Para esta exhumación de una obra menor del barroco francés, el regisseur David McVicar reinvirtió varias ideas inauguradas con su inolvidable Giulio Cesare para Glyndebourne: coros bailando estilo pop los fragmentos musicales mas movidos y pegadizos, y un distanciamiento y tomadura de pelo a personajes que actúan con la parsimonia que impone la música. Pero McVicar, que escenificó la obra en los años de la Segunda Guerra Mundial, fue aún mas lejos esta vez para lograr una magistral descripción psicológica de personajes que elevaron el drama a una escalofriante credibilidad contemporánea. Creon viste como De Gaulle, Jason como un comandante de la marina británica y Orontes se presenta como piloto jefe de un grupo de bombarderos norteamericanos.
Y entre ellos pena como Medea la gran mezzosoprano inglesa Sarah Connolly, elegantemente vestida…
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