Si hay un compositor clave en la trayectoria de Anton Bruckner ese es sin duda Franz Schubert. Más allá de la mera admiración de partida, de la influencia a nivel formativo o de las evidentes concomitancias socioculturales, Schubert supone para el organista de San Florián su pilar romántico indiscutible (más robusto aquí que un Beethoven, cuyo impacto en Bruckner es más a nivel formal que de fondo) equivalente al de Bach a nivel contrapuntístico y de desarrollo compositivo.
De ahí que sea todo un acierto el hecho convocar a ambos compositores austríacos en un mismo programa de concierto, en este caso con sus respectivas terceras sinfonías (recordemos, en el caso de Bruckner, sus dos primeros esbozos sinfónicos, ninguneados por el propio autor, que se suelen clasificar como sinfonías 0 y 00). Evidentemente la liviana Sinfonía nº 3 de…
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