España - Galicia

Universo Macías

Paco Yáñez
jueves, 19 de noviembre de 2020
Vigo, sábado, 7 de noviembre de 2020. Conservatorio Superior de Vigo. Vertixe Sonora. Pedro Amaral, director. Enrique X. Macías: Estrofas; Antistrofas; Adhuc; Cadencias e Interludios / Percurso I; Itinerario de Luz. Ocupación: 100%.
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Tras una ruta musical que nos ha conducido, desde el pasado 18 de octubre, por Tui, Redondela, Mos y Vigo, el Festival de Creación Musical Contemporánea Vertixe Sonora clausuraba su octava edición con tres jornadas dedicadas al compositor gallego Enrique X. Macías (Vigo, 1958-95) con motivo del cuarto de siglo transcurrido desde su fallecimiento, efeméride que conmemoramos en un pandémico 2020 que ha condicionado sobremanera la celebración de este Universo Macías al que Vertixe nos ha conducido, por medio de ponencias, mesas redondas, el estreno del documental Enrique X. Macías. A lira do deserto (2020) —mediometraje de Manuel del Río a raíz del cual mundoclasico.com está publicando una serie de entrevistas en torno a Enrique X. Macías—, y los dos conciertos de los que en esta reseña les damos cuenta: dos citas que han posibilitado el reencuentro de la música de Macías con el ensemble que, a día de hoy —y de forma prácticamente única—, mantiene viva la memoria del compositor vigués sobre los escenarios.

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El primero de estos dos eventos, celebrado el sábado 7 de noviembre en el auditorio del Conservatorio Superior de Vigo, adoptó la forma de conversación-concierto, y estuvo protagonizado por el pintor gallego Amando González (Vigo, 1951) y por el violonchelista alemán Thomas Piel, que se adentró en dos de las partituras más difíciles de Enrique X. Macías, Estrofas (1993) y Antistrofas (1995/...), obras para violonchelo que Thomas Piel nos ofreció antes y después de escuchar las palabras de Amando.

Éstas incluyeron el relato de cómo Estrofas nació como un encargo del propio pintor para la inauguración de su retrospectiva Amando: pinturas e instalacións en el castillo de Soutomaior: una bella muestra que en los meses de noviembre y diciembre de 1993 se acompañó de instalaciones en las murallas y en los jardines del castillo pontevedrés, y que, dentro de la voluntad interdisciplinaria habitual tanto en los círculos del grupo Rompente como en los del colectivo Atlántica, se completó con dos catálogos diseñados por Juan Zaballa y con un concierto inaugural en el que Pierre Strauch —violonchelista del Ensemble intercontemporain parisino y habitual colaborador de Macías en los años noventa—, estrenó Estrofas, una partitura cuyo encargo sufragó Amando de su bolsillo (como los gastos del propio Strauch) por medio del intercambio de un cuadro con Enrique X. Macías (procedimiento habitual en el compositor vigués, como nos relatará en su entrevista Menchu Lamas, y gracias al cual Macías se hizo con una envidiable pinacoteca de arte gallego de los años setenta, ochenta y noventa de la que pasó a formar parte un cuadro de Amando —de gran formato y calidad, según nos contó el propio pintor, que valoró el afinado ojo de Macías a la hora de seleccionar el lienzo objeto de intercambio— que se unió a otra pintura previa de Amando que ya formaba parte de la colección de Macías).

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Entrañable y muy evocadora, la charla de un Amando que, desde la experiencia de su exposición en Soutomaior y el paralelo encargo y estreno (el 6 de noviembre de 1993) de Estrofas, nos exhortó a una mirada humanista en un momento, el actual, en el que el pintor vigués echa en falta ese enfoque artístico, cultural y ético en nuestro propio tiempo y entorno, haciendo dialogar a varias generaciones de su propia familia a través de sus recuerdos y palabras.

Por medio de éstas, Amando nos mostró el vacío que Enrique X. Macías había dejado tras su muerte tanto en su vida como en la escena cultural viguesa, algunos de cuyos eventos en el periodo de la Transición evocó con los programas de mano que en su charla mostró: en una presencia de documentos de época recurrente a lo largo de estas jornadas dedicadas a Macías, en las que hemos podido ver cómo muchos de los protagonistas de aquellas décadas conservan un gran número de catálogos y programas de mano entonces más habituales y cuidados en los eventos culturales (reivindicación a la que, este mismo mes, se sumaba Carlos Ginebreda en las páginas de mundoclasico.com).

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Abriendo y cerrando este evento, Thomas Piel se adentró en las endiabladas Estrofas y Antistrofas, partituras cuyo diálogo y desarrollo ejemplifican a la perfección el trabajo en forma de work in progress o rizoma evolutivo que Enrique X. Macías efectuaba entre las piezas que conforman su catálogo (modus operandi muy influenciado por Pierre Boulez y Emmanuel Nunes, si bien en Macías con una extensiva utilización del collage en forma de corta-y-pega). En el caso de las partituras que hoy nos convocan, el rizoma compositivo se extiende a una pieza precedente de la que Estrofas retoma materiales: el trío de cuerda Iubilæum (1993), una de las mejores páginas de Enrique X. Macías, de la cual el propio Pierre Strauch efectuó su estreno, como podemos escuchar en el doble compacto publicado en 2008 por Miso Records, con una portentosa grabación de Pierre Strauch efectuada en 1993 junto con la violinista Maryvonne Le Dizés y la viola Sabine Toutain. Lógicamente, el trabajo de décadas realizado por Pierre Strauch sobre Estrofas y Antistrofas —que incluye su grabación en estudio de esta última, el 16 de abril de 1995, junto con Miguel Azguime—, partituras que ha tocado en diversos festivales europeos, hace que su versión se mantenga como referencia ineludible y canon interpretativo de estas obras. Lo ofrecido por Thomas Piel resultó encomiable por su delicadeza y detalles, pero en contundencia y sonido no alcanzó los niveles de un Strauch con mayor experiencia en esta página, así como con un trabajo desarrollado con el propio Macías, compositor que escribió la partitura con Pierre Strauch en mente como destinatario, lo cual no es baladí.

Donde sí diría que hemos asistido a una lectura reveladora es en Antistrofas, partitura para la cual Enrique X. Macías desarrolló una electrónica en vivo a modo de sombra de la que no dejó un material especificado por completo, quedando la partitura abierta (como se ve por los puntos suspensivos dispuestos en su fecha: rasgo habitual en Macías cuando una pieza estaba, aún, en desarrollo), al punto de que hoy se considera dicho material electroacústico perdido o incompleto. Es por ello que Vertixe se ha propuesto desarrollar un «trabajo de investigación hermenéutico y filológico que permite rehacer la parte electrónica de la obra», tal y como explicó Ángel Faraldo, responsable del Estudio Phonos barcelonés, que se puso al frente de este proyecto, junto con Vertixe Sonora y Miso Music, de cara a recuperar, al menos, lo que conocemos por la grabación del año 1995 para Miso Records (MCD 019/020.08). Es por ello que, careciendo de un material determinado por el propio Macías, Ángel Faraldo ha procedido al modo de la música popular, partiendo de lo que sería oralidad de esta música: su registro fonográfico; para rehacer, a partir de dicha audición, una electrónica en vivo desarrollada por medios informáticos (procedimiento en el que Faraldo señaló que Macías había sido uno de los pioneros en España). Espacialización del material tocado por el violonchelo, así como congelación y alteraciones de sus alturas, conforman los procedimientos electrónicos desarrollados por un Faraldo que se ha convertido en uno de los grandes protagonistas de estos dos conciertos, ya no sólo por el excelente trabajo desarrollado en Antistrofas, sino por la soberbia electrónica que trabajó, un día después, en Cadencias e Interludios / Percurso I (1989-92/...), otra de las partituras en la que sus puntos suspensivos nos hablan de una obra en progreso.

Precisamente, es Cadencias e Interludios, junto con Itinerario de Luz (1994-95), una de las partituras del último Macías tomada por Ángel Faraldo como referente para dar un sentido a su reconstrucción de la parte electroacústica de Antistrofas, con los excelentes resultados que hemos escuchado en Vigo, que me han parecido, incluso, superiores a lo que se intuye en el compacto de Miso Records (cierto es que la espacialización en vivo favorecía sobremanera el adentrarse en ese trabajo electroacústico, de forma más disfrutable que la más comprimida toma en estéreo del año 1995). En su presentación de este proyecto de rescate, Ángel Faraldo habló de un proceso que se iría perfeccionando a lo largo del tiempo, y de esta lectura por parte de Vertixe como una primera aproximación desde esa base histórica, aderezada por un ligero punto de creatividad, algo que, en manos de Faraldo, es siempre garantía de musicalidad y buen hacer. Por tanto, en espera de conocer próximos desarrollos de Antistrofas, lo que hoy nos han ofrecido Thomas Piel y Ángel Faraldo es ya un trabajo muy sustancioso que hemos gozado sin pega alguna, adentrados en esas sombras errantes que tanto beben del último Nono; máxime, si se entreveran con la intrincada relación entre instrumento, sombra y espacio acústico como hoy hemos escuchado.

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Pasando ya al concierto de clausura de estas jornadas dedicadas a Enrique X. Macías, pudimos escuchar a Vertixe Sonora a las órdenes Pedro Amaral, director lisboeta que próximamente pasará por nuestra serie de entrevistas en torno a Macías, fruto de su anterior presencia al frente de Vertixe con partituras del compositor vigués de por medio en el marco de unas Xornadas de Música Contemporánea de Santiago de Compostela que hace dos años celebraban los sesenta años transcurridos desde el nacimiento del compositor. Como entonces, el programa estuvo compuesto por Adhuc (1992-93), Cadencias e Interludios / Percurso I, e Itinerario de Luz, y si bien observamos algunos cambios en la plantilla de Vertixe con respecto a 2018 (se incorporan en 2020 Almudena Arribas, viola; Thomas Piel, violonchelo; y Antonio Ocampo, vibráfono), los presupuestos interpretativos son muy próximos a los escuchados en el Centro Galego de Arte Contemporáneo en junio de 2018; es decir, lecturas notables a las que en Vigo les ha faltado, quizás, un plus de expresividad y vigor, algo que, en páginas como éstas, hace de Adhuc e Itinerario de Luz piezas algo frías en su riguroso y sesudo postestructuralismo. No ha faltado, eso sí, la habitual claridad que Pedro Amaral imprime a estas partituras, así como un buen pulso rítmico, si bien, escuchada de nuevo la grabación efectuada en 1995 por la London Sinfonietta de Itinerario de Luz, quizás le faltan a Vertixe algunos puntos para alcanzar la perfección del conjunto británico, en aquel registro, con Mark Foster al frente (he de destacar, eso sí, el gran solo de flauta a cargo de la portuguesa Clara Saleiro en Itinerario de Luz).

Mientras, Cadencias e Interludios / Percurso I muestra un trabajo mucho más profundo, personal y asimilado: el que el pianista gallego David Durán lleva desarrollando con esta partitura desde la primera vez que la tocó en público; precisamente, en el concierto del 25 de junio de 2018 en el CGAC compostelano. Tras aquel concierto, David Durán ha seguido madurando su interpretación, alcanzando en Vigo la séptima ocasión en que programa esta obra, habiéndose presentado con Cadencias e Interludios en Santiago de Compostela, Lugo, A Coruña, Seia, Indanha a Nova, Lisboa y Vigo. Este itinerario hispano-luso (tan próximo al recorrido vital del propio Macías a ambos lados de la frontera) ha servido para perfeccionar una lectura que en estas jornadas viguesas ha alcanzado su punto más alto en cuanto a precisión técnica (aunque, a nivel de emotividad, sigo pensando que los compases finales de su interpretación en el CGAC resultaron sobrecogedores). También ha ayudado, en esta ocasión, el contar con un piano de tronío, como el Bösendorfer Imperial del conservatorio vigués (aunque se trate de un instrumento que, a todas luces, necesita de un mejor mantenimiento, algo que demuestra el hecho de que para este concierto el piano precisó de ajustes importantes en sus pedales). Con tal instrumento, Durán ha conseguido una sonoridad mucho más amplia y reverberante, aspecto muy necesario en una obra en la que el silencio cobra tanta importancia como en Cadencias e Interludios; destacadamente, en sus compases finales, con el resonar sobre el silencio de las notas mi-re que Macías extrae del «ewig» de la mahleriana Das Lied von der Erde (1908-09). Pero, ya desde el comienzo mismo de la obra, con la poderosa y enfática presencia del tema derivado de Nobilissima Visione II / Postludios (1989-91) que recorre casi hasta su final Cadencias e Interludios, David Durán ha podido desplegar con este gran Bösendorfer un sonido más masivo, poderoso y expansivo; de nuevo, con una digitación endiablada y una potencia sin miramientos a la hora de reflejar ese gran diálogo y conflicto entre los sucesivos materiales que se imbrican y colisionan en este espejo de la memoria que es Cadencias e Interludios, con una especial mención, en cuanto a dificultad de la partitura, para esos primeros minutos en los que Macías retoma, de forma literal, pasajes de su endiablada Sonata (1986-89) para piano.

Como en el caso de Antistrofas, ha vuelto a resultar fundamental para tan buenos logros la participación en la electroacústica (cinta magnética y electrónica en vivo) de Ángel Faraldo, muy favorecido su trabajo por la acústica del Auditorio Martín Códax, de forma que en el que ha sido mi cuarto encuentro en vivo con las lecturas de David Durán (tras las de Santiago, Lugo y A Coruña) diría que su interpretación con Faraldo ha alcanzado un punto idóneo de presencia, en correspondencia con la que es una de las partituras para piano más importantes de cuantas se hayan compuesto nunca en Galicia. La efusiva reacción del público (muy especialmente) a la lectura de Cadencias e Interludios es una muestra evidente de ese alto nivel interpretativo desarrollado por David Durán, y que otras piezas de Enrique X. Macías en manos de Vertixe aún no han alcanzado. Sea como fuere, es un reto para el ensemble gallego el ir progresivamente aumentando su repertorio del compositor vigués, con partituras como la Sonata para piano, Nobilissima Visione II / Postludios (pieza que, pese a las dificultades técnicas derivadas de la pérdida de su parte electroacústica, me consta que Vertixe está en proceso de recuperar), o el fantástico trío Iubilæum. Serían tres formas estupendas, junto con las cuatro piezas que Vertixe Sonora tiene ya en repertorio, de mantener viva la memoria de uno de los compositores gallegos que, pasado ya un cuarto de siglo desde su fallecimiento, siguen resultando más atractivos, desconocidos y controvertidos.

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