España - Cataluña

Rigoletto en pequeño formato

María Rosa Capell
lunes, 12 de marzo de 2001
Sabadell, miércoles, 7 de marzo de 2001. Teatro Principal. Rigoletto ópera de Giuseppe Verdi / Francesco Maria Piave. Basado en la obra 'Le roi s'amuse' de Victor Hugo. Interpretes: Carlos Almaguer; Javier Palacios; Sung Eun Kim; Celestino Varela; Susana Santiago; Albert Montserrat; Jordi Mas; Marc Canturri; Rosa Nonell; Antoni Fajardo; Raquel Lucena; Joan Pardos. Dirección musical: Elio Orciuolo; Directora de coro: Rosa Mª Ribera; Director de escena y escenografía: Jacobo Kaufmann; Vestuario: Cornejo; Iluminador: Nani Valls. Coro: Amics de l’opera de Sabadell; Orquesta Simfònica del Valles. Ocupación del 100% de las 430 localidades.
0,0001174 Era la primera vez que entraba en el Teatro Principal de Sabadell, lugar al que se ha tenido que trasladar las representaciones por cierre de la Farándula, su lugar habitual. La primera impresión fue de sorpresa ya que ese teatro, que data de 1866, tiene unas dimensiones que debían ser holgadas para la época, más teniendo en cuenta que en aquella época los teatros en marcha eran muchos más, pero que hoy en día resultan realmente pequeñas. No tiene foso, así que ha fue necesario desalojar las dos primeras filas, pero aun y así el espacio disponible resultaba muy reducido y la orquesta tuvo que menguar y echar mano de una partitura reducida. Temiéndome lo peor hizo su entrada el director Elio Orciulo, maestro sustituto del Teatro Petruzzelli de Bari, y bajo mi sorpresa vi que el sonido no tan solo llevaba un buen encaje sino que el equilibrio sonoro resultaba adecuado llegando a momentos francamente agradables, y así siguió, exceptuando algunos compases en los que los tutti sonaron algo estridentes.La dirección de escena estuvo a cargo de Jacobo Kaufmann, hombre ocupado debe ser, ya que el tiempo que dedicó a la obra, en vista de los resultados, fue realmente escaso. Con cinco marcos, tres mamparas, una mesa y una silla despachó el hombre: el Gran Salón del Palacio Ducal, la morada de Gilda, la habitación del Palacio Ducal y la taberna de mala muerte de Sparafucille y hermana. Las energías mermadas en la escenografía tampoco fueron dedicadas a la dirección de escena, en la que los figurantes se limitaron a ir paseantes de un lado a otro del escenario, y los principales a mostrar sus más íntimos sentimientos, la mayoría de las veces, en aguerrido firme ante el respetable. Cornejo le echó una nota de glamour a la representación con un vestuario lleno de color y oropel para las escenas y personajes nobles, y de adecuado lúgubre y oscuro color para los tétricos.El barítono Carlos Almaguer, lo mejor de la noche, es uno de esos profesionales en los que las tablas adquiridas son un grado, y que ha sacado provecho de maestros tan insignes como Carlo Bergonzi con el que tuvo el privilegio de estudiar. Virtudes que ya pudimos comprobar en Il Trovatore de este mismo ciclo.Este barítono de registro amplio, muy apoyado en el registro bajo, con una proyección de voz que llenaba por completo el pequeño teatro, ofreció un Rigoletto con buenos matices, arrojo y sentimiento. Muy severo con el poder que le desprecia, y menos suave y romántico con una hija a la que adora y dedica todo su afecto. Su aria más emblemática cortigiani vil razza dannata, muy aplaudida por el público, mostró sus sentimientos con notas bien atacadas, densas, dotando al personaje de voz grande y fuerza expresiva, pero con dinámicas insuficientes a la hora de mostrar su lado más abatido en ese suplicante ebben piango, Marullo ... signore uno de los momentos más dramáticos de toda la obra de Verdi.En sus concertantes salía claramente ganador, especialmente con el Duca, Javier Palacios, joven tenor de voz fina escaso fiatto y de agudos tan tensos que hacía que la angustia apareciera cada vez que iba a atacar las tesituras extremas, su Donna è mobile en lugar de expresar el relajo y la despreocupación que un conquistador inmisericorde ofrece, transmitía esa sensación de estar al borde de la quiebra, lo que mostró un Duca débil y timorato, cuyas conquistas eran debidas más a su timidez y clase social que a su arrojo de experto conquistador. Su amada, hasta el momento de transigir a sus deseos, Gilda fue abordada por una cantante veterana en estos escenarios Sung Eun Kim, que mostró su personaje como una hija dócil y discreta pero firme en el amor. Con una voz fina y adecuada pero sin alardes de desahogo sacó los momentos más comprometidos con dignidad y aunque sus adornos y coloraturas estuvieron correctos, mostró ligeros apuros en algún momento de la representación.El resto del cast aguantó como pudo a sus personajes, que excepto la Giovanna de Rosa Nonell, pecaron de audición dificultosa por escasa proyección de voz. En cambio el coro mostró una coordinación y unas dinámicas bien gobernadas, especialmente el coro masculino Zitti, zitti del final del primer acto.
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