The Ice House´s Tales
El violinista de fuego
The LGM Golden Quartet
Great Violinist. Mischa Elman. Piotr Illich CHAICOVSQUI: Concierto para violín en Re mayor op. 35, London Symphony Orchestra, John Barbirolli, director (grabado los días 19 y 20 de diciembre de 1929 en el Queen's Hall de Londres); Sérénade mélancolique op. 26, Victor Symphony Orchestra, Nathaniel Shilkret, director (grabado el 29 de agosto de 1930 en los estudios de la calle 24 de Nueva York); Jósef WIENIAWSKI: Concierto para violín nº 2 op. 22, Robin Hood Dell Orchestra of Philadelphia, Alexander Hilsberg, director (grabado el 23 de junio de 1950 en la Academia de Música de Filadelfia). Don Tait y Gary Stucka, investigación de fuentes. Mark Obert-Thorn, restauración de fuentes sonoras y producción para HNH International Ltd., 2002. Un disco compacto ADD de 67 minutos de duración de la serie 'Great Violinists'. Naxos Historical 8.110912
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El violinista Mischa Elman (Talnoe, Kiev, 1891; Nueva York, 1967) estudió con A. Fiedemann (1897-1902) en Odessa donde fue descubierto por Leopold Auer, quien lo llevó consigo al Conservatorio de San Petesburgo donde Elman fue alumno de Auer durante los cursos 1902-4, al mismo tiempo que estudiaba teoría musical con Cesar Cui.Su meteórica carrera se inició con su presentación en Berlín el 14 de octubre de 1904, seguido de sus sensacionales debuts en Londres el 21 de marzo de 1905 y en Nueva York el 10 de Diciembre de 1908 que lo consagraron con sólo diecisiete años como uno de los grandes violinistas del mundo. En 1911 eligió Nueva York como ciudad de residencia y descanso de sus constantes giras por todo el mundo. En 1923 le fue concedida la nacionalidad norteamericana y en 1926 creó el Elman String Quartet. En la temporada 1935-36 ínterpretó en el Carnegie Hall de Nueva York una serie de cinco conciertos titulada "El desarrollo de la literatura violinística", en la que interpretó 15 conciertos para violín y orquesta. El Concierto de violín de Martinú está compuesto para Elman, quien lo estrenó en 1944. Él mismo es autor de numerosas piezas características y arreglos para violín. Elman utilizaba dos violines históricos de enorme valor, un Nicolò Amati y un Stradivarius de 1727. La Manhattan School of Music creó en 1974 la cátedra de violín Mischa Elman, dotada por Helen Helman, viuda del violinista.Elman fue el último violinista de la Belle Époque, temperamental y exuberante, apasionado y vigoroso, intérprete ideal del repertorio del segundo romanticismo que resultaba campo abonado para su estilo improvisatorio y propenso a las libertades rítmicas, de fraseo y dinámicas. La riqueza de gamas de su sonido se hizo legendaria, como su infinita expresividad y su desbordante sensualidad. Si Kreisler prefería la belleza a la perfección, Elman prefería la pasión a cualquiera de los otros dos valores, que poseía en grado sumo. Si un recital de Kreisler tenía una fuerte carga erótica, cada actuación de Elman estaba en los límites del sexo explícito.Este disco nos ofrece su portentosa versión del Concierto para violín de Chaicovsqui con Barbirolli, grabada en Londres al comienzo de la era del sonido eléctrico, en 1929 como la grabación berlinesa de Huberman con Steinberg. Podríamos proponerles al menos una docena de versiones fonográficas de este maravilloso Concierto que tienen su lugar en el Olimpo, varias de ellas por violinistas de la escuela rusa. La versión de Elman-Barbirolli nos parece la más expresiva de todas ellas, el poderoso impulso inicial no se relaja ni un instante y la emoción nos embarga, cuando al final del Allegro moderato, Elman consigue meter a Monserrat Caballé dentro de su violín y consigue que ésta exhiba sus mejores filados. Además, la proximidad cronológica de Elman a Chaicovsqui y suformación con Auer son poderosos argumentos a favor de la "autenticidad interpretativa" de Elman respecto a la tradición rusa original. Por lo que se refiere a la Sérénade Mélancolique, no conocemos ningún registro que merezca siquiera ser comparado con este.El 2º concierto de Wieniawski fue grabado en 1950, cuando la edad había amainado el temperamento de Elman. No es, ni mucho menos, una interpretación apolínea. Tal cosa sería un dislate anacrónico y fuera del estilo del autor, además de impensable en Elman. Pero sí posee la suficiente contención para que la atención se pose en la perfección del ataque, del juego de arco y del purísimo sonido.Una vez más, Mark Obert-Thorn ha hecho un milagro. Quienes tengan estas grabaciones en la edición que hace una docena de años editó RCA compartirán mi opinión cuando escuchen este disco.
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