DVD - Reseñas
Conceptualismo-pastiche
Paco Yáñez
Provocador, artista multimedia, youtuber, enfant terrible…, el compositor alemán Johannes Kreidler (Esslingen am Neckar, 1980) es una de las voces emergentes más polémicas de la nueva música europea, espacio en el que sus controversias han venido animando festivales de música actual como Huddersfield, Eclat, o el Ultraschall berlinés a lo largo de los últimos años, con especial mención para su ponencia Music with Music, pronunciada en los Internationale Ferienkurse für Neue Musik de Darmstadt en julio de 2010 (disponible en el canal de Youtube del compositor, como buena parte de sus conferencias y piezas audiovisuales), en la que Kreidler repasa los aspectos fundamentales que articulan su pensamiento artístico desde conceptos como identidad, medios, política, o historia, además de una pormenorizada descripción de sus modus operandi a nivel de técnicas compositivas, tanto en lo instrumental como en lo electrónico (así como en su hibridación, ámbito kreidleriano por antonomasia): unidad desde la que se conforma lo que Kreidler y otros compositores de su entorno denominan Nuevo conceptualismo, una propuesta en cuyos postulados igualmente podemos profundizar a través de su ponencia Paneklektizismus, pronunciada en las Wittener Tage für Neue Kammermusik del año 2012; o, en agosto de 2014, de nuevo en Darmstadt, en el debate New Conceptualism: A Dead End or a Way Out?, con presencia, entre otros, del filósofo Harry Lehmann, autor de Die digitale Revolution der Musik: Eine Musikphilosophie (2013), texto con el que se convirtió en el teórico fundamental del Nuevo conceptualismo (corriente con la que fue muy crítico Helmut Lachenmann en la entrevista que con el compositor alemán mantuvimos en 2015).
Tal y como apunta Harry Lehmann, y Kreidler asume plenamente, el presente y el futuro de la composición en el siglo XXI no pasan por los instrumentos tradicionales -para ellos, restos de un pasado burgués-, sino por los archivos digitales disponibles en internet, con su panoplia de sonoridades, orígenes y formas diversas, pues los nuevos conceptualistas ven superada la dicotomía entre un lenguaje armónico de alturas y la composición con ruidos. Para Kreidler, la cuestión en el siglo XXI no es ya si el ruido es música, sino si una canción de moda, un hit comercial, puede ser un ente de carácter artístico al ser reutilizado en una de sus propias composiciones. De este modo, Johannes Kreidler no duda en adentrarse en el archivo musical de la historia para rescatar de éste cuanto precise para crear lo que denomina «música con música», si bien su materia prima predilecta para crear esta suerte de 'metamúsicas' es el pop: aquellas canciones comerciales que él mismo reconoce son música verdaderamente mala. Esta apropiación de temas pop puede incluso ser insertada en partituras contemporáneas de otros autores, creando un verdadero palimpsesto en el que la scriptio inferior acostumbra a conformarse con una composición instrumental del propio Kreidler (como veremos más adelante, de una factura musical realmente pobre, lo que nos llevaría a considerar si esta recolección no constituirá una forma de cubrir carencias propias a nivel artístico, incardinándose -a la par- en una suerte de extensión del discurso posmoderno).
De este modo, Johannes Kreidler, un compositor que elude las citas de creadores como Beethoven, Brahms, o Schumann, por considerarlas en demasía estándar, clásicas o «burguesas», inserta de forma recurrente fragmentos de otras piezas en partituras ya sean suyas o ajenas para hipertrofiar determinadas partes, cambiando su sentido y sonoridad; o, directamente, para boicotearlas produciendo una reconceptualización del objeto artístico y de su presencia estética (procesos a través de los cuales se injerta en el fértil tronco derivado de Marcel Duchamp). Kreidler, que sostiene no componer con notas, sino con otras músicas (algo que centraba su ponencia del 2010 en Darmstadt, y que Wergo toma al pie de la letra para titular Musik mit Musik este lanzamiento discográfico), recurre a Pablo Picasso (!) para defender que el verdadero artista no toma prestado, sino que roba cuanto precisa para crear una obra verdaderamente genial (¡ahí es nada!). Esa acumulación/tratamiento de otras músicas produce desde alteraciones en la percepción de los eventos sonoros debidas a la manipulación de sus duraciones, dinámicas, etc., a juegos con las melodías o su ausencia, tal y como efectuó en su Minusbolero (2010-14), a partir de la partitura de Ravel. Mediante asociaciones entre sonoridades 'vendimiadas' y silencios, Kreidler sintetiza las que denomina «densidades horizontales», ya sea por superposición en clústers, alternación, transposiciones, uso de filtros, etc., todo ello con una fuerte recurrencia a la electrónica, si bien tratada mayormente con unos niveles técnicos y artísticos que dejan mucho que desear, dando resultados musicales ingenuos e insuficientes. Una referencia podría asomar a nuestra memoria, la de Pierre Schaeffer, si bien el propio Kreidler se desmarca del compositor francés, señalando cómo la musique concrète tomaba sonidos cotidianos, musicalizándolos; mientras que él toma música, musicalizándola...
Alumno en la Universidad de Friburgo y en el Conservatorio de La Haya de compositores como Mathias Spahlinger y Orm Finnendahl, en Johannes Kreidler podemos reconocer ya diferentes estadios evolutivos, así como facturas musicales muy diversas, en buena medida condicionadas por esa recurrencia de la exposición de su propia música a los materiales pop con/sobre los que compone, que considero la empobrecen notablemente. Entre lo más interesante de Kreidler, podemos citar algunas partituras que ya han visitado nuestra sección discográfica con anterioridad, como Kantate. No future now (2008), en la interpretación del Ensemble Modern con dirección de Johannes Kalitzke (Ensemble Modern Medien EMCD-021/022); o Der “Weg der Verzweiflung” (Hegel) ist der chromatische (2012), en manos del Nadar Ensemble, dentro de las Donaueschinger Musiktage 2012 (NEOS 11303-05). En el otro extremo, propuestas (buena parte de ellas, con componente audiovisual) que me parecen directamente lamentables, como los Kinect Studies I-III (2011-13), Hitler’s Rage remixed in order of volume (2010), Blonde Street (2009), o buena parte de sus piezas para teclado MIDI, como las Crescendo Compositions (2013) o las Ritardando Compositions (2013), de paupérrimo nivel, basadas en estudios de procesos musicales a nivel de primeros cursos de conservatorio elemental.
El lanzamiento del sello Wergo que hoy reseñamos presenta un disco compacto en el que se recogen piezas de naturaleza básicamente acústica, así como un DVD en el que la componente visual adquiere una notable importancia. Escuchadas en continuidad obras como in hyper intervals (2006-08) -en versión del Nadar Ensemble dirigido por Daan Janssens-, cache surrealism (2008) -por el Ensemble LUX:NM-, o Living in a Box (2010) -por el Ensemble Modern dirigido por Kalitzke-, la sensación que se deriva es la de una limitación sonora evidente, con propuestas apenas diferenciadas entre sí, sin relieves ni sustancia propia, plomizas hasta decir basta: música simplona, obsesivamente reiterativa, en la que de nuevo se tiene la sensación de que el recurrir a la historia parece ser un tirar de un joyero deslumbrante, cuando no de aberraciones sonoras (según qué música), para ocultar esas carencias estéticas propias antes señaladas (o, directamente, para 'escandalizar' por la vía de lo fácil, algo en lo que Kreidler parece moverse en su salsa). Visitadas estas piezas, uno no puede más que dar la razón al pianista del ensemble mosaik, Ernst Surberg, cuando afirma que la música de Kreidler es «híbrida y bizarra», si bien en sus acepciones más negativas.
Mención especial merece la paradigmática Fremdarbeit (2009), composición/instalación presente tanto en el CD, en su versión puramente instrumental-electrónica, como en el DVD, allí en su ejecución completa con instrumentos, samples y moderador (el propio Kreidler, en diálogo con el público). Obra compuesta en colaboración con el compositor chino X. Xiang y el programador informático indio R. Murraybay, Kreidler compra a estos creadores músicas plagiadas que posteriormente se apropia y utiliza para sus metamúsicas, explicando en su debate con el público hasta los porcentajes de músicas reutilizadas, además de los porcentajes de sus procedencias y estilos; vamos, toda una bolsa de valores como las que Kreidler ha musicalizado en Charts Music (2009). La conversación en la versión instalación -como parte del DVD- permite ser partícipe del debate sobre conceptos como plagio, uso, derechos, o propiedad de la obra. Preguntado por un espectador si se puede afirmar que una partitura así es verdadera autoría del propio Kreidler, el compositor alemán contesta rotundo afirmando que la obra es suya puesto que ha comprado a Xiang sus fragmentos constituyentes y legalmente es ahora su propietario (!). Es más, afirma que es más lícito este sistema de encargo y metacomposición que lo que pueda crear un autor como Jörg Widmann de 'turismo' por Dubái, apropiándose de valses de la tradición (sin duda, refiriéndose a las Dubairische Tänze (2009), compuestas por Widmann para el Ensemble Modern en el marco del proyecto Into Dubai, tras una estancia en 2009 del muniqués en el Emirato). Como vemos, no se anda con rodeos ni pelos en la lengua Johannes Kreidler (sus polémicas con Helmut Lachenmann en Darmstadt y Friburgo también han sido sonadas en Alemania), un compositor que afirma que la extensión del plagio en China, incluso con la construcción de forma industrializada y a bajo precio de instrumentos nacidos y perfeccionados en Europa, hace que piezas como Fremdarbeit pongan ante su propio espejo al gigante asiático, induciéndolos a cuestionar sus propias costumbres (uno teme ya las repercusiones del terremoto con el que a buen seguro ha sacudido Johannes Kreidler un país como China, donde es posible que la conmoción derivada de tal propuesta neoconceptualista exija la impresión del que habremos de conocer en el futuro como Libro rojo de Kreidler para lo que se intuye nueva revolución cultural, ¡a la altura de la del propio Mao!). Como en las anteriores partituras, los resultados estrictamente musicales de Fremdarbeit son extremadamente deficientes, con lo cual la divergencia entre el interés conceptual de la pieza -que sin duda lo tiene- y sus logros estéticos -inexistentes- es enorme, anulándola -en mi opinión- como objeto artístico.
La cuestión de los derechos de autor es también central en la pieza de audio digital product placements (2008), creación a través de la cual Johannes Kreidler denuncia la burocracia y la lentitud en la gestión de los derechos de autor por parte de la GEMA alemana. En el DVD lo veremos llegar a la sede de la sociedad de autores germanos con un camión en el que transportó en el año 2008 los 70.200 formularios (!!!) que presentó a la GEMA para la utilización de los correspondientes 70.200 fragmentos musicales que citaba de forma comprimida (¡imagínense en qué grado!) en los 33 segundos que dura la pieza. Como pueden comprobar, más allá de la baja calidad musical de sus propuestas, no cabe duda de que las performances, happenings, instalaciones y acciones del compositor ponen el dedo en la llaga de algunas de las cuestiones candentes de la música y del arte de nuestro tiempo, ya no sólo desde un punto de vista estilístico, sino legal, cultural y social, siendo éste el ámbito más interesante de su pensamiento.
Parte de la simpleza de las partituras escuchadas en el compacto puede ser observada gráficamente en el DVD que completa este lanzamiento del sello Wergo, a través de cuyos vídeos podremos comprobar los numerosos contactos de Johannes Kreidler con museos e instituciones musicales alemanas; así como escuchar a algunos de sus afines, Harry Lehmann incluido. Además, se presenta una amplia selección de trabajos audiovisuales (en su mayoría, disponibles en el canal de Youtube de Kreidler); piezas en algunos casos de una pobreza artística alarmante, como la antes citada Charts Music, en la que, con un programa básico de composición, Kreidler musicaliza -por medio de alturas asociadas- los altibajos de los índices bursátiles de compañías como Lehman Brothers. En parte, estos y otros vídeos -de muy cutre y hortera factura- podrían recordar a ciertas piezas de Chris Marker o Alexander Kluge, con su particular sentido del humor (que también lo tiene Kreidler), si bien aquellos en los albores del videoarte, cuya pobreza visual aquí se rescata, sumándose el compositor alemán al revival ochentero en el ámbito de la moda.
Los calificativos se agotan ya para la serie Compression Sound Art, en la que podemos encontrar propuestas sonoras como la compresión de todas las sinfonías de Beethoven en un segundo, o de todas las canciones publicadas por los Beatles también en un segundo (ni que decir tiene que la cantidad de matices, la heterogeneidad, los relieves y la energía que transmite el segundo de sinfonías beethovenianas supera con mucho la concentración informe, plana y amorfa de las canciones del grupo de Liverpool; es más, diría que ese segundo de eclosión beethoveniana destila más música en su big bang sonoro que toda la obra de Kreidler aquí recogida: es lo que tiene confrontarse tan abierta y concentradamente con los grandes). Prosigue sus compresiones Kreidler reduciendo a un segundo toda la Recherche (1913-27) proustiana en formato audiolibro (implosión literaria que quizás encuentre el sentido último que un visionario Marcel Proust ya intuyera al titular Le Temps retrouvé a la séptima y última parte de su monumental novela, en cuyas líneas conclusivas leemos: «como gigantes sumergidos en los años, lindan simultáneamente con épocas tan distantes, entre las cuales vinieron a situarse tantos días [¿comprimidos?]»). No satisfecho, Johannes Kreidler experimenta con otras fuentes, géneros y duraciones, algo de lo que dan fe su compresión de 130.000 canciones en cuatro segundos, o de todo el audio de la película Rambo III (1988) en un tercio de segundo (¡sin escatimar tiros y explosiones!), fracción en la que igualmente comprime el audio al completo (gritos y susurros no censurados) de una película porno (recurrencia, esta de lo pornográfico, presente en otras piezas del compositor, como la lamentable Blonde Street, con su provocación barata de escaso gusto -con el propio Kreidler como actor principal-. Desde los lienzos de Otto Dix a las virulentas propuestas del Wiener Aktionismus, el siglo XX -sin ir más lejos- nos ofrece propuestas más genuinamente provocadoras y artísticamente potentes al respecto del erotismo y la desnudez, además de mucho menos gratuitas que éstas). Rizando el rizo, Kreidler nos brinda la compresión en un segundo de la canción ...Baby One More Time (1998), de Britney Spears, repetida hasta diez veces (los efectos devastadores sobre un oído sensible se mantienen). Y aquí me detengo en lo referido al apartado Compression Sound Art, so pena de descompresión cerebral del escribidor...
Antes de terminar, una breve referencia para otra de las delirantes videocreaciones de nuestro protagonista de hoy, composición en varias ventanas con el simulado suicidio visto en distintas tomas de un Johannes Kreidler alla Werther, en medio de la foresta, disparando una y otra vez contra su sien mientras escuchamos un atronador montaje de tiros (incluidos los de gracia), en otra propuesta de un patetismo y unos presupuestos técnicos de un amateurismo de traca...
...todo ello compone, en todo caso, una ventana discográfica privilegiada, la más completa en formato audiovisual que hasta ahora se haya editado, a la música y a las instalaciones de Johannes Kreidler; y, por tanto, a uno de los puntos de debate álgido de la música actual alemana, con las luces y las sombras que hasta aquí hemos señalado. En todo caso, el buen conocedor de la historia que, al tiempo, sea sibarita gourmet estilístico, es de esperar no se vea satisfecho con las partituras que este joven compositor alemán pone encima de los atriles, por lo cual, si a creaciones que jueguen con el concepto de 'música con música' se quiere remitir, ha de volver a valores seguros como las piezas palimpsestiales de Luciano Berio, Bernd Alois Zimmermann, John Cage, o Wolfgang Mitterer (en presupuestos cercanos a Kreidler, el austriaco -como en Music for checking e-mails (1999-2009)-, si bien de mayor calidad artística en Mitterer). Ellos, como Ezra Pound en la poesía, Andy Warhol en la pintura, o Jean-Luc Godard en el cine, han demostrado que la reflexión sobre los conceptos de historia, propiedad, uso y metacreación se puede abordar desde piezas intrínsecamente de calidad, algo de lo que distan -a día de hoy; pues uno no pierde la esperanza- los pastiches sonoros del enfant terrible del neoconceptualismo musical.
Estos discos han sido enviados para su recensión por Wergo.
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