España - Castilla y León
Mason Bates o la sorpresa acumulada
Samuel González Casado
Interesante concierto el dirigido por Lina
, colombiana de carrera estadounidense que actualmente es asistente de Riccardo en Chicago. Ya desde la obertura de La fuerza del destino se la apreció como depositaria de la tradición que tan bien ha sabido complementar el maestro napolitano.La versión fue excelente: precisa, apasionada y con las ideas clarísimas, primorosamente planificada y ejecutada. Fue, por tanto, una grata sorpresa ese nivel de compromiso en la primera obra del programa y, sobre todo, la afinidad de la directora con este repertorio, que puede deparar estupendas interpretaciones.
El violonchelista noruego Truls Mørk canceló (algo habitual en él), y fue sustituido por el británico Steven , que interpretó muy dignamente el Concierto para violonchelo n.º 1 de Dmitri Shostakóvich. Destacó en los momentos más agresivos, a los que dotó de un énfasis que transmitió convencimiento. En las partes más cantabiles se apreció una afinación poco precisa y cierta tendencia al ensimismamiento que no favorecieron esos pasajes, aunque por ejemplo la cadencia salió muy bien.
Lo mejor se escuchó en las partes rítmicamente potentes, donde Isserlis se transformaba en un espectáculo sonoro y visual, muy bien acompañado por una discreta (en mejor sentido) OSCyL y una directora muy profesional que aguantó muy tranquilamente algunas excentricidades del solista al término de la obra, como que él hiciera saludar a alguno de los músicos de la orquesta.
Por lo escuchado antes de entrar a la Sala Sinfónica Jesús López Cobos, Anthology of Fantastic Zoology y su autor,
Hay muchísimas sorpresas en esta obra, pero destaca la utilización de los profesores de cuerda como solistas individuales, lo que provoca todo tipo de efectos onomatopéyicos, y una percusión muy especial, repleta de momentos espectaculares que no se imponen a su contexto, sino que lo complementan. Se utilizan, además, pequeños motivos conductores que dan unidad y la vez colorean continuamente las descripciones, incluso para causar cierto agobio en sus contrastes entre bucolismo y sonidos poco eufónicos. La utilización de las maderas (difícil cometido) es compleja y a veces recuerda a Debussy; de hecho, la obra se nutre de estilos fácilmente identificables: Richard Strauss, Respighi, Copland, tradición jazzística…, pero utilizados de una forma muy especial, que resulta fresca y crea expectación continuamente.
Todas estas virtudes no evitan que los desarrollos, a mi parecer, sean un poco confusos: hay cierta acumulación de efectos brillantes en gran parte de la obra, y a veces esto se termina por hacer algo reiterativo, sobre todo en el tercio final. Tampoco hubiera venido mal la utilización de cierta “tensión clásica” que añadiera interés de una forma distinta a la del color orquestal, o alguna expansión melódica más elaborada. Tal cual, esta obra se escucha con muchísima curiosidad, a veces es una experiencia casi hipnótica y es difícil que se le haga aburrida a nadie; pero, pese a su increíble factura, no deja de habitar un espacio más bien decorativo, que en cualquier caso acepta y reivindica con entusiasmo.
Estupenda prestación orquestal y encomiable de Lina González Granados, segurísima en una obra que supongo conocería previamente a la fijación del programa, porque, desde su estreno en Chicago en 2015, ha sido interpretada por varias orquestas norteamericanas importantes. El éxito en el auditorio castellanoleonés fue reseñable, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de un estreno en España de una obra actual, lo que denota el buen olfato del gerente de la OSCyL para cumplir con el compromiso de música contemporánea de una manera muy documentada y con el máximo rédito.
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