Discos

Max el Grande

Raúl González Arévalo
miércoles, 22 de octubre de 2014
Georg Friedrich Händel, Alessandro. Ópera en tres actos con libreto de Paolo Antonio Rolli (1726). Max Emanuel Cencic (Alessandro), Julia Lezhneva (Rossane), Karina Gauvin (Lisaura), Xavier Sabata (Tassile), In-Sung Sim (Clito), Juan Sancho (Leonato), Vasily Khoroshev (Cleone). Armonia Atenea. Georg Petrou, director. 3 CD (DDD) de 190 minutos de duración, grabados en el Concert Hall de Atenas en septiembre de 2011. DECCA 478 4699. Distribuidor: Universal
0,0001738 Después de escuchar este Alessandro resulta inexplicable la poca atención que ha recibido la obra hasta ahora, en plena recuperación del repertorio barroco, con Händel como uno de los compositores insignes. La grabación liderada por Petrou se convierte en un clásico desde su lanzamiento, en una cotribución decisiva para profundizar en el catálogo del sajón.

A pesar del entusiasmo, hay que ser conscientes de que Alessandro no es una obra maestra como las otras óperas heróicas de Händel que le preceden, Giulio Cesare in Egitto, Tamerlano y Rodelinda. Y no lo es por dos motivos: Rolli acomoda el libreto original de Ortenso Mauro para La superbia d’Alessandro de Agostino Steffani de modo que los tres cantantes principales, Senesino, la Bordoni y la Cuzzoni, tengan las mismas oportunidades de lucimiento, con menoscabo de la coherencia dramática del texto original y en beneficio de un triple duelo canoro; y porque la música de Händel, aun de altísima calidad, con momentos incluso de genialidad, no es memorable de principio a fin.

Con todo, cuando la trama presenta puntos débiles lo que realmente justifica la interpretación de una ópera barroca es el despliegue de todos los recursos que dan sentido y significado al bel canto en sentido estricto, más aún si, como es el caso, los números se han concebido para que los protagonistas compitan a muerte entre ellos y den lo mejor de sí mismos en una lucha sin cuartel por imponerse a los otros. Y ésta es una de las pocas ocasiones en las que absolutamente todo el reparto, incluyendo los papeles menores, está a la altura del reto, hasta el punto de revalorizar la obra y dar la sensación de que puede ser incluso mejor de lo que realmente es. Confirma esta impresión el hecho de que la grabación de Decca se sitúa muy por encima de la única disponible hasta el momento (Deutsche Harmonia Mundi /1984, con un reparto modesto a excepción de René Jacobs), gracias precisamente a los cantantes.

Max Emanuel Cencic sigue reivindicándose como perfecto primo uomo para óperas barrocas, y con este Alessandro firma una de sus grabaciones más redondas. No en vano, si la música no es genial, la artesanía del genio vuela alto, y provee una variada cantidad de situaciones en los que exponer el dominio de los recursos que subrayaban los affetti barrocos. El papel no es exigido desde el punto de vista de la tesitura, pero sí en la solidez que requiere del centro y los graves, en la fuerza de la declamación en los recitativos. Y el croata está simplemente imbatible en todas sus intervenciones, superando a Jacobs por atractivo vocal (no en logro interpretativo). Como secondo uomo Xavier Sabata da la campanada, rivalizando sin complejo con el protagonista a pesar del menor número de intervenciones. Otro español que apunta muy alto es Juan Sancho.

Como coprotagonistas Karina Gauvin y Julia Lezhneva brillan a igual altura que Cencic. La primera está absolutamente consagrada y ratifica su magisterio en los papeles barrocos, por la pureza de la técnica y la precisión de los ataques. El acento que imprime al texto se ajusta siempre a su sentido, subrayando el canto. Por el contrario, Julia Lezhneva debe confirmar la sensación causada con su debut, y parece decidida a ello. A la frescura del instrumento se une una sorprendente madurez técnica, en particular en el canto de agilidad, y se aprecia una mayor profundización en la interpretación del texto, lejos de la autocomplacencia en el canto.

George Petrou parece haberse lanzado a la conquista del mercado discográfico de la mano de Decca, que le ha confiado en breve tiempo el primer recital de Cencic en la casa (ver crítica), el de Daniel Behle con arias de Gluck, el Prometheus de Beethoven y anuncia el lanzamiento de Siroe, re di Persia de Hasse para noviembre. La experiencia en otras obras händelianas (Giulio Cesare, Oreste, Tamerlano, Arianna in Creta, Alessandro Severo, todas grabadas para MDG) hace que haya asimilado el estilo dramático del sajón, imprimiéndole la dosis justa de tensión para que no decaiga. La sabiduría de la dirección le sitúa entre las mejores batutas barrocas del momento, y el mejor aval de esta impresión es que logra que la obra parezca mejor de lo que es con una interpretación vibrante, llena de empuje, gracias también a la brillante labor de la Armonia Atenea. Una grabación perfecta de las que aparecen de vez en cuando.
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