La escenografía son grandes paneles lisos del blanco al negro, presentados como superficies y aristas de cubos gigantes y con algunas puertas que los intercomunican. Los vestuarios son contemporáneos, con los esbirros de Idomeneo y el Sumo Sacerdote vestidos en negro fascista y con ametralladoras, que no solo dominan un pueblo sumiso sino que al comienzo empujan y patean a sus prisioneros troyanos. Todo ello muy afín con una historia que el regisseur Martin Kušej ha decidido cambiar para satisfacer su plataforma ideológica. Cuando el mar arroja a Idomeneo en la playa, no es Idamante el primero que lo encuentra sino el sumo sacerdote que aparece diciéndole algo con una mímica que como en el cine mudo nos es explicada en un sobretítulo. Algo así como: “el Sumo Sacerdote le dice a Idomeneo que tiene que sacrificar a su hijo Idamante porque…
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