España - Asturias

Escalera de color

Samuel González Casado
viernes, 15 de septiembre de 2023
Manon © 2023 by Ópera de Oviedo Manon © 2023 by Ópera de Oviedo
Oviedo, domingo, 10 de septiembre de 2023. Ópera de Oviedo. Massenet: Manon. Sabina Puértolas (Manon), Celso Albelo (Des Grieux), Roberto Scandiuzzi (conde), Manel Esteve (Lescaut), Moisés Marín (Guillot), Pablo López (De Brétigny), Abraham García (posadero, portero, crupier), Ana Nebot (Poussette), María Heres (Javotte), Serena Pérez (Rosette), Gaspar Braña (guardia, jugador), Francisco Sierra (guardia, jugador), Elizabeth Expósito (sirvienta). Dirección de escena: Emilio Sagi. Dirección de coro: Pablo Moras. Coro Titular de la Ópera de Oviedo. Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Dirección musical: Nuno Coelho. Ocupación: 98 %.
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Efectiva y a veces inspirada representación de Manon, de Massenet, la que abrió la temporada de la Ópera de Oviedo

El elenco cumplió con creces su cometido, sin ningún punto negro, y la funcional puesta en escena de Emilio Sagi sirvió de adecuado continente para que la historia se desarrollara sin muchos sobresaltos, aunque desde luego hubo actos mejor diseñados que otros.

Todo partía de unas escaleras movibles por figurantes a la vista (hecho este bastante recurrente hoy en las puestas en escena) que formaban las distintas estancias, llevaban estampados motivos de El columpio, de Fragonard, y se constituían en metáfora del ascenso social y caída en desgracia de la protagonista. 

Manon, acto V, régie de Emilio Sagi. © 2023 by Ópera de Oviedo.Manon, acto V, régie de Emilio Sagi. © 2023 by Ópera de Oviedo.

Altas paredes con huecos rectangulares a modo de ventanas, junto con una parte de coro, enmarcaban estos elementos, que configuraron los espacios sin problemas en los actos primero, segundo y cuarto, mientras que en el tercero y quinto, más alegóricos, se echaron en falta soluciones adecuadas respecto a lo que la ópera pide. El cuarto se benefició de un significativo y estéticamente logrado contraste cromático entre los colores fríos del monasterio de Saint-Sulpice y el vivo rosa de Manon: los vestidos de la protagonista fueron variando de tono y ganando en intensidad a medida que transcurrían los actos, lo que evidentemente simbolizaba su trayectoria vital y personal. La cuidada iluminación fue un personaje más, y creó ambientes propicios, nunca accesorios, para cada escena.

Manon, acto IV, régie de Emilio Sagi. © 2023 by Ópera de Oviedo.Manon, acto IV, régie de Emilio Sagi. © 2023 by Ópera de Oviedo.

Respecto a la parte del canto, probablemente no fue la representación de mi vida, pero también es cierto que no hubo sobresaltos. Sabina Puértolas mostró su suficiencia habitual, sin bien algunas agilidades sonaban demasiado retrasadas y a algo raspadas, defecto más evidente en el acto primero. En las partes más líricas la soprano redondeó el centro y ofreció momentos muy logrados. En Adieu, notre petite table todo iba maravillosamente hasta que Puértolas se puso dramática en los graves, lo cual desgraciadamente rompió la línea de canto; y es que todos sabemos que hay que hacer algo con lo más débil cuando llega su momento, pero darle ese protagonismo es un error, y más fuera de estilo (por mucho que René Leibowitz escribiera que Manon se dirige hacia el verismo). Mayor coherencia mostró en otras ocasiones, como en Obéissons quand leur voix appelle, donde transmitió tanta sensibilidad como joie de vivre; o en los dúos de los actos cuarto y quinto, generosa, con fraseo muy trabajado y descargas imponentes. Como actriz, hiperactiva y manierista, no ayudó mucho a mi identificación con el personaje, que quizá habría salido favorecido con otro estilo más cercano.

Celso Albelo y Sabina Puértolas en el acto II de Manon. © 2023 by Ópera de Oviedo.Celso Albelo y Sabina Puértolas en el acto II de Manon. © 2023 by Ópera de Oviedo.

Buena prestación la del tenor Celso Albelo: su recordatorio tímbrico a Kraus no escondió las evidentes diferencias en cuanto a voluntad artística, mucho más rica y variada en Albelo. Sí es cierto que hubo momentos en que faltó algo de flexibilidad y emisión más útil (la posición en el centro no favorece transitar por la tesitura), pero en las arias su concepción fue irreprochable, con especial mención al Sueño, el momento más inspirado de la noche de todo el elenco. Su prestación actoral, monolítica, podría haberse mejorado: este Des Grieux y esta Manon formaban una pareja curiosa y con poca química.

El resto del elenco, destacable, realzó mucho la representación. Scandiuzzi impresiona aún hoy; el “primo” de Manel Esteve fue el personaje más coherente y variado; y el relamido Guillot de Moisés Marín, como perfecto personaje de la Comédie-Française clásica, todo un acierto. 

El coro y la orquesta sonaron fantásticamente, a lo que ayudó la ultraprecisa concertación de Nuno Coelho, muy incisivo en cuanto al ritmo pero lo suficientemente flexible para que los cantantes se sintieran cómodos. La elección de los tempi fue simplemente admirable. Lástima de algún corte probablemente por mor de la coherencia de la puesta en escena: la parte del soborno en el acto quinto transmite información de cierta importancia.

Disfrutable estreno, en definitiva, de Manon en la Ópera de Oviedo, apoyado en la siempre excelente organización y ese complemento imprescindible que es el libro de la ópera, aceptablemente editado con excepción del deslavazado minitexto de Sagi.

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