España - Cantabria
Festival de SantanderSensibilidad humana
Maruxa Baliñas
En su gira veraniega por Europa el Bach Collegium Japan ha ido alternando dos programas distintos, uno dedicado a la Pasión San Juan BWV 245 y otro con cuatro cantatas (las nº 20, 94, 93 y 78). Empezó el 10 de agosto en Santander con el programa de la Pasión mientras en los días siguientes, en San Sebastián (11.08) y Torroella de Montgrí (13.08), interpretó cantatas. En los dos conciertos en Alemania alternó ambos programas, mientras en los Proms londinenses y en Innsbruck -donde finaliza su gira el 23 de agosto- optó las cantatas.
Personalmente me alegré de que el Festival Internacional de Santander hubiera presentado la Pasión San Juan, una obra preciosa aunque menos habitual que la de San Mateo y que de algún modo resulta más 'humana', en parte porque San Juan cuenta de un modo más 'novelesco' los acontecimientos pero sobre todo porque J. S. Bach elige un estilo más operístico para ella (algunos musicólogos defienden que Bach se trasladó a Leipzig entre otras cosas porque allí había teatro de ópera, aunque se cerrara antes de su llegada y no volviera a abrir hasta después de su muerte, lo cual además es coherente con que esta Pasión según San Juan, compuesta poco después de su llegada a Leipzig, sea tan 'operística')
Me hubiera gustado que el programa de mano indicara cuál es la versión que se tocó en esta ocasión, ya que Bach, tras su estreno en 1724 hizo varias revisiones y adaptaciones de esta Pasión según San Juan hasta la última en 1749 (la que suele interpretar , la llamada "cuarta versión", aunque Suzuki tiene tres grabaciones y en cada una plantea una versión distinta), aunque la más habitual en concierto es la de 1739-40. Y tampoco era posible deducirlo por el programa de mano porque se limitaba a indicar los cuarenta números de la obra y qué voces interpretaban cada uno, pero no el primer verso de cada número, por lo que era casi imposible seguir el desarrollo de la obra más que por el 'argumento', bien conocido en todo caso, que nos iban contando los subtítulos.
La interpretación del Bach Collegium Japan y Masaaki Suzuki fue muy gratificante desde todos los puntos de vista, y hasta la Sala Argenta pareció sonar mejor que en otras ocasiones, seguramente porque se planteó una ejecución direccional, orientada al centro de la sala.
Gran parte del éxito se debió a los cantantes: lógicamente Christian Immler (Jesús) y Benjamin Bruns (Evangelista) fueron los más destacados, pero la calidad del concierto en general se debió tanto o más a los 'secundarios', a los cantantes que salían desde el coro y a él volvían al terminar su solo. Sólo me parece discutible la elección de Alexander Chance para las partes de alto: soy consciente de que se considera más 'pura' la elección de un contratenor que una mujer, pero Chance tiene un timbre irregular y una emisión algo fluctuante, y al final de la segunda parte acusaba el cansancio, tuvo algún problema de fiato y parecían quedarle grandes los ornamentos. El tenor Shimon Yoshida, que hizo las partes de 'servus', tiene una voz bella -a destacar su aria, el nº 20 de la segunda parte- pero no siempre supo proyectarla, especialmente cuando cantó desde la parte del coro, algo que ocurrió también con algunas de las intervenciones menores de la soprano, el segundo bajo y otros miembros del coro.
Entre Immler y Bruns me cuesta hacer comparaciones. Bruns se lució en las agilidades y madrigalismos (que aún había unos cuantos, aunque ya fueran algo demodé en esa época) y controló muy bien la potencia de la voz, fue además un apoyo seguro para sus compañeros y consiguió ser el centro de la acción. Por su parte, Immler mostró un Jesús muy expresivo y humano y algunas de sus intervenciones resultaron francamente emocionantes y casi sobrecogedoras.
El coro no era muy numeroso, veinte voces con un claro predominio masculino puesto que la mitad de las contraltos eran voces de hombre (Chance incluido, que cantaba con el coro cuando no tenía solos). Comenzó algo rígido y con tendencia a descoordinarse en los finales de frase, pero a partir del primer coral (nº 3) fueron mejorando y al final de la primera parte ya nos habían proporcionado momentos muy placenteros. En la segunda parte de la Pasión su rendimiento fue aún mejor y acabaron compitiendo -en el buen sentido- con las arias de solista.
Suzuki, dirigiendo sin batuta y con gestos más dedicados al coro que a la orquesta, optó por unos tempi bastante lentos, lo cual fue una agradable diferencia con la moda de los últimos años, de hacer la música de la primera mitad del XVIII cada vez más ligera y desenfadada. Masako no es un (fundador del Bach Collegium de Stuttgart en 1965) ni un , el se fundó en 1990 y es un grupo con criterios actuales, pero mantiene en cierta medida la convención del Bach solemne y religioso. Aunque religioso no quiere decir ritualista, sino buscando ese humanismo que es común a todas las personas: Suzuki no quiere contar la historia de un dios en la tierra, sino de un hombre que sufre y al que le ocurren cosas, que se relaciona con su entorno, que tiene amigos y enemigos. Y es desde este punto de vista que se conjugan dos planteamientos musicales y espirituales que podrían ser heterogéneos y no lo son: en el Bach Collegium Japan hay más miembros japoneses que centroeuropeos, pero en su interpretación consiguen una sensibilidad común muy apreciable.
La orquesta utiliza instrumentos de época, pero sin rigideces. Llamaba especialmente la atención un contrafagot barroco, que al estar estirado medía más de tres metros y que -por cierto- era un instrumento recientísimo cuando Bach compuso esta Pasión según San Juan (de hecho, añade el instrumento en las versiones de 1739-40 y 1749). Destacó la pareja de flautas acompañando y dialogando con la soprano británica Carolyn Sampson en el noveno número, el aria, que fue uno de los momentos destacados de la primera parte. Más discreto resultó el cambio de los oboes a los oboes da caccia en la segunda parte, que no llegaron a imponer su timbre tan característico en medio de la orquesta.
Añadir por últimos que en los conciertos a los que he asistido en esta edición del Festival de Santander, la primera a cargo de Cosme Marina en sustitución de Valentina Granados, he notado un ilusionante incremento de asistencia de público. Ya no es que agote entradas, algo esperable, pero es que incluso este concierto del Bach Collegium Japan mostraba una sala prácticamente llena. Y eso que a priori la Pasión según San Juan es siempre menos atractiva para el público que la de San Mateo, mucho más conocida.
Comentarios