El filósofo Kai Marchal, radicado desde hace años en la isla de Taiwán, ha publicado un libro sobre el milenario pensamiento filosófico chino titulado 'Tritt durch die Wand und werde, der du (nicht) bist.
Para los 1.400 millones de habitantes de China, un país de visionarios que se adelanta siempre medio siglo a la realidad que vive en cada momento, es hoy más importante el incremento del bienestar que toda la propaganda de sus líderes.
No podemos prescindir de China, en lugar de ver las ventajas de su rápido ascenso los países occidentales le echan arena a los engranajes para complicar cada vez más las cosas.No comprenden el cambio paradigmático que está ocurriendo y se pierden oportunidades para alcanzar nuevas formas de globalización.
Las justificadas quejas de Occidente sobre las violaciones de los derechos humanos caen en saco roto entre la élite política de China y grandes sectores de la población.Por lo tanto, no es realista esperar que el reciente acuerdo sobre un tratado de inversión entre la Unión Europea y Pekín ponga fin a los trabajos forzados en China.
La descripción de China con las condiciones de vida de sus aproximadamente 1.400 millones de habitantes ilustra las ambigüedades en las que se encuentra el país.
Occidente ha dejado de determinar las reglas globales del juego.Tampoco somos ya los árbitros del mundo.Los estadounidenses cada vez menos.Y ciertamente no nosotros los europeos.Pero somos -todavía- actores importantes en el campo de un nuevo y más diverso orden mundial.
La televisión estatal china llama a los barbudos "parte del pueblo afgano".Los afganos saben que no es así.Para el pueblo de Afganistán y los afganos en el exilio, los talibanes son simplemente marionetas de los pakistaníes y los saudíes, es decir, extranjeros.
Pekín está trabajando para posicionar a China como una potencia mundial segura de sí misma, y ya no solo como una potencia regional opuesta a Estados Unidos.La política exterior china, cuyo objetivo es hacer realidad el ascenso de China a potencia mundial va ganando protagonismo a la vista de sus propias ambiciones políticas globales y de la competencia sistémica con Estados Unidos.
La administración Biden se enfrenta al gran reto de conciliar la competencia geopolítica y geoeconómica con China y la cooperación en cuestiones globales como la política climática y la no proliferación.
China ha criticado en repetidas ocasiones a Estados Unidos por perseguir la construcción de un bloque global y alimentar una mentalidad de Guerra Fría.En consecuencia, China quiere cuestionar el papel de liderazgo de Estados Unidos, que en realidad ha sido indiscutible desde 1991, y sustituirlo por un orden multipolar, dice Heilmann.
Desde 2028 el gobierno de Pekín ha desarrollado una estrategia para convertirse en superpotencia científica e innovadora y ha redoblado sus esfuerzos por mantener un férreo control sobre la cadena de innovación.
Profetizar conflictos, preparar enfrentamientos y nombrar enemigos potenciales es un deslizamiento hacia hostilidades sin precedentes.Washington y Pekín deberían darse una pausa, reflexionar y hacer verdaderos esfuerzos para restablecer las barandillas de seguridad que protejan contra futuros desastres.
China como rival y amenaza: esta narrativa es cada vez más frecuente en la comunidad estratégica estadounidense.El secretario de Estado, Antony Blinken, califica a China como el desafío más serio a largo plazo para el orden internacional.
Los expertos temen que el decreto antichino de Joe Biden tenga efectos sobre terceros, verbigracia empresas de Alemania, y critican la falta de transparencia.