España - Castilla y León

Amor, vida y rol de mujer

Samuel González Casado
miércoles, 26 de agosto de 2020
PaulaMendoza © 2020 by Festival de Teatro de Calle de Valladolid PaulaMendoza © 2020 by Festival de Teatro de Calle de Valladolid
Valladolid, sábado, 22 de agosto de 2020. Claustro del Museo de Escultura. Festival de Teatro de Calle de Valladolid. Natural selection. Música: Jake Heggie; texto: Gini Savage. Paula Mendoza, soprano; Irene Alfageme, piano. Marta Ruiz de Viñaspre, dirección escénica. Ocupación: 100 %.
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El ciclo de cinco canciones Natural selection, del compositor Jake Heggie y la poetisa Gini Savage, tiene un desarrollo temático que remite inmediatamente a Amor y vida de mujer, de Schumann. Se indica la evolución de una figura claramente femenina desde las primeras fases de descubrimiento, como niña (Creación), hasta una especie de superación de esa misma naturaleza evolutiva: un nuevo estado representando en la naturaleza y la conexión con ella en soledad (Gozo en soledad [conexión]). Mientras, se ha transitado por la pasión cruda, agresiva y acaparadora (Pasión animal), la consciencia y reflexión sobre esa pasión (¡Ay! Hay algo que no..., donde la protagonista se compara con heroínas de ópera que se hubieran enamorado del personaje equivocado) y por cómo el amor en la estabilidad se deconstruye hacia algo desagradable causado por los roles sociales (Veranillo – Barba Azul).

El tratamiento escénico de Viñaspre es complejo dentro de la economía escénica: soprano y pianista son personajes, la primera como centro de su propia evolución, y la segunda como figura que parece justo lo que provoca las ataduras y decepciones del personaje central (esencialmente costumbres sociales, con toques matroniles o incluso de patriarcado).

La cantante lógicamente lleva todo el peso de la acción, y su cometido físico y dramático es excepcional: atada primero por la cintura a una estructura rectangular de metal por varios cordones, va reflejando su asombro en descubrimientos elementales con todo tipo de movimientos perfectamente coordinados, tan exactos como expresivos. El rectángulo metálico tiene un elemento transparente donde soprano y pianista pintan dos estructuras óseas, y a la vez contiene un árbol (de cuya base se obtiene la pintura) y una pequeña casa de madera.

La pianista abandona el piano para actuar como un director de orquesta mientras la protagonista pinta, y al principio se había acercado a la soprano para tirarle ropa y que se vistiera (ella no sabe cómo ponerse el sujetador y tiene que hacerlo esa figura masculina). Por tanto, en relación a los poemas, la utilización de los elementos escénicos queda justificada, y también está lejos de ser rutinaria: con poco se consigue mucho, en una especie de visión conceptista y simbólica que la acción dramática va desgranando.

El trabajo en conjunto de la soprano Paula Mendoza fue realmente meritorio: a la complejidad de sus movimientos se suma una partitura nada sencilla, en contra de lo que pudiera parecer. Su técnica de canto de adaptó de manera en general satisfactoria, con una expresividad que en ciertos momentos no fue canónica: se echa de menos cierta flexibilidad en la emisión que permita una colocación más precisa en el ataque, o una concepción más fluida dentro de los recursos del canto lírico, especialmente necesario en el mundo de la canción-lied, como es el de la adecuación creativa entre texto y color; aunque ella sabe jugar con los sonidos fijos para dar variedad a una música que, nacida con multitud de referencias, a veces se acerca al jazz o al musical.

Los grandes momentos de Mendoza, con la fantástica acústica del claustro, vinieron de cierta capacidad para contar íntimamente y sobre todo de su contraste con las descargas, donde las proporciones de los distintos elementos de los que nace el sonido se ajustaron de una manera satisfactoria. En Gozo en soledad (conexión) brilló con especial relevancia. La labor musical en conjunto fue destacable, con una pianista, Irene Alfageme, que siempre ha mantenido el listón muy alto y cuya labor fue, una vez más, impecable: estuvo increíble en Pasión animal y ¡Ay! Hay algo que no..., regalando una vez más su excepcional capacidad para enriquecer el discurso, desde el equilibrio y la adecuación a los distintos ambientes de las canciones, con todo tipo de sutilezas.

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