España - Galicia

Patrimonio perdido

Maruxa Baliñas y Xoán M. Carreira
viernes, 29 de marzo de 2024
Miro Moreira © 2024 by ACTUS Miro Moreira © 2024 by ACTUS
Santiago de Compostela, sábado, 16 de marzo de 2024. Iglesia de San Agustín. Mestres de capela en Compostela. José de Vaquedano, Vexila Regis prodeunt; O Crux, Ave; y Lamentación Manum suam misit hostis. Diego de Muelas, Inter vestibulum et altare; y Dixerunt antem ei. Melchor López Ximenez, Ave Regina Coelorum; Ay Dios piadoso; y Misericordiae Domini. Buono Chiodi, Contra vos, o monstra horrenda; y Stabat Mater dolorosa en fa menor. Capela Antiga Coro y Capela Compostelana. Director, Miro Moreira.
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El Colegio Mayor San Agustín, donde residió durante décadas el musicólogo José López-Calo, sigue celebrando en su honor algunas actividades musicales, entre las que destacan la organización periódica de conciertos donde las obras de los maestros de capilla y compositores de la Catedral de Santiago de Compostela ocupan un lugar muy especial. 

En esta ocasión, y coincidiendo con la Semana Santa, articularon un programa de música principalmente cuaresmal desde la época de Purcell a la de Beethoven, un momento de esplendor de la Catedral de Santiago al principio de esta etapa y de una progresiva y rápida degradación al final. La etapa más brillante, coincidente con la inauguración de la fachada del Obradoiro en 1750 y los ricos años posteriores, corresponde al período de Buono Chiodi (1728-1783), cuyo estilo brillante y moderno desagradaba al arzobispo Francisco Bocanegra (1709-1782), lo cual generó uno de los muchos conflictos institucionales entre el cabildo de la catedral y el arzobispo, cuya obsesiva militancia anti-ilustrada llevó a la catedral a la bancarrota

Su sucesor Melchor López (1759-1822), al contrario que Chiodi, era una persona que rehuía los conflictos y un maestro aferrado a las convenciones tradicionales, como documentan sus dictámenes en la oposición celebrada en la catedral de Tui en 1790 en la que censuró severamente el estilo de Gaspar Esmit: el primer autor de música para piano en Galicia, influido por Scarlatti, Mozart y Haydn, cuya música conocía a través de su maestro Almeida Mota. Melchor López, activo en la época revolucionaria, napoleónica y de Fernando VII -no era un artista'barroco', como afirma tradicionalmente la musicología universitaria gallega- coincide con la decadencia económica, institucional y social de la catedral de Santiago, que hasta entonces era la propietaria de la ciudad de Santiago.  

Más de doscientos años después de la muerte de Melchor López, la vida musical en la catedral de Santiago es un desierto donde sólo ocasionalmente asoman algunos oasis más voluntariosos que apoyados por las instituciones. Miro Moreira -antiguo escolano de la catedral y desde 1988 director de su “Capilla Musical"- es uno de esos oasis que desde hace años ha puesto en marcha numerosos proyectos vinculados a la catedral, pero casi todos con un apoyo económico tan escaso que no pueden florecer. 

De hecho, la desidia de la catedral de Santiago ha propiciado, por ejemplo, que la música de Vaquedano sea considerada patrimonio cultural navarro y que la catedral de Santiago sea un accidente en su biografía, o que Eclesiástico Canto, el primer disco dedicado a la música de Vaquedano -interpretado por la Capilla Musical de la Catedral dirigida por Miro Moreirapublicado por la catedral de Santiago en su colección fonográfica 'La música de la Catedral de Santiago'sólo se pueda comprar en la propia tienda física de la catedral, mientras la catedral puso todos sus recursos a disposición de la comunidad de Navarra para realizar otra grabación que -esta sí- goza de distribución internacional. 

El concierto

Volviendo al concierto, Miro Moreira nos deja bien claro que José de Vaquedano (1642-1711, maestro de capilla en Santiago de 1681 a 1711) es un espléndido compositor y que sus Lamentaciones -de las que se interpretó sólo la Lamentación III de Jueves Santo "a 6 con vihuelas" Manum suam misit hostis- son unas joyas, tal como nos viene diciendo la tradición historiográfica desde Tafall a nuestros días. 

O Crux, Ave, el himno de Pasión con que se inició el concierto dejó ya claro que la Capela Antiga Coro es una agrupación no profesional, entusiasta, muy disciplinada, que muestra el buen gusto y el sentido del decoro de su director, el cual para poder colaborar con la Capela Compostelana tomó la decisión pragmática de renunciar al arpa en el bajo y sustituírla por un clave y un órgano, instrumento que en la época de Vaquedano debía permanecer mudo durante la época cuaresmal. 

Igualmente decorosas sonaron los dos hermosos motetes cuaresmales a capella, Inter vestibulum et altare y Dixerunt antem ei, de Diego de Muelas (1648-1743, maestro de capilla en Santiago de 1720 a 1723), un inspirado y sensible compositor, algunas de cuyas obras fueron recuperadas a finales del siglo XIX por Hilarión Eslava y se incorporaron al repertorio litúrgico español hasta el Vaticano II. 

El momento culminante del concierto fue la interpretación de las piezas de Buono Chiodi (1728-1783, maestro de capilla en Santiago desde 1770 a 1783), que aunque cronológicamente deberían haber constituído el tercer bloque, se quedaron para el final. A nuestro entender, Chiodi (cuya obra, vida y contexto han sido estudiados con profundidad y rigor a lo largo de varias décadas por la doctora Pilar Alén, autora de las notas al programa de este concierto, un auténtico compendio en pocas líneas de muchísima información y buena praxis musicológica) fue el mejor maestro de capilla de la catedral de Santiago. A mayores de su admirable factura técnica, la música de Chiodi es fresca, hermosa, repleta de sentido dramático, y utiliza una amplia y desprejuiciada paleta de recursos expresivos, tímbricos y ambientales que demuestran el buen conocimiento que Chiodi tenía de las modas musicales de su momento, incluyendo la ópera bufa, cuyo sentimentalismo aplica exitosamente al dramático Stabat Mater que cerró el concierto, una obra espléndida de la que no existe grabación fonográfica. 

Al contrario que Chiodi, su sucesor Melchor López (1759-1822, maestro de capilla en Santiago desde 1784 hasta 1822) es un compositor cuya única virtud era la competencia artesanal basada en la imitación de las viejas tradiciones escolásticas. Escasamente dotado de talento dramático, a López no parecían interesarle ni las emociones ni las situaciones generadas por el texto. Su interés se centraba en las convenciones, lo que se percibe clara y tediosamente en su Primera Lamentación de Sábado Santo a 8, sobre todo en contraste con la intensidad dramática de Chiodi y Vaquedano, y la fluencia sentimental de Muelas. La estricta y fría convencionalidad de la música de Melchor López le valieron la aprobación de los censores del Motu Propio de 1903 y la simpatía política de las instituciones gallegas durante los últimos cuarenta años, durante los cuales se ha llegado a equiparar los Requiems de Melchor López y de Mozart. Los denodados esfuerzos de Miro Moreira, los solistas, el coro y el grupo instumental consiguieron levantar estas obras, pero no dotarlas de una emoción y belleza de las que carecen. Pese a ello era imprescindible presentar la música de Melchor López en este panorama de doscientos años de patrimonio musical compostelano. 

La interpretación de Capela Antiga Coro y Capela Compostelana hubiera merecido la grabación y comercialización de este concierto, especialmente del Stabat Mater de Chiodi. Sin ser profesionales, su rendimiento fue impecable. Entre los instrumentistas, destacaríamos a Alfonso Morán, contrabajista de la Real Filharmonía de Galicia, que lo mismo se interesa por un estreno actual como por esta música 'antigua', mostrando siempre una musicalidad que anima cualquier cosa que haga. El clavista y organista Juan Manuel Varela ofreció una flexibilidad y decisión que fueron especialmente apreciables para acompañar al coro, solistas y resto de los instrumentistas. Simplemente correctas el resto de las cuerdas: Mariña García y Andoni Conde (violines barrocos), y Francisco Luengo (violón). 

Entre los solistas vocales, miembros del coro Capela Antiga, también hubo agradables sorpresas, especialmente entre las voces femeninas, si bien como el programa no indicaba sus nombres individualizados con las obras que interpretaban sólo podemos dar sus nombres: Aída Cruz y Aida López, sopranos ambas de nivel profesional que no se 'achantaban' ante ninguna dificultad técnica, y Mariola Gongar, como una mezzosoprano de voz y expresión dulces. De los solistas masculinos, donde nuevamente no se individualizaban las interpretaciones de los dos tenores y los dos altos (el barítono Pablo Nieves fue el único 'reconocible'), sólo se puede decir que mantuvieron un nivel digno, destacando la interpretación del "Quis non posset", aria para tenor del Stabat Mater de Chiodi. 

Por cierto, la soprano cubana -aunque lleva mucho tiempo residiendo en Santiago- Aida López es una de las dos profesoras de canto en el Conservatorio Profesional de Santiago, donde tuvo entre sus alumnos a Aida Cruz y Pablo Nieves, y -por lo que nos comentaron- realiza una importante labor de difusión del repertorio gallego entre sus alumnos. 

Amigos santiagueses nos comentaron que el concierto que ofrecieron Miro Moreira y sus huestes en Navidad, con un programa semejante pero navideño, fue aún más bonito. No nos enteramos de este concierto, y sólo cabe lamentar -una vez más- que el patrimonio musical gallego haya quedado 'limitado' a ocasiones excepcionales, normalmente con un trabajo tremendo detrás, pero que no se llegan a escuchar fuera de esos 'oasis' de los que hablábamos al comienzo de esta reseña. 

Que el concierto 'gallego' más interesante de estos primeros meses del año haya tenido lugar en una iglesia, sin apenas difusión, y en una programación voluntariosa -no hay dinero público para estos conciertos- es un auténtico despropósito, y en otras partes de España no ocurre. 

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