Austria
Manrico en el museo
Agustín Blanco Bazán

Luego de su triunfo con su regie de Die Soldaten dos años atrás, el Festival de Salzburgo decidió averiguar como Alvis Hermanis se las vería con una ópera totalmente diferente. Así fue que le tocó este Trovatore que transcurre en una pinacoteca parecida a la National Gallery londinense y a muchas otras por el color rojo oscuro de sus paredes. O tal vez sea el Palazzo Pitti, porque en una de esas obviedades que ya de entrada infantilizan una puesta, Ferrando señala al retrato rafaelino de Agnolo Doni para indicar que se trata de Manrico.
Es un Ferrando que con vestimenta contemporánea se apura a arrear con una banderilla italiana a la última tanda de turistas de ese día, y les muestra adustos retratos renacentistas italianos mientras les cuenta la historia de los retratados, a saber, todos los demás personajes de la ópera representados por cuadros archiconocidos. Los turistas se retiran apuradamente cuando la campana anuncia el cierre del museo, dejando solas a dos cuidadoras de uniforme, una de las cuales, Leonora, se posesiona ante lo que le sugieren los frescos ya en medio de una penumbra que se transforma en noche cuando aparece Luna, un portero de guardapolvo.
Momento de la representación de 'Il Trovatore' de Verdi en el Festival de Salzburgo 2014. Dirección musical, Daniele Gatti. Dirección escénica, Alvis Hermanis.
© Salzburger Festspiele/Forster, 2014
¿Interesante, no? Sólo que las cosas empiezan a fallar cuando Leonora abandona su uniforme para disfrazarse de dama renacentista luego de “Tacea la notte placida”. Y también Luna cambia su guardapolvo por una túnica. Si Hermanis se hubiera animado a hacer lo que hizo Christof Loy con La mujer sin sombra en el 2011, los personajes se hubieran quedado en sus ropas contemporáneas para permitir que los fantasmas de los cuadros se posesionen de ellos. En este Trovatore en cambio, todos terminan siendo nobles, soldados y gitanos gesticulando a la antigua.
Y con una pereza fundamental que le impide seguir sus propias ideas, Hermanis se cansa de asociar lo que se canta con la temática de los cuadros. Por ejemplo, antes de cambiar su traje de guía por el de gitana, Azucena canta “Stride la vampa” señalando a un grupos de turistas detalles de un cuadro que en lugar de llamas muestra … una Madonna. Un constante movimiento de paneles con cuadros que van y vienen acelerando o disminuyendo su velocidad conforme a la música consiguieron impacientar e irritar a todos.
Y también el último acto comenzó prometiendo para después defraudar: Leonora entra nuevamente con su uniforme de cuidadora en una galería ahora de paredes desnudas y unos frescos desmontados y dejados momentáneamente en el piso, presumiblemente con vistas a un cierre definitivo o una reparación general. Es junto a estos que canta “D´amor sull´ali rosee” mientras se desviste quedando en ropa interior negra para aferrarse a su disfraz renacentista durante la cabaletta. Fue este el mejor momento de la función y un decidido triunfo para Anna Netrebko, quién muy por encima de los demás cantantes cantó con radiante expansión en el legato, agudos pristinos apoyados en formidable squillo y un fraseo profundamente sensible.
Momento de la representación de 'Il Trovatore' de Verdi en el Festival de Salzburgo 2014. En escena: Anna Netrebko (Leonora) y figurantes. Dirección musical, Daniele Gatti. Dirección escénica, Alvis Hermanis.
© Salzburger Festspiele/Forster, 2014
“Ahora sí, ahora va a mejorar todo” me esperancé, olvidando que las puestas raramente evolucionan de peor a mejor. Mi esperanza era que el montón de frescos sobre el suelo se prendiera fuego, y la obra terminara con el incendio de la galería. Pero no. Nada de eso. La última escena fue cantada con el trasfondo de una pared a modo de telón de fondo y los empleados del museo en sus disfraces de Azucena, Manrico, Luna y Leonora. Al no volver a la contemporaneidad inicial la propuesta terminó perdiendo todo sentido, aportando tan sólo una buena idea: Ferrando degüella a Manrico frente a Azucena en lugar de arrastrarlo a un cadalso fuera de la escena. Con ello quedó bien resuelto el problema de la falta de tiempo para hacer creíbles los últimos segundos de la obra.
Francesco Meli cantó con bello timbre lírico y sus trinos en “Ah sì ben mio” fueron aceptables, pero evitó el sobre agudo de “col sangue” en la repetición de “Di quella pira.” Y también su “corro a morir” naufragó cuando el agudo final fue emitido dentro de la masa coral sin poderse diferenciar de ella. Fue un agudo que salió casi inaudible y solo duró tres segundos para bajar a una nota más baja final antes que el coro terminara su cometido. Nada, pues de esos famosos “morir” mantenidos en sostenuto después de callar el coro.
Momento de la representación de 'Il Trovatore' de Verdi en el Festival de Salzburgo 2014. En escena: Francesco Meli (Manrico), Anna Netrebko (Leonora), Diana Halle (Ines) y Coro. Dirección musical, Daniele Gatti. Dirección escénica, Alvis Hermanis.
© Salzburger Festspiele/Forster, 2014
Pero tal vez estas insuficiencias no son totalmente a su cargo, si se tiene en cuenta el vértigo que le impuso en este momento crucial un Daniele Gatti bombástico y siempre empeñado en confundir brío y expresividad con efectistas estridencias y tiempos caprichosos. Varias veces durante la función hubo serios desajustes entre el foso y la escena, y con un momento particularmente desastroso, el de las interjecciones corales durante la cabaletta de Luna “per me, ora fatale”, cuando el coro apenas pudo esbozar un canturreo neblinoso y desprovisto de toda articulación en consonancia con el marcado de la orquesta.
El barítono Artur Rucinski (que reemplazó a un indispuesto Placido Domingo como Luna), logró en cambio sortear este momento con voz pareja y bien apoyada y cálido canto legato a lo largo de todo el registro. Intensa en emisión pero desigual en color fue en cambio la voz de Marie-Nicole Lemieux como Azucena.
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