México
Mozart regresa a Bellas Artes
Luis Gutiérrez Ruvalcaba

Como buen aficionado a la ópera considero que las óperas de Mozart son parte fundamental del repertorio de cualquier compañía de ópera que se respete. La Compañía de Ópera de Bellas Artes estuvo a punto de perder lo respetable pues no ponía ninguna obra de Mozart desde marzo de 2000 y, a no ser por el año Mozart 250 que vivimos y, hay que decirlo, que algunos dicen sufrir (¡pobres!), hubiéramos tenido una sequía absoluta también este año. Hay que decir en el lado positivo que la elección fue imaginativa, al poner una obra que llevaba sesenta años de ausencia del máximos coso lírico (perdón por la frasecita cursi) de México. El Rapto en el Serrallo se presentó alternado idiomas, español en los diálogos y alemán en los números cantados. En mi opinión esta es una buena solución en un país como México, en el que relativamente pocos entienden alemán; habrá que decir que asistimos a un semi-estreno en México, pues en 1945 se usó una traducción italiana.
La producción de Massimo Gasparon es tradicional, es decir tradicional en el sentido de lo que habitualmente se presentaba en Europa y Estados Unidos antes de la llegada de los productores como Calixto Bieito, que seguramente odia esta y todas las óperas, o del incendiario cuyo nombre juré jamás escribir que destrozó dramáticamente la obra en Salzburgo al eliminar al ‘Pashá Selim’ y así desnaturalizar aquello que tanto interesó a Mozart en todas sus obras de madurez, el perdón. A decir verdad, la escenografía y, sobre todo, el vestuario, fue algo de lo más elaborado que ha presentado Bellas Artes en los últimos seis años. En contra de la producción, me parece que el director de escena se recrea demasiado en el aspecto chistoso de la trama evitando el análisis del comportamiento de los enamorados, así como de la relación de estos con ‘Selim’.
La producción fue importada y creo que absorbió todo el presupuesto de la compañía ya que, con tres excepciones, el aspecto musical dejó mucho que desear.
Olivia Gorra es una soprano mexicana que ha cantado en el Met ‘Liù’ y el sábado pasado como ‘Adina’ al sustituir a Ruth Ann Swenson quien se enfermó después del primer acto. Su registro intermedio es muy hermoso, aunque en mi opinión restringido extensión, en las notas bajas es inaudible y en las altas chillona. Por otro lado, 'Konstanze' es un papel muy difícil que exige un experto manejo de todo el registro. Recordemos que Mozart componía sus arias de forma tal que se explotasen total y con la mayor belleza y expresión, las cualidades de las y los cantantes que interpretarían sus óperas. Mozart menciona en una carta a su esposa que había compuesto este personaje para la garganta flexible de Madame Cavalieri; la conclusión a la que llego es que si Gorra hubiera sido la primera 'Konstanze', Mozart no hubiera escrito el papel como lo conocemos, especialmente “Martern aller Arten”.
El bajo ruso Mikhail Svetlov ha cantado muchas veces en Bellas Artes y, pese a arrancar los mayores aplausos del respetable durante “Vivat Bacchus”, ese dueto de borrachos per i signori viennesi con los que muchos mexicanos se identifican por borrachos y por aquello de Maximiliano, o por lo menos por el penacho de Moctezuma, careció de la coloratura requerida en sus dos arias, amén de llegar sumamente inseguro al Re profundo de “O wie will ich triumphieren”.
Lo positivo de la interpretación musical vino del lado de 'Belmonte' y de la joven pareja de sirvientes. Javier Camarena tiene una voz muy atractiva, que recuerda a la de Ramón Vargas en sus inicios. No tuvo problemas en desarrollar la particella del noble español y logró, especialmente en el tercer acto, momentos de gran belleza y expresividad. Por cierto he de mencionar que una de las ventajas del uso del diálogo en español sucedió en este acto, en el que durante la acción del frustrado rapto, el uso de modismos muy mexicanos logró carcajadas de algunos miembros de la audiencia, es de decir de aquellos que cuentan con más sentido del humor.
José Guadalupe Reyes cantó un muy adecuado 'Pedrillo' y su actuación fue también muy simpática.
Dejo al último de los cantantes la 'Blondchen' de Rebeca Olvera. Esta joven soprano mexicana hizo su debut en Bellas Artes en 2004 cantando ‘Marie’ en La Fille du Régiment, por cierto junto con Javier Camarena y actualmente es miembro del estudio de la Opernhaus Zürich. El crecimiento artístico que ha tenido en un año es impresionante, ya que no solo cantó una 'Blondchen' estupenda, sino que su actuación fue notable. Sin duda es un estupendo animal de escenario con una voz maravillosa. De hecho fue hasta su entrada en el segundo acto que el público empezó a disfrutar la ópera al tiempo que s elevó el nivel general de la función. Cantó sus dos arias formidablemente y en el dueto con ‘Osmin’ hizo con él lo que quiso, trayendo a la mente una de las grandes cantantes de este personaje Reri Grist, vocalmente y en actuación. De seguir creciendo como lo ha hecho hasta ahora no sería extraño encontrarla en un futuro cercano cantando los grandes papeles de una soprano lírica coloratura, tales como la ‘Reina de la Noche’ o aún ‘Zerbinetta’.
La dirección musical de Lucy Arner fue tibia en el mejor de los casos, aunque yo pienso que estuvo totalmente desconectada de la orquesta. Y la entiendo, esta llamada Orquesta del Teatro de Bellas Artes tuvo una actuación rayana en lo miserable. Sus entradas fueron frecuentemente a destiempo así como su sincronización. El cuarteto que acompaña a ‘Konztanze’ en “Martern aller Arten”, violín, violonchelo, flauta y oboe fue digno de una escuela primaria. ¡Qué lástima y desperdicio de recursos públicos! El coro, en cambio, sonó mejor que nunca.
Para terminar quiero decir que un Mozart bueno a medias es mejor que una ausencia de Mozart. Lástima que no tenemos idea cuando volveremos a ver una ópera de Mozart en Bellas Artes, pues sabemos que pronto ha de regresar a ese repertorio audaz formado por La Bohéme y Carmen, óperas muy hermosas sí, pero que hemos visto hasta la saciedad en los últimos años.
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