Una de las apuestas de Carlos Domínguez-Nieto desde su llegada como titular al frente de la Orquesta de Córdoba ha sido la puesta en valor del patrimonio musical nacional en general, y el de la ciudad en particular. Y en este sentido ha realizado una notoria labor de pura investigación, especialmente en el campo del llamado género chico, trayendo a los atriles partituras de zarzuelas de notable relación con Córdoba, unas veces más formal como fue el caso de ¡Viva Córdoba! (zarzuela de Joaquín Quinito Valverde estrenada en 1902 y rescatada de los archivos de la SGAE por Domínguez-Nieto para su interpretación en 2019) y otras veces con una mirada a la ciudad más exógena como la de El patio de los naranjos (de Pablo Luna, estrenada en 1916 y rescatada el pasado mes de octubre).
En esta ocasión, y con el aforo del Gran Teatro de Córdoba…
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