Partiendo de la base de que esta ópera se da poco en países no latinos y que por lo tanto el público casi no la conoce, quizás la única razón extramusical por la que fue presentada en Zürich fue que lo pidió ‘La Bártoli’. Musicalmente la obra tiene algunos de los motivos más originales de todas las óperas de Rossini, un humor fresco y melodías y armonías inesperadas que concentran la atención del público. La ópera en sí debe ser tratada con guante blanco, es un soufflé delicioso que debe levantarse poco a poco a fin de mantenerse erguido hasta el final. El Festival de Glyndebourne fue uno de los primeros en presentar esta obra con el gran Vittorio Gui y también este Festival es quien posee una de las más delicadas, humorísticas y creativas producciones que he visto. Ojalá pudiera decir lo mismo de la nueva producción de los franceses…
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