DVD - Reseñas
Gloriana Devia
Raúl González Arévalo
Roberto Devereux, el título que cierra la mal llamada Trilogía Tudor de Donizetti, es el más consistente desde el punto de vista dramático. Con seis grabaciones, de las que cuatro han aparecido en la última década, comparte cabeza de triunvirato con Maria Stuarda y ambas superan a Anna Bolena, títulos con los que comparte planteamiento musical: la necesidad de una prima donna assoluta para la protagonista y un reparto solidísimo, cuando no de igual carisma, para que el mecanismo teatral rinda como debe.
Afortunadamente, es el caso que nos ocupa. Tanto es así que el lanzamiento de Dynamic se sitúa por derecho propio a la cabeza de la videografía ex aequo con la grabación del San Carlos de Nápoles de 1997 con un cuarteto estupendo en los papeles femeninos (Pendatchanska y Komlosi) e imbatible en el masculino (Sabbatini y Servile). Beverly Sills estaba soberbia como actriz y muy desgastada como cantante en 1975, mientras que Edita Gruberova, amanerada, nunca convenció. Por su parte, Dimitra Theodossiou (2006) tuvo otras encarnaciones muy superiores a la grabación de Bérgamo.
Mariella Devia ha sido la gran Elisabetta de los últimos años, al punto de merecer nada menos que dos grabaciones prácticamente consecutivas, desde Madrid (BelAir Classiques) y esta desde Génova, con dos composiciones vocales idénticas, pero con visiones escénicas diametralmente opuestas, innovadora la del Real, tradicional la del Carlo Felice. La soprano de Imperia ha cerrado su carrera fonográfica con este registro, si es que no aparece alguno con Norma. Una carrera gloriosa que no ha tenido el justo reflejo en disco y DVD, aunque este Donizetti refleja sin duda el ápice de su maestría artística. Con una edad en la que muchos no están en activo, Devia mantiene la calidad instrumental de su línea de canto intacta, con una afinación perfecta, un fiato descomunal, legato de manual, ataques limpísimos, dicción clarísima y acento expresivo perfectamente en estilo, cuyo máximo exponente se encuentra en el aria “Vivi ingrato”. Respecto a años anteriores apenas se observa un mayor prudencia en la coloratura más rápida (la explosión “un lampo orribile”), pero que no afecta en otros momentos clave por el tempo más lento ideado por el compositor para las cabalettas, en especial la que cierra de manera espectacular la obra, “Quel sangue versato”, broche de oro para una escena y una composición antológica. Soberbia.
Sonia Ganassi ha hecho de Sara uno de sus caballos de batalla y una década después de su grabación referencial para Opera Rara no teme la confrontación consigo misma, a pesar de haber asumido riesgos como haber cantado numerosos papeles Colbran. Siempre ha estado cómoda en los papeles de mezzo aguda de Donizetti (merece la pena conocer su Giovanna Seymour), donde puede lucir un registro agudo fulminante, pero también un centro mórbido y una personalidad que casa a la perfección con la del bergamasco.
Stefan Pop es si duda la gran revelación del registro. La competencia es dura, en particular por Sabbatini y más recientemente por Kunde, pero supera a ambos en juventud vocal y actoral, lo que le hace más creíble, y apenas se sitúa por detrás en elegancia en la línea de canto. La solidez del centro y del registro agudo, una dicción sobresaliente y una técnica muy sólida le permiten matizar a placer una prestación estupenda que culmina con el aria de la cárcel. El menos singular –es un decir al lado de tanto derroche– resulta el Nottingham de Mansoo Kim, y no por falta de méritos vocales, con una bella voz baritonal y perfecta emisión italiana, cuanto por un menor impacto dramático.
No conocía a Francesco Lanzillotta, pero tomo nota por lo bien que sabe equilibrar una partitura belcantista de instrumentación rica con las necesidades de las voces, a las que apoya y sostiene en todo momento, a pesar de un inicio en la obertura un tanto lento que hacía temer por el pulso dramático el resto de la obra. Afortunadamente conjura esas sensaciones y alterna perfectamente los momentos más tensos –muy bien el segundo acto– con los más líricos –el tercero–.
El espectáculo termina de redondear la grabación porque hay teatro, algo de lo que demasiadas veces se acusa de no existir con el belcanto romántico. El responsable de sacarlo adelante es Alfonso Antoniozzi, que sin duda se beneficia de su propia experiencia como cantante y del conocimiento del repertorio y del compositor. El tratamiento actoral de los personajes a partir de una puesta en escena acorde con el tiempo histórico original tiene presente en todo momento la circunstancia teatral, culminando, como no podía ser menos, en la escena final, con una reina demacrada y decadente, privada de los artificios de presentación ante la corte. Sin duda, una grandísima opción para acercarse a la obra.
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