España - Madrid

Pulido, sin emociones

Maruxa Baliñas
jueves, 1 de febrero de 2024
Federico Jusid © Federico Jusid Federico Jusid © Federico Jusid
Madrid, domingo, 28 de enero de 2024. Auditorio Nacional. Sala sinfónica. Federico Jusid, Itinera 4.0. Tránsitos para metal grave concertante y orquesta sinfónica. Gabriel Fauré, Requiem op 48. Juan Carlos Matamoros y Jordi Navarro, trombón. Francisco Guillén, trombón bajo. José Francisco Martínez, tuba. Ariadna Martínez, soprano. Enrique Sánchez-Ramos, barítono. Sofía Martínez Villar, narradora. Coro (Miguel Ángel García Cañamero, director) y Orquesta Nacional de España. Edmundo Vidal, director.
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Normalmente el concierto matinal de los domingos en el Auditorio Nacional repite el mismo programa de los viernes y sábados, pero en esta ocasión se trataba de un concierto diseñado exclusivamente para el ciclo 'Descubre ... Conozcamos los nombres 02'. 

Según explicó la narradora Sofía Martínez Villar, responsable de la presentación del concierto, se trataba de la primera vez que se ofrecía un estreno en este ciclo de 'Descubre', que normalmente  presenta grandes obras de repertorio con unas explicaciones previas a la audición de cada una de las obras, un modelo de concierto que presentan regularmente muchas de las orquestas europeas y norteamericanas. 

Los alemanes suelen preferir ofrecer una charla previa a los conciertos, normalmente una hora o treinta minutos antes del concierto (algo parecido hace la Real Filharmonía de Galicia), mientras orquestas inglesas y norteamericanas tienden a este tipo de 'concierto didáctico' donde las explicaciones se insertan en el propio concierto, ese modelo que Bernstein ejemplificó maravillosamente en Young People´s Concerts, conocido en España como El Maestro invita a un concierto

Era la primera vez que escuchaba el nombre de Edmundo Vidal como director de orquesta y sólo al llegar al concierto descubrí que se trataba del trombón solista de la OCNE, y esta era una de sus primeras ocasiones como director de la OCNE. El desempeño de Vidal como director me pareció correcto, es bastante claro en los gestos, se notaba que había trabajado bien las obras y tenía ideas, pero por ahora me pareció demasiado 'novato' para hacer una auténtica valoración de su capacidad. España se está llenando de buenos directores de orquesta y es difícil saber si Vidal se convertirá en uno más de ellos o mantendrá su carrera como trombonista dejando la dirección como una faceta más de su carrera musical. Evidentemente aún le queda un amplio camino, pero en el caso de los directores de orquesta la edad no es un factor tan importante como en el virtuosismo instrumental, y lo importante es saber cuánta música lleva dentro Vidal. 

De trombones va el juego

La primera parte del programa estaba dedicado exclusivamente al estreno absoluto de Itinera 4.0.Tránsitos para metal grave concertante y orquesta sinfónica (2024) de Federico Jusid (Buenos Aires, 1973), una obra encargo de la Orquesta y Coro Nacional de España relativamente breve, de unos 20' de duración. La OCNE le pidió a Jusid una obra concertante para los metales graves de la orquesta, una sección muy destacada de la orquesta, e Itinera 4.0. convocó a cuatro solistas: los trombonistas Juan Carlos Matamoros y Jordi Navarro, Francisco Guillén como trombón bajo, y José Francisco Martínez como tubista; que se unían al propio director, Edmundo Vidal, solista de  trombón de la orquesta.  

Dividida en seis partes: Celeritas, Itinera 1, Fluctus, Itinera 2, Euforia, e Itinera Finale, es la narración de un viaje o más bien de un descubrimiento interior. Aunque los 'itinera' parecían evocar los 'promenade' de Cuadros de un exposición de Musorgski, su carácter era distinto, porque no se trataba de un relajado paseo o interludio, sino de una evolución profunda que unía momentos o descripciones vitales, hasta cierto punto más estáticos, como cuadros fijos en su aparente movimiento. O sea, 'Celeritas' hablaba de la velocidad frenética de la vida moderna; 'Fluctus' de la agitación y la inestabilidad de nuestra existencia y del constante movimiento del mar; mientras 'Euforia' no repñresentaba una alegría auténtica sino más bien una distorsión de los sentimientos. Entretanto los 'itinera' no eran repeticiones o variaciones sino que presentaban temas nuevos y hasta cierto punto sonaban más vivos, como si la realidad de la vida fuera el movimiento y la evolución, y no los momentos más exaltados o incluso característicos. 

El público recibió con agrado la obra y no fue parco en sus aplausos, pero como ocurre tantas veces en las obras actuales -por lo menos así lo siento yo- no llegó a percibirse una auténtica emoción, algo que 'llevarse a casa' al final del concierto. De hecho, tanto en el fortissimo final de 'Itinera 2' como en 'Euforia' anoté que -a pesar del sonido atractivo- el resultado sonaba "vacío", "hueco". Sin duda Jusid es un compositor perfectamente formado, con experiencia e ideas, pero sin ningún elemento especial que lo identifique y le haga destacar de otros muchos compositores de su generación o posteriores. 

Pulido, sin emociones

La segunda parte se dedicó al Requiem op 48 de Gabriel Fauré, una obra sumamente atractiva y apropiada para este tipo de concierto. Al igual que el director, también los dos solistas vocales provenían de la Orquesta y Coro Nacionales de España, lo que hizo el concierto más entrañable de cara al público, que aplaudió abundantemente y se notaba orgulloso de su orquesta y coro, pero también hizo añorar unos cantantes más brillantes. 

La soprano Ariadna Martínez me pareció una cantante musical y con gusto, pero le sobraba vibrato y quedaba algo escasa de proyección: su 'Pie Jesu' fue todo lo bello que cabía esperar, sin fallos, pero le faltó seguridad y le sobró tensión. El barítono Enrique Sánchez-Ramos, por su parte, tenía una bonita voz y musicalidad, pero también me resultó escaso en volumen, problema aumentado por el director, que no siempre controlaba adecuadamente a la orquesta y desaprovechaba los momentos más sutiles, que suelen ser uno de los placeres de la música de Fauré. Esto fue muy evidente por ejemplo en el 'Sanctus', donde las trompas llegaron a ser atronadoras mientras Vidal parecía más interesado en conseguir un sonido 'celestial' en los violines. 

Sin duda el elemento más 'potente' y que acabó siendo lo más destacado del Requiem fueron las partes corales, que además Vidal atendió mejor en su dirección. A destacar también las intervenciones del organista, seguramente el propio Daniel Oyarzábal, si bien el programa del concierto no lo indicaba (y sólo se le veía de espaldas). 

Un concierto breve, apenas una hora de música, que sólo gracias a las explicaciones que antecedieron cada pieza alcanzó la duración estándar. Lo mejor, unos intérpretes que sin divismos hicieron unas versiones correctas y cariñosas de las dos obras del programa, dejándonos con ganas de más. 

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