mills (Don Gaspar). Bayerisches Staatsoperchor. Bayerisches Staatsorchester. Karel Mark Chichon, director. Amélie Niermeyer, dirección escénica. Subtítulos en francés, inglés, alemán y español. Formato vídeo: NTSC 16:9. Formato audio: PCM Stereo, DTS 5.1. 2 DVD de 157 minutos de duración. Grabado en la Bayerische Staatsoper de Munich (Alemania) del 31 de octubre al 6 de noviembre de 2016. DEUTSCHE GRAMMOPHON 440 073 5358. Distribuidor en España: Universal.
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La suerte discográfica de La favorite ha sido extraña, si se tiene en cuenta que está considerada una de las obras maestras de su compositor, Donizetti. Las primeras grabaciones fueron en la horrenda traducción italiana y con enormes cortes que desfiguraban la partitura, hasta que en 1977 Richard Bonynge la grabó completa (Decca). Lástima que la negativa de Pavarotti a cantar el papel de Fernando en francés diera al traste con la intención del director australiano de grabar la versión original estrenada en París. Para eso hubo que esperar a 1991, cuando el Festival Donizetti de Bergamo programó la recién publicada edición crítica de Rebecca Harris-Warrick y las funciones fueron grabadas por Ricordi. Desafortunadamente los resultados artísticos no acompañaron las buenas intenciones. Los resultados deseados se alcanzaron en 1999, con la grabación de RCA, con Ramón Vargas y Vesselina Kasarova dirigidos por el llorado Marcello Viotti.

Tampoco en DVD la obra ha corrido mejor suerte. Hasta hace apenas una década no salió a la luz la grabación de 1971 en Tokyo con unos sensacionales Alfredo Kraus, Fiorenza Cossotto, Sesto Bruscantini y Ruggero Raimondi dirigidos por Oliviero de Fabritiis, en italiano y con cortes (VAI). Hasta hace dos años no hubo disponible en formato audiovisual ninguna producción en el original francés, cuando Opus Arte sacó al mercado la producción del Capitole de Toulouse, con un reparto potente, en particular los excelentes Kate Aldrich y Ludovic Tézier, dirigidos por Antonello Allemandi eficaz, aunque lastrados por una dirección escénica tradicional y estática. Ahora llega al mercado la primera grabación moderna, con una producción rompedora y una estrella mediática al frente: Elina Garanča.

Después de la excelente Giovanna Seymour junto a la Anna Bolena de Netrebko (DG), la mezzosoprano letona es la principal razón de ser de la publicación de este nuevo Donizetti en su discográfica exclusiva, pero no es el único punto de interés de la grabación. La voz de la cantante ha evolucionado hasta hacerse poderosa y dramática, con unos graves rotundos, sin perder pujanza en los agudos y flexibilidad para la coloratura. Por todo ello ha grabado Léonore en un momento ideal de madurez vocal y artística. Desde el aria del tercer acto hasta los dúos y los números de conjunto, domina el reparto y las complejas estructuras musicales ideadas por Donizetti con absoluta solvencia. Compone una protagonista fuerte, aunque incapaz de escapar a sus circunstancias, y la producción escénica le ayuda a ello, en mayor medida que la producción más clásica e inerte que rodeó a Kate Aldrich. Con frecuencia se la ha tachado de fría. Basta verla actuar en la pantomima que se ofrece en lugar del ballet –reducido– para conceder que, al menos en esta ocasión, hay una mayor implicación con su personaje, aunque siempre con cierta contención.

A su lado Matthew Polenzani es un excelente Fernand, con un francés impecable y un instrumento lírico con ribetes ligeros que casan como un guante al protagonista. Afronta todas sus arias con gran aplomo y seguridad, los agudos son firmes y el intérprete matiza constantemente la línea de canto en busca de una gran expresividad. Más logrado que Yijie Shi en Toulouse (pero no que Ramón Vargas, que sigue siendo mi opción favorita en francés), el italoamericano se impone como la mejor opción de formato vídeo en la versión original gala (solo podemos soñar lo que habría hecho Kraus).

Más duro lo tenía Mariusz Kwiecień como Alphonse XI. Ludovic Tézier es el gran barítono actual del repertorio francés y conjuga a la perfección el estilo belcantista con las exigencias estilísticas y lingüísticas de la escuela francesa, que Donizetti combinó de un modo único. El barítono polaco es un intérprete muy sólido, menos idiomático que el francés, pero muy notable belcantista. Y si no alcanza la excelencia que exhibe en el repertorio ruso (Onegin), es un magnífico actor que asume la visión de un personaje despojado de toda nobleza regia para convertirse en un rudo macho ibérico.

El personaje de Balthazar es complicado: no es un comprimario, pero no tiene aria solista que lo confirme en el rango de protagonista. Afortunadamente, con frecuencia es encarnado por intérpretes solventes, y de nuevo es el caso. A Mika Kares solo le falla en el aspecto visual la juventud, que le hace parecer el hermano pequeño y no una figura paterna del protagonista. Vocalmente aporta la autoridad y solidez que requiere el personaje. Muy bien Elsa Benoît como Inès, un personaje básicamente insustancial que sirve de apoyo dramático a Léonore, aunque la producción escénica le saca un partido insospechado.

El coro y la orquesta bávaros suenan con la brillantez a la que nos tiene acostumbrados, no en vano se trata de una de las primeras formaciones de Centroeuropa. La dirección de Chichon es competente y obtiene bellas sonoridades, aunque algunos tiempos pecan de lentitud, decayendo la tensión dramática de algunos momentos musicales clave, como los dúos entre Fernand y Léonore en el primer acto, y entre Léonore y Alphonse en el segundo. Por el contrario, los finales de acto, con sus grandes escenas corales, sí transmiten la fuerza dramática que requiere el clímax musical ideado por Donizetti.

Amélie Niermeyer propone una puesta en escena actualizada, bastante fea en cuanto a la estética de la escenografía. Domina la falta de iluminación, que en algún momento incluso dificulta el visionado del DVD. El vestuario insinuante en el caso de Léonore puede resultar vulgar por lo que explicita y no sugiere. A cambio se subraya en todo momento un mensaje claro: la situación de abuso sufrido por la protagonista, reducida a objeto de deseo. En este sentido, la pantomima a la que se reduce el ballet es muy elocuente en el tratamiento que recibe como amante de un rey que encarna al hombre que se cree con derecho a todo sobre una mujer. Y no solo por ser rey.

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