Discos

Transmutación onírica (a partir de Dante)

Paco Yáñez
lunes, 28 de diciembre de 2009
Salvatore Sciarrino: Sui poemi concentrici I, II, III. ensemble recherche. Rundfunk-Sinfonieorchester Berlin. Peter Rundel, director. Barbara Fränzen y Peter Oswald, productores. Geert Puhlmann, ingeniero de sonido. Tres CDs DDD de 142:07 minutos de duración, grabados en la Haus des Rundfunks Berlin (Alemania), entre el 13 y el 16 de enero de 2004. Kairos 0012812 KAI. Distribuidor en España: Diverdi
0,0002462 Concluimos este 2009, en lo que a reseñas de música contemporánea en Mundoclasico.com se refiere, con uno de los compositores más influyentes de nuestro tiempo, con el italiano Salvatore Sciarrino (Palermo, 1947), creador esencial para comprender la escena musical transalpina y europea de las últimas décadas por su aportación filosófica y estética, que ha marcado decisivamente a muchos nuevos valores de la composición, como a su vez nombres como Luigi Nono lo hicieran en su día con el propio Sciarrino. Y una vez más, visitamos su obra gracias al sello Kairos, que amplía así su nutrido catálogo dedicado al siciliano, una de las bazas más destacadas de la compañía vienesa, tanto por las piezas seleccionadas, como por la alta calidad de las versiones recogidas.

En su interesantísimo libro La música contemporánea a partir de 1945 (publicado en castellano por Akal, en la traducción de Isabel García Adánez), Ulrich Dibelius, a pesar de la incomprensible escasa atención que dedica a Salvatore Sciarrino, dice de éste que su música es un tipo de transmutación hacia lo onírico, “como si el texto sonoro principal se hubiera recubierto con algo o relegado a los márgenes, a ese terreno utópico a caballo entre lo real y lo irreal”. Tal afirmación es perfectamente válida para la obra que hoy nos ocupa, para estos Sui poemi concentrici I, II, III (1987), escritos en una década en la que Sciarrino firma algunas de sus mejores obras, como las terribles Introduzione all’oscuro (1981) y Autoritratto nella notte (1982).

Sui poemi concentrici I, II, III es, comprendida de este modo, una obra huidiza, un paisaje onírico en constante cambio, donde dos elementos fundamentales a nivel musical marcan dos estratos diferenciados que podrían catalogarse casi como el retrato y el marco, o como un primer plano y un fondo, un soundscape, que, en todo caso, y tal como ocurre con la pintura, no dejan de interactuar entre sí a lo largo de toda la obra. En el centro del objetivo estarían una serie de solistas de cámara, distintos para cada parte del ciclo. Así, Sui poemi concentrici I está compuesto para violonchelo y orquesta, mientras que Sui poemi concentrici II lo está para flauta, clarinete, violonchelo y orquesta, y Sui poemi concentrici III para flauta, violín, viola d’amore y orquesta. Ello no quiere decir que la escritura para estos solistas sea estable, fija o sustancialmente distinta a la que caracteriza a la orquesta, y en ese sentido, si el marco orquestal parece un magma, un fluido en constante movimiento y transformación alrededor de los solistas, el trazo de éstos últimos también sería, en ese sentido, ‘baconiano’, por su movilidad, su inestabilidad, y por lo efímero de su gesto, perdido y descompuesto en un entorno donde se han quebrado las referencias estables, los asideros para una razón superada e ineficiente en los terrenos de la sugerencia onírica, de lo irreal.

A pesar de la problemática derivada de asimilar lenguajes artísticos diversos, no puedo dejar de referirme al cine de Alexandr Sokurov para convocar otro referente de lo que Salvatore Sciarrino realiza en estos tres Sui poemi concentrici. Me refiero, de un modo más concreto, a esa personalísima y genial película que es Mat’ i syn (Madre e hijo, 1997; publicada en España por el sello Intermedio), donde el realizador ruso, a través de una serie de efectos visuales producto de lentes preparadas, también es capaz de desdibujar muy especialmente el marco de la imagen, su región periférica, al tiempo que estiliza (por momentos con un trazo fílmico también ‘baconiano’) la composición central del encuadre. En el caso de Sciarrino, el marco sonoro, en la globalidad de sus dos capas dialogantes, sirve de fondo sonoro a la lectura poética de la Divina Comedia (1307-21), de Dante, a partir del material que el siciliano compuso para un encargo de la RAI italiana, y de cuyas 15 horas de duración (como lectura completa del poema) se derivan estos Sui poemi concentrici como una concentración recompuesta para su interpretación en sala de conciertos, pero ya sin lectura poética simultánea.

La fuerte presencia del pasado artístico, musical, literario, etc., italiano en la obra de Sciarrino es una constante, y en este sentido, Dante ya había hecho acto de presencia en obras previas, como en la pieza electrónica La voce dell’inferno (1981), o posteriormente en la escénica Musiche per il Paradiso di Dante (1993). En Sui poemi concentrici la música tiene algo de ese carácter circular de los distintos reinos dantescos, así como de inasible y nebulosa, mientras que los solistas adquieren, también desde cierto punto de vista, el carácter de personajes de Infierno, Purgatorio y Paraíso. Éstos son los tres ámbitos por los que nos guía Sciarrino, sin establecer paralelismos concretos con los cantos de la Divina Comedia, sin buscar una relación directa entre la palabra y la música, sino creando un ambiente general que remite a ciertas modulaciones, pesos, levedades, oscuridad, luz, ascensión, respiración, etc. Sorprende la enorme coherencia de las tres partes que constituyen este tríptico para solistas y orquesta, pero si he de destacar una de ellas, me quedaría con Sui poemi concentrici III, posiblemente la más densa, heterogénea y rica en texturas de estos tres reinos musicales.

La interpretación corre a cargo del ensemble recherche de Freiburg, por lo que a los solistas se refiere, mientras que del apartado orquestal se encarga la Rundfunk-Sinfonieorchester Berlin, todos ellos a las órdenes del alemán Peter Rundel. Su lectura es magnífica desde todos los puntos de vista, destacando su capacidad para crear capas sonoras y diferentes sustratos en interrelación constante. Destacaría, de igual modo, la continua transformación y modulación de los materiales que consiguen ambos conjuntos, dotando a todo el recorrido de una unicidad y absorbente vivencia del tiempo casi feldmaniana, compositor éste al que Rundel es muy afín y del cual pienso que algo bebe Sciarrino en la génesis de los tres Sui poemi concentrici.

La toma sonora es muy buena, y responde adecuadamente a una composición nada sencilla de registrar debido a su estructura interna y al juego de espacios, timbres y texturas con el que se construyen sus diversos pasajes, en una pieza que alcanza casi las dos horas y media de exigente escucha. Muy interesante es también el libreto, a cargo de Rainer Pöllmann, con un texto del propio Salvatore Sciarrino. Se adjunta, así mismo, información biográfica y fotografías de compositor e intérpretes, para redondear un triple compacto que nos permite seguir ampliando nuestro conocimiento de una de las voces más relevantes de la música de nuestro tiempo.

Estos discos han sido enviados para su recensión por Diverdi.
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