Discos

Elliott Carter: el estilo tardío

Paco Yáñez
martes, 26 de julio de 2011
Elliott Carter: Horn Concerto; Mad Regales; Tintinnabulation; Wind Rose; Sound Fields; On Conversing with Paradise; Retracing I; Clarinet Quintet; Figment V; La Musique; Retracing III; Due Duetti; Figment III; Figment IV; Poems of Louis Zukofsky; Retracing II. Lucy Shelton, soprano. Leigh Melrose, barítono. Charles Neidich, clarinete. Donald Palma, contrabajo. Peter Kolkay, fagot. Simon Boyar, marimba. Martin Owen y William Purvis, trompas. John Nelson, trompeta. Hsin-Yun Huang, viola. Rolf Shulte, violín. Fred Sherry, violonchelo. Juilliard String Quartet. Birmingham Contemporary Music Group. New England Conservatory Percussion Ensemble. BBC Singers. BBC Symphony Orchestra. Frank Epstein y Oliver Knussen, directores. Virgil Blackwell y Becky & David Starobin, productores ejecutivos. Adam Abeshouse, Tim Archer, Dave Darlington, Simon Hancock y Patrick Keating, ingenieros de sonido. Dos CDs DDD de 103:11 minutos de duración grabados en el Barbican Hall de Londres y el Snape Maltings Concert Hall (Gran Bretaña), en el New England Conservatory de Boston, el Queens College, los Clinton Recording Studios y la American Academy of Arts and Letters de Nueva York (Estados Unidos), los días 16 de diciembre de 2008, 12 de febrero, 19 de abril, 20 de junio, 5 y 22 de septiembre, 3, 4 y 15 de octubre de 2009. Bridge 9314A/B. Distribuidor en España: Diverdi
0,0003394 Hace tan sólo unos días, recibí de Carlos Lema, responsable de la editorial gallega Galaxia, una gratísima sorpresa por lo infrecuente de este género de escritos en nuestra lengua: un ensayo que él mismo firmaba en el número 186 de la revista Grial sobre el compositor norteamericano Elliott Carter (Nueva York, 1908). Hoy, que me vuelvo a encontrar con una nueva edición discográfica del neoyorquino, releo el interesantísimo texto de Carlos Lema que, en buena medida, aborda el estilo tardío de Carter, ése que representan fidedignamente estas dieciséis composiciones, fechadas entre los años 2002 y 2009; es decir, en el umbral de su centenario. Pocos artistas y compositores se han podido abismar a alquitarar el tiempo a tan venerable edad...

Afirma Carlos Lema que el estilo musical que define a Elliott Carter bebe de fuentes tan heterogéneas y nutricias como la Segunda Escuela de Viena, la nueva música norteamericana (con los Ives o Varèse, ambos interlocutores de Carter en su momento), o la avantgarde europea de la posguerra germinada en torno a Darmstadt; a lo que podemos añadir una fuerte impronta stravinskiana, destacadamente en el trabajo (poli)rítmico. A partir de estos sustratos genealógicos: una radical emancipación sonora, una cuidadísima atención a la forma y su libre proliferación, una personalidad de exquisita técnica compositiva que registra sobre el papel pautado el pulso de todo un siglo a través de una escritura refinadísima, auténtica delicia para los estudiosos del género (también sin salir de Galicia, ya que con un ensayo gallego vertebramos esta reseña, precisamente el día de la patria gallega, compositores de generaciones y estilos tan dispares como Jorge Berdullas del Río o Fernando Buide en diversas ocasiones me han referido su profunda admiración por las partituras de Carter, por su delicada notación y su rigurosa estructuración de la imaginación sonora, siempre firme en el desarrollo de un decurso histórico con fuentes tan sólidas como las antes señaladas).

Siguiendo el documentado ensayo de Carlos Lema, para el escritor y editor gallego en las piezas tardías de Carter, de la década de los años noventa en adelante, "destaca precisamente su dimensión sonora y la evasión que el compositor realiza en cada una de ellas (...) de la repetición de fórmulas", como queriendo escapar de un concepto plenamente cerrado de obra musical. Cita Lema a Adorno para profundizar en las características del último Carter con respecto a su relación con la tradición; una relación que califica en alto grado trascendente en sus últimas partituras, debido a las alusiones a una tradición musical que, supuestamente, y al mismo tiempo, cuestionan estas piezas, y que el filósofo alemán dice caracterizan al estilo tardío de ciertos creadores, que "se distingue por la falta de escrúpulos de lo subjetivo a la hora de expresarse mediante un acercamiento o alejamiento del lenguaje común en el contexto de un conjunto compositivo que desconcierta por lo familiar de algunos recursos, empleados junto a lo insólito e incluso aparentemente arbitrario de otros. Esta huida, por supuesto, no es hacia delante, sino en cualquier dirección o en una dirección indeterminada". Alejándose, así, de una concepción determinista del progreso como avance hacia objetivos prefijados con un fin establecido, según Lema estas piezas tardías de Carter "escapan al discurso del arte, no instauran poder porque anulan toda continuación trascendente: sólo son en sí mismas y en la dimensión sonora que las constituye".

A su vez, y ajeno a cualquier discurso sobre el fin de la historia, Carter nos muestra en sus últimas partituras cómo ésta, lejos de encontrarse en un punto final como ontología y proceso, vive en cualquier presente como un destilado y palimpsesto de ecos que reverberan en distintos grados a través de la música. Pocos compositores hoy en día se pueden adentrar en el tiempo como este centenario estadounidense, que en su etapa tardía hace vibrar buena parte de los capítulos en los que se asienta nuestro imaginario musical. Es posible que la mente, en su ancianidad, regrese a días cronológicamente lejanos, pero que en el yo interior parecen reverberar con una fuerza recobrada traspasado el umbral de la vejez. Esta perspectiva, de corte más psicológico, puede resultar perfectamente complementaria al planteamiento sociológico, cultural y musicológico antes expuesto, y en piezas como la muy varesiana Tintinnabulation (2008) la percusión no hace sino acumular ecos y movimientos históricos en direcciones múltiples y proliferantes. Algo similar sucede con los Mad Regales (2007), que nos re-conducen a la etapa parisina de Carter, entre 1932 y 1935, en la que el compositor dirigía unos madrigales que alcanzan su plena madurez en esta partitura, setenta años posterior. Alquitarados del Carter más estructural en su categorización del sonido se pueden percibir en piezas de densa escritura armónica como las bellísimas Wind Rose (2008) y Sound Fields (2007), o en el compresivo, abigarrado y denso Horn Concerto (2006). También la literatura, de la que Carter siempre ha sido voraz lector y exquisito gourmet, dialoga con su música a través de la voz en piezas como On Conversing with Paradise (2008), La Musique (2007), o sus Poems of Louis Zukofsky (2008), partituras en las que, además de este último poeta, encontramos potentes y sugestivos textos de Ezra Pound y Charles Baudelaire.

Junto a estas piezas, encontramos todo un entramado de estructuras camerísticas de planteamientos más concentrados, pero que no escapan a este diálogo continuo entre pasado, tradición, libertad e imaginario personal. La serie de los Retracing -aquí representada por sus capítulos primero, segundo y tercero (2002-2009)- retoma fragmentos o retazos musicales escindidos de partituras previas -en estos casos del Asko Concerto (2000), del Quintet for Piano and Winds (1991) y de la Sinfonía para tres orquestas (1976)-. Con ello demuestra Carter la firmeza y autonomía de cada una de las partes constituyentes de sus todos contrapuntísticos. Como nos señala Bayan Northcott, es ello herencia de sus estudios en París con Nadia Boulanger, que insistía en el muy bachiano principio de que cada elemento musical debe presentar consistencia por sí mismo, además de su función estructural como parte de una obra global. Por el contrario, los Figment -aquí representados por sus entregas tercera, cuarta y quinta (2007-2009)- desvelan el lado más imaginativo y libre de Carter, con una entidad sonora escrita específicamente para las cualidades técnicas y expresivas de determinados instrumentistas colaboradores del compositor neoyorquino. Algo similar sucede con el Clarinet Quintet (2007) y los  Due Duetti (2009), cuya génesis está intrincada con solistas concretos, y en cuyo desarrollo, de nuevo, los muchos Carter que ha sido/es Carter reverberan en sus notas y planteamientos estilísticos amalgamados.

Las interpretaciones son todas magníficas, técnica y expresivamente; muchas de ellas en manos de sus intérpretes dedicatarios, a cuyas cualidades musicales se ajustan como un guante. Aunque sea complejo destacar algún nombre entre un conjunto de solistas tan vinculados a la figura de Carter, no puedo dejar de mencionar a Oliver Knussen, uno de los directores que más y mejor ha entendido a lo largo de estos últimos años la música del venerable neoyorquino, como sus numerosas grabaciones dan fe. También las presencias del clarinetista Charles Neidich, del violonchelista Fred Sherry, o del Juilliard String Quartet han de ser destacadas de un modo especial, haciendo hincapié, como en el caso de Knussen, en el exquisito refinamiento de esta música, en su belleza constructiva, en su elegancia, en la lógica claridad con la que Carter estructura unas partituras que, aunque no muy complejas en apariencia por su filiación a la nota musical como eje principal del sonido, sí precisan un estudio riguroso y una técnica sobresaliente para dar salida a sus estudiadísimas notaciones.

Las tomas sonoras son muy buenas, parte de ellas grabadas por la BBC 3 inglesa, así como en estudios y auditorios norteamericanos con unos estándares de calidad muy notables. El libreto de este octavo volumen del ciclo dedicado por el sello Bridge a Elliott Carter -quizás el proyecto fonográfico internacional más ambicioso sobre el compositor a día de hoy- lo firma Bayan Northcott, uno de los principales especialistas en la figura del neoyorquino, que desgrana pieza por pieza el sentido de estas obras en la trayectoria tardía de Carter, estableciendo interesantes vínculos con sus etapas previas. Se incluyen, asimismo, los textos de las obras vocales, así como biografías y datos pormenorizados de las grabaciones. Un nuevo e interesante capítulo, así pues, para comprender a un compositor que sintetiza buena parte de nuestra historia de un modo tan personal como humanamente íntegro.

Estos discos han sido enviados para su recensión por Diverdi
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