DVD - Reseñas
El americano impasible
Daniel Martínez Babiloni
Hail Bop! A portrait of John Adams. Director: Tony Palmer; productores ejecutivos: James Wills y John Keller Netherlands Radio Philarmonic Orchestra dirigida por Edo de Waart; Hail Bop Singers (director Simon Halsey); Sepp Grotenhuis & Gerard Bouwhuis; Emmanuel Ax; Laura Aitken; The London Sinfonietta, Sanford Sylvan; The Hallé Orchestra dirigida por Kent Nagano; The Schoenberg Ensemble; Michael Collins; Ernst Kovacic; James Maddelena & Trudy Ellen Craney. Fotografía: Dave Marsh, Woulter Tersteeg, Tony Cobbs y Skip Eppley. Ingenieros de sonido: Jaap de Jony, Jerry Stein y Tony Kremer. Extractos de ‘Nixon in China’: Soundtrack of Nonesuch Records Inc. Imágenes de ‘Nixon in China’: Hosuton Grand Opera & WNET, New York. Subtítulos en inglés, alemán, español, francés e Italiano. Color NTSC 4:3. Código región: 2, 3, 4, 5. Sonido Linear PCM stereo. Un DVD de 98 minutos de duración. Warner Music Video 5101-14857-2
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“La mayor parte de mi música celebra la cultura americana” –estadounidense, corrige el subtítulo en español– dice John Adams en Hail Bop! Él mismo a lo largo de este documental enumera algunas de las claves que nos pueden ayudar a comprender su obra y pensamiento. Su “norteamericanismo” es una de ellas.Adams recoge la tradición musical norteamericana más pura –visualmente reforzada en el reportaje por paisajes de Nueva Inglaterra, California o las Sierras de Nevada. Desde las raíces musicales de su familia –su padre era clarinetista y su madre cantante, ambos diletantes–, convive con el jazz de Benny Goodman y Duke Ellington, la música de Leonard Bernstein, los coros de los servicios religiosos y la música pop, “la música étnica americana” especialmente de los 60. Por estas fechas rompe con las instituciones musicales, que según él rinden pleitesía a Europa; desde Harvard decide marchar a San Francisco. Allí conoce a Edo de Waart, director decisivo en su carrera y batuta de la Netherlands Radio Philarmonic Orchestra en algunas de las obras que se incluyen en la filmación.
Otro de los elementos clave que nos muestra el documental es el del estilo. ¿Es Adams un compositor minimalista? ¿Post-minimalista tal vez? Dice que se siente cómodo con la etiqueta de compositor minimalista, pues ayuda a identificar su música y la coloca en una época y contexto determinado. Sin embargo, en un momento anterior, nos había dicho que su obra no pertenece “ni al post-minimalismo, ni al post-modernismo”, habla de “post-estilo”. Esta caracterización estilística supone una reacción a la reacción, puesto que el minimalismo surge en los años sesenta para contrarrestar la institucionalización de la música culta, y en particular como alternativa al serialismo. Entre los primeros en reaccionar se encuentran John Cage, Miltton Babbitt y, después les seguirán quienes forman el primer grupo de minimalistas: La Monte Young, Terry Riley, Steve Reich y Philip Glass.
Es un momento de impulso del arte en general contra el establishment y se buscan salidas individualizadas dentro del pop art para dar respuesta a las inquietudes personales –no descuidemos la atención y relación directa que tienen con el mercado. En música, este proceso se va a caracterizar por una simplificación importante de la expresión, de los elementos armónicos y de la textura; por la adopción de patrones hindúes, de percusiones africanas, del gamelán javanés, del jazz o de la electrónica; por un predominio de elementos rítmicos repetitivos –música repetitiva se le llama también– y una nueva concepción de la obra como work in progress. Steve Reich muestra que la obra se construye conforme la escuchamos, en ella surgen algunos elementos que no obedecen siquiera al planteamiento del autor, como patrones resultantes de la performance. Todo ello implica también un cambio en la actitud del oyente puesto que requiere, según Brent Heisinger, una sensibilidad introspectiva hacia un espectro de pequeños contrastes en una obra de larga duración.
Aquello que en un principio surge como estética y estilo de composición, el minimalismo, en cuanto a que un grupo de compositores se expresa de igual manera, con la introducción de otros elementos compositivos que no le son propios –desarrollo melódico, desarrollos armónicos aunque muy suaves y lentos, metas tonales– se va a convertir en una técnica, es decir, una forma de escribir música que comparte espacio con otras diferentes. En este último estrato es donde podemos reconocer la obra de John Adams –y de ahí lo de post-estilo–. Él acepta la influencia de Steve Reich y Philip Glass pero se declara, por otra parte, ecléctico e impuro. Tanto es así que llama la atención que en el documental no se incluya algún comentario sobre Phrygian Gates (1978), quizá la obra más minimalista y deudora de Reich de cuantas ha escrito.
Otras obras –exactamente extractos– que se escuchan, se comentan y se ven –en una cuidadosa puesta en escena iluminada en claroscuros– son Gran Pianola Music (1988); de Century Rolls (1997) Adams prepara su primera lectura con el pianista Emanuel Ax y es de esta pieza de donde toma título este documental: su tercer movimiento se titula Hail Bop!; I was looking at the ceiling and then I saw the sky (1995) se presenta con un fragmento en el que aparece John Adams dirigiendo un ensayo con The London Sinfonieta; y Shaker Loops (1975), obra que es calificada por Edo de Waart como “música nueva e inusual”. Por lo que respecta a la escritura para solistas, el documental hace un guiño a la tradición del compositor, con la pieza para clarinete Gnarly Buttons (1996) en su estreno por Michael Collins, y en palabras de Robert Hurtwitz a la apuesta por el futuro, con el Violin Concerto (1993) –instrumento que toca su hija– en una intensa interpretación de Ernst Kovacic. En estas dos obras podemos comprobar el desarrollo melódico al que llega desde la ópera; explica que la ópera le ha ayudado a escribir melodías que no aparecen en sus primeros trabajos. La inclusión de un fragmento de The Wound Dresser (1989) para barítono y orquesta de cámara, con texto de Walt Whitman sobre la Guerra Civil americana, supone una repulsa ante la capacidad de destrucción del hombre, además de un reconocimiento a su padre que murió de alzheimer (Adams se suma así a las obras anti-enfermedad de compositores contemporáneos -Corigliano lo hace con el SIDA y recientemente Andrés Valero, un joven compositor español, con la misma que Adams-). La otra poetisa fetiche norteamericana, Emily Dickinson, pone el texto a Harmonium (1980). También podemos escuchar algún fragmento de Harmonielehre (1984) y el primer ensayo de Slonimsky’s earbox (1996) con The Hallé Orchestra y Kent Nagano.
El apartado de la ópera incluye dos fragmentos de The Death of Klinghoffer (1991) -The British Girl y el Coro de Palestinos-, y la llegada del presidente Nixon a China, con imágenes de la première de Nixon in China (1987) cedidas por la Houston Grand Opera. Ambas citas le sirven al director del documental para contextualizar algunos de los mitos que el propio Adams reconoce como propios y así como del ideario norteamericano. El primero es la dualidad entre capitalismo y comunismo, criticado en la representación de un patético Nixon, y por otra parte con la dualidad judío-palestina. A este asunto se le dedica mayor atención en el DVD puesto que se aprovecha para dar la versión de Adams sobre el conflicto, hablar de la polémica con la que se estrenó The Death of Klinghoffer en algunos lugares –en otros se canceló– y para insertar la aportación de la libretista, Alice Goodman, y el director de escena, Peter Sellars, sobre el caso. Todos ellos coinciden en que su pretensión fue la de humanizar el conflicto y mostrar el problema sin intentar dar ninguna solución; recalcan que les interesaba el lado humano del conflicto representado en los hechos sucedidos durante el secuestro del Achille Lauro en 1982. Peter Sellars en una concurridísima rueda de prensa contesta a un periodista que “el público debe sacar sus propias conclusiones” –no podemos dejar de pensar en este precedente del Idomeneo berlinés de Neuenfels, ¿cómo se hubiera reaccionado si el estreno de Kinghoffer hubiera tenido lugar hoy?
Otro elemento importante que nos muestra este documental es aquél que nos acerca a la forma de trabajar de Adams, más cerca del homo faber en su aislada cabaña en las sierras de Nevada que del tópico del compositor inspirado por un no se sabe qué; aunque su música, a diferencia de los primeros minimalistas, muestre un grado mayor de intuición y no tanto de proceso con unas claras y rígidas directrices para conseguir una estética determinada. En este trabajo es importante la colaboración de los músicos que van a estrenar sus obras, Ax o Collins por ejemplo, y los detalles que como técnicos introducen en la obra; así mismo, es revelador el ensayo con Kent Nagano en cuanto a las sensaciones del compositor frente a la interpretación de su música, muchas veces no comprendida a la primera.
Para terminar, me quedo con dos cuestiones que plantea el documental y que podríamos denominar como teleológicas. La primera aborda cual debería ser el papel del artista en la sociedad y una segunda, que se deduce de ésta, cual es el papel del arte en general y de la música contemporánea en particular. Por lo que respecta al artista, Adams nos dice que no pretende cambiar la sociedad, simplemente mostrarla como es y abrir el debate –con lo que coincide con Sellars y Goodman. Del arte en general, a tenor de las palabras de la libretista, se dice que “todo arte es político”, tanto el que denuncia como el que no, y por tanto es baldío discutir sobre las razones de uno u otro en este sentido. De la música contemporánea, el compositor aduce que carece de influencia cultural y que ha perdido el contacto con el público por seria, severa e inaccesible. Por ello escribe la música que a él le gusta y que es casualidad que haya mucha gente a la que también le gusta. Algunos críticos –a los que no se les presta voz en el documental– le acusan de demasiado accesible, ¿está la calidad de una obra en su grado de complejidad o en lo fácil de comprender que resulte para el público? Por otra parte se nos muestra a una personalidad inteligente y compleja, sin ninguna preocupación por la posteridad sino por el presente. ¿Será producto de este presente la decidida visión comercial que tiene y que le ha llevado a obtener numerosos premios e importantes encargos oficiales, o también es casualidad?
Su opción personal es clara: escribe una música fácil de comprender, difuminada entre lo clásico, el pop y la música de cine con una evidente técnica minimalista, expresiva cuando tiene que ser expresiva, en un contexto tonal y de un marcado carácter estadounidense. El documental se cierra con un nuevo fragmento de la obra que lo abre, Century Rolls (1997), y el guiño a Erik Satie es inconfundible al aparecer su Gymnopédie. Pero entonces, ¿no hablábamos de una tradición y raíces puramente americanas?
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