La música de la primera mitad del siglo XVIII alimenta la creatividad de los coreógrafos por motivos obvios: claridad armónica y rítmica, fuertes contrastes, lógica retórica y direccionalidad del discurso. Por eso desde la 2ª Guerra Mundial hasta la actualidad ha propiciado una enorme variedad de proyectos que abarcan desde la elegante frialdad académica de Balanchine a la deslumbrante calidez de las danzas urbanas de Bintou Dembélé.
No sorprende pues que la inquieta imaginación de Thierry Malandain (Le Petit-Quevilly, Francia, 1959) se haya posado en el paisaje sonoro veneciano para su proyecto Les Saisons (2023) con la Ópera Real de Versalles y, como era previsible tratándose de Malandain, este proyecto nace de una perspectiva brillante y original: reproducimos un texto suyo de presentación de esta producción:
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