España - Galicia
Piazzolla, AstorUn viaje en el tiempo
Maruxa Baliñas
El Festival Internacional de Música Pórtico do Paraíso de Orense alcanzado su décimo cuarta edición a pesar de los problemas que se le han planteado en los dos últimos años y que han hecho que sólo uno de los conciertos del festival haya podido celebrarse en Orense (aunque no en la catedral, como era habitual cuando menos para la inauguración), además de una presentación de un documental. El resto de los conciertos se han celebrado en diversos monasterios o iglesias de la denominada Ribeira Sacra, que precisamente está pendiente estas semanas de la declaración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO. Los lugares son idílicos, las facilidades para llegar, alojamiento, comodidades y acústica, no tanto. Ciertamente este tipo de conciertos en sitios tan bellos y a los que de otro modo a lo mejor no irías, son un aliciente, pero es que parece que en Galicia últimamente -fuera de las temporadas de abono de las orquestas- estos conciertos 'pintorescos' son los únicos que se ofrecen.
Disfruté mucho del concierto y debo decir que no iba muy predispuesta. Como gran parte de los que asistieron, tuve que conducir por una carretera de montaña, sin pintar y estrechísima, que estropeó todos mis cálculos de tiempo (apenas 20 kilómetros me llevaron 3/4 de hora y con una enorme tensión). Pero Daniel Ligorio (Martorell, Barcelona, 1975) supo conquistarnos desde el primer momento.
Aunque en la ficha he colocado las obras en su orden lógico, en realidad no las tocó así. Ligorio planteó un viaje en el tiempo para mostrarnos la infancia y adolescencia de Piazzolla en Nueva York, ciudad a la que su familia se trasladó cuando él tenía tres o cuatro años y donde vivió hasta los diecinueve años. Así que su recital comenzó una pequeña explicación, natural pero bien documentada, seguida del 'Otoño' de las Cuatro estaciones porteñas, simbolizando la llegada de la familia a Nueva York y la oscura casa en la que se instalaron. Allí Piazzolla se integró en el ambiente y aunque tenía algún problema físico, era parte de este mundo pandillero:
"De algún modo, lo que soy se lo debo a esos primeros años en New York. Aquello era el mundo que se vio en Los Intocables: la pobreza, la solidaridad entre paisanos, la ley seca, Eliot Ness, la mafia... En fin, yo era muy atorrante, no me gustaba mucho la escuela -me rajaron de varias- y andaba mucho por la calle. Ese ambiente me hizo muy agresivo, me dio la dureza y la resistencia necesarias para enfrentarme al mundo"
Y esta es la excusa para que Ligorio tocara completas las Danzas sinfónicas de West Side Story en un arreglo de Michael Hawley (1961-2020), un pianista norteamericano -además de destacado profesor del MIT (Massachusetts Institute of Technology)- que en 2002 ganó el tercer premio en el concurso Van Cliburn para aficionados (2002 Van Cliburn Piano Competition for Outstanding Amateurs), precisamente tocando esta obra, entre otras.
Tras un pequeño descanso, Ligorio nos explicó nuevamente el segundo capítulo, la relación de Piazzolla con Carlos Gardel, así como su adolescencia y la decisión de dedicarse a la música. Tocó entonces la 'Primavera' y el 'Verano' de las Cuatro estaciones porteñas -era un momento optimista- seguidas de la Rhapsody in blue de Gershwin, un resumen de los ritmos norteamericanos que tanto atraían a Piazzolla.
Finalmente la tercera parte consistió sólo en un pequeño relato en el que -partiendo de la muerte en el accidente de aviación de Gardel y sus acompañantes, el cual podría haber significado también la muerte de Piazzolla si su padre no le hubiera prohibido en el último momento que se fuera de gira con Gardel- termina con la vuelta de los Piazzolla a Argentina. La obra interpretada fue -lógicamente- el 'Invierno' de las Cuatro estaciones porteñas, y un bis que no identifiqué.
Este programa ya hubiera sido suficiente para hacer valioso el concierto, pero es que además Ligorio tocó muy bien. No es un pianista potente, y tampoco el piano que tenía -un Yamaha alquilado- ni el lugar le permitían grandes alardes, pero en cambio presenta una gran variedad dinámica y una independencia entre las manos que compensa perfectamente.
La segunda cualidad que destacó fue su naturalidad: casi siempre que escuché la versión pianística de la Rhapsody in blue fui muy consciente de su dificultad, pero Ligorio la tocó 'como si nada', con una sencillez y flexibilidad que hacía pensar que la obra no tenía nada de especial (y por cierto, me gustó más que la grabación que tiene en Warner de esta pieza, hecha en 2014). De este modo fue posible disfrutar de la línea improvisatoria con que Gershwin quiso dotar a su Rapsodia y del contraste entre las partes más brillantes y las más relajadas.
Por ello no es raro que ya entre la segunda y tercera parte del concierto, los aplausos fueron tan abundantes que a Ligorio le costó poder contarnos la historia antes de comenzar a tocar. El 'Invierno' lo planteó triste, aunque no dramático sino á la Bach, recordándonos el comienzo de la carrera musical de Piazzolla, quien como no tenía profesor de bandoneón en Nueva York, tocaba adaptaciones de obras de Bach.
Las Danzas sinfónicas de West Side Story resultaron muy interesantes y Ligorio mostró ya su flexibilidad rítmica y melódica, pero el arreglo de Hawley no me gustó demasiado, por momentos me pareció que se le podía sacar más juego al original, y en comparación con la riqueza de la Rhapsody in blue y de las Cuatro estaciones porteñas, obras escritas para el piano por sus propios autores, resultó pobre.
Respecto a las Cuatro estaciones porteñas de Pizzolla, al sonar en cuatro momentos distintos, perdieron un poco la continuidad, lo cual no fue necesariamente malo, porque nos permitió descubrir que funcionan perfectamente como obras independientes, que no es necesario hacerlas siempre como un ciclo. De la interpretación destacaría más bien lo que no se oyó. Cuando las toca Ligorio son una impresionante obra de concierto que permiten calificar a Piazzolla como uno de los grandes compositores del siglo XX, sin vergüenzas ni comparaciones.
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