Pisando fuerte

0,0001159 En la búsqueda constante de nuevas estrellas que aseguren las ventas, Decca sorprendió con una jugada maestra. Con un Andreas Scholl con un tirón discográfico menguante en los últimos años y cuando la mayoría de las estrellas barrocas se concentraban en Virgin (ahora Erato), la discográfica inglesa anunciaba el fichaje en exclusiva entre sus filas de Max Emanuel Cencic. El croata es a día de hoy el único capaz de hacer sombra al gran astro Jaroussky, con el que ha trabajado en ocasiones memorables también fijadas en disco.

Y siguiendo la fórmula “patentada” por Cecilia Bartoli y oportunamente explotada por el francés y otros contratenores, lanza su primer recital con los ingleses con un monográfico dedicado a Hasse, uno de los grandes compositores barrocos virtualmente olvidados (como ocurre con Porpora o Vinci, entre tantos otros). Unos pocos datos sitúan inmediatamente la excepcionalidad de su figura: fue el compositor favorito del poeta cesáreo por excelencia, autor de los más famosos libretos de opera seria barroca, Metastasio; predilecto de monarcas ilustrados que fueron melómanos, desde los electores de Sajonia a la emperatriz María Teresa; marido de la ilustre mezzosoprano Faustina Bordoni, compuso asimismo para su máxima rival, la soprano Francesca Cuzzoni, y para los más famosos castrados del siglo XVIII (Bernacchi, Caffarelli, Carestini, Farinelli), además de ser un magnífico tenor él mismo; fue respetado por rivales como Händel, Porpora o Vinci. Sin embargo, su obra es poco conocida, y fuera de un puñado de arias que comparecen con cierta regularidad en algunos recitales (“Pallido il sole” de Artaserse fue de las primeras en grabarse y repetirse), apenas cuenta con dos integrales disponibles, Cleofide (Capriccio) y Didone abbandonata (Naxos) -ambas con repartos mejorables- y un recital monográfico, el primero de Valer Barna-Sabadus (Oehms), con otro programa diferente.

Como no puede ser menos en este tipo de lanzamientos, uno de los grandes reclamos de la caja consiste en que siete de los once números vocales son primicias mundiales. Como viene siendo habitual, se trata de piezas muy bien escogidas para revelar tanto la calidad del compositor como la versatilidad del intérprete, a través de arias que abarcan los distintos affetti barrocos que fueron la norma del género. Así, se pasa de la melancolía que abre el recital (“Notte amica, oblio de’ mali”) o la simplicidad de “Dei di Roma” a las explosiones de coloratura por las que es justamente famoso de “Siam navi all’onde algenti” (tan eficaz como la de Vivaldi) o “Vo disperato a morte”.

El contratenor croata afronta un programa difícil en plenitud de medios, con un grave carnoso y agudos brillantes, una habilidad endiablada para las agilidades más intrincadas y gran capacidad expresiva en el aspecto patético. De hecho, probablemente se trate de su mejor recital hasta la fecha. El acompañamiento de la Armonia Atenea está a la altura de los conjuntos más reputados, George Petrou ha logrado sacarlo de Grecia para ponerlo al mejor nivel europeo. Para prueba aquí, el precioso Concierto en Sol mayor para mandolina. Asimismo el magnífico registro del Alessandro de Händel (Decca), también con Cencic, impresión que tendrá que revalidar con la grabación este mismo verano de Siroe re di Persia de Hasse, también con el croata. Emplazados quedamos.