Discos

Orlando combate de nuevo

Raúl González Arévalo
jueves, 18 de septiembre de 2014
Georg Friedrich Händel: Orlando, ópera en tres actos (1732). Bejun Mehta (Orlando), Sophie Kartkäuser (Angelica), Kristina Hammarström (Medoro), Sunhae Im (Dorinda), Konstantin Wolff (Zoroastro). B’Rock Orchestra. René Jacobs, director. 2 CD (DDD) de 160 minutos de duración. Grabado en el Concertgebouw de Brujas en julio y agosto de 2013. Archiv Produktion 479 2199. Distribución: Universal
0,0001103 Hace un tiempo que René Jacobs afirmó que las voces de mezzosoprano eran las únicas capaces de hacer justicia a los papeles de castrado, lo que llevó a que algunos le acusaran de renegar de su pasado de contratenor. Hasta que conoció a Bejun Mehta, cuya voz y técnica excepcionales le convencieron de que era uno de los pocos de su cuerda que merecían encarnar papeles protagonistas de castrado contralto. Y así le dirigió en el debut discográfico en solitario con el recital Ombra Cara (Harmonia Mundi), una magnífica selección de papeles escritos fundamentalmente para Senesino, en la que si sorprendentemente estaba ausente Giulio Cesare, por el contrario ya figuraba Orlando, título elegido íntegro para debutar ambos en el sello Archiv.

Efectivamente, frente a otros colegas, el americano destaca por la homogeneidad de registros, sin problemas en el grave, una calidad sobresaliente en los agudos y un gran dominio de las dinámicas. El rodaje del personaje le permite un dominio de los resortes expresivos, de la prosodia del texto, que dejan a atrás todos los rivales discográficos, desde el decadente Bowman (L’Oiseau Lyre) hasta la referencia insuperada de estos años, Patricia Bardon (Erato). Humano como es, el Orlando de Mehta no puede superar el ímpetu del “Fammi combattere” imbatible de Marilyn Horne (Mondo Musica), pero es menos altisonante que su compatriota, que privilegiaba siempre el lado heroico de sus personajes. Efectivamente, Mehta resulta más sutil y efectivo en la escena de la locura, donde la fragilidad mental del protagonista alcanza cotas expresivas muy altas, sin duda alguna ayudado por su director fetiche. La compenetración entre ambos es insuperable y el resultado, histórico. 

Entre decorosos y muy buenos el resto del reparto. Sophie Karthäuser es una Angelica sobrada de medios vocales (magnífica en “Verdi piante”), como el Medoro de Kristina Hammaström, con un “Verdi allori” bucólico pero no lánguido. Ambas sacan sus mejores armas a relucir y toda la experiencia en el repertorio barroco para dejar retratos sólidos, contundentes. Sunhae Im, habitual de las grabaciones y funciones de Jacobs, supera las limitaciones de colores y espesor vocal con un retrato exquisito de Dorinda, apenas forzada en los graves y con agudos un poco ácidos en “Amor è qual vento”. En el mismo sentido, Konstantin Wolff también está limitado vocalmente para hacer justicia a un papel del mítico Montagnana (¡ay, Ramey!), pues el estilo impecable termina viéndose superado por las exigencias vocales y expresivas de números tan duros como “Sorge infausta una procella”, aunque la coloratura es fluida.

La B’Rock Orchestra muestra una gran ductilidad a manos de Jacobs y un sonido cálido: las resonancias secas parecen desterradas y la incisividad de los momentos más dramáticos se logra con la perfección y la contundencia de los ataques, el empaste de sonido y la dosificación de los tiempos. Como siempre con Jacobs, la atención a la palabra, al recitativo, es sobresaliente, con resultados inalcanzados previamente por la brillantez teatral del discurso musical.
 
En definitiva, una excelente ocasión para volver a Orlando.
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