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Tout Donizetti!

Raúl González Arévalo
martes, 10 de mayo de 2016
Gaetano Donizetti: Le duc d’Albe, grand opéra en cuatro actos con libreto de Eugène Scribe (1839). Angela Meade (Hélène), Michael Spyres (Henri de Bruges), Laurent Naouri (le Duc d’Albe), Gianluca Buratto (Daniel Brauer), David Stout (Sandoval), Trystan Llŷr Griffiths (Carlos), Robin Tritschler (Balbuena), Dawid Kimberg (Un tavernier); Opera Rara Chorus. Orquesta The Hallé. Sir Mark Elder, director. 2 CD (DDD) de 93 minutos de duración. Grabado en Hallé St Peter’s, Ancoats, Manchester, Reino Unido, en junio de 2015. Opera Rara ORC54.
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Entre los misterios de las óperas decimonónicas se sitúan a la cabeza las inconclusas y las perdidas. No me refiero al proyectado y nunca llevado a cabo Rey Lear de Verdi. Me refiero al Ugo, re d’Italia de Rossini, que Opera Rara ya aclaró que era una adaptación de Ermione para París; o al Ernani de Bellini, abandonado por La sonnambula. Pero si hay un autor que se lleva la palma, ése es Donizetti. En su referencial Donizetti and his Operas (Cambridge University Press, 1982), William Ashbrook documenta el anuncio de óperas de las que nunca más se supo (Il castello degli invalidi) y la existencia de fragmentos más o menos amplios de títulos como Adelaide, La bella prigioniera o L’ira di Achille. En el siglo XX aparecieron íntegras la versión de 1838 de Gabriella di Vergy (grabada por Opera Rara) y Elisabetta, amplia revisión a partir de Otto mesi in due ore. Además, el sello británico grabó los siete fragmentos que se conservan de Ne m’oubliez pas, opéra comique comenzada en 1843 y abandonada inconclusa.

En los últimos años el Donizetti francés ha sido objeto de una atención cada vez mayor, gracias a la cual se ha terminado imponiendo íntegra la versión original de La favorite en lugar de la traducción italiana posterior. Musicológicamente era más interesante conocer Les martyrs, el primer acercamiento al género de la grand opéra, de la que Opera Rara ofreció la primera grabación en estudio el año pasado, con una versión de referencia; y sobre todo su propuesta más ambiciosa, la única en cinco actos, un verdadero testamento musical al estilo del Guillaume Tell de Rossini, de una inventiva y una originalidad difícilmente superables en el contexto en el que se compuso, Dom Sébastien, roi de Portugal, asimismo grabada por Opera Rara en una versión menos redonda que la de Les martyrs, fundamentalmente por la inadecuación del tenor protagonista y de uno de los barítonos.

Con todas las óperas serias grabadas, quedaba ya poco margen. La inquietud de la discográfica le llevó a proponer recientemente en su edición crítica el original en francés de la ópera cómica Rita. Lo que pocos esperaban, realmente, era que fueran a grabar también Le duc d’Albe.

Las notas introductorias, de Roger Parker, reconstruyen al detalle la gestación y las razones del abandono de la composición –desmontando la leyenda–, así como la música que se ha conservado, la practica totalidad del primer y el segundo acto, orquestada íntegra por Donizetti. La pobreza de los bocetos del tercer y el cuarto acto hacían inviable una reconstrucción de lo que habría sido la obra donizettiana al completo, al estilo de lo que Franco Alfano o Luciano Berio hicieron con los apuntes de Puccini para el final de Turandot, realmente la última escena.

En consecuencia, a la hora de interesarse por este Duc d’Albe se abrían tres posibilidades. La primera de ellas era incluir la música que Matteo Salvi, discípulo breve tiempo de Donizetti, compuso para el estreno de la partitura en Roma en 1882. Sin embargo, el primer problema era que Salvi había compuesto la música de los actos III y IV sobre la traducción italiana del libreto, y además había “adaptado” al gusto de la época los dos primeros, asimismo traducidos. Esta versión espuria es la que Fernando Previtali reestrenó en 1951 en una versión en concierto –con cortes– para la RAI, cuando los manuscritos originales estaban desaparecidos y parecía de todo punto imposible distinguir la música de Donizetti de la de Salvi. En 1959 Thomas Schippers recompuso algunos números en un estilo más próximo al original del bergamasco para la versión ofrecida en el Festival de Spoleto con los decorados originales del estreno romano. Con todo, persisten los cortes y sigue prevaleciendo el texto en italiano, como se aprecia en la grabación en vivo que subsiste (Opera d’Oro).

La obra dormía el sueño de los justos hasta que en 2012 se llevó una operación insólita: para el estreno de la versión original en francés en la Vlamsee Ópera de Gante y Amberes se recurrió al compositor Giorgio Battistelli para completar la edición crítica preparada por Roger Parker del original donizettiano. Esas funciones fueron grabadas por el sello italiano Dynamic.

Aunque es verdad que la reconstrucción llevada a cabo permite representar la ópera, no es menos cierto que la mitad de la música no es de Donizetti. No se trata de una operación como las reconstrucciones que se llevan a cabo de óperas barrocas, donde se transponen arias de otras obras o de otras versiones de la misma del propio compositor para completar una versión incompleta. En consecuencia, ante la imposibilidad de concluir de modo razonable la ópera, Opera Rara ha optado por la mejor opción para una operación discográfica, en la que no hay que satisfacer la coherencia de una representación teatral. Así, decidió grabar sólo la música original de Donizetti que figura en la edición crítica del profesor Parker, recurriendo a Martin Fitzpatrick para reconstruir la poca música que faltaba en algunos recitativos.

Musicalmente los dos actos compuestos revisten un gran interés, revelando la madurez alcanzada por el compositor, capaz de manejar situaciones dramáticas de gran complejidad y levantando una arquitectura musical elaborada, tanto en la melodía como en la orquestación, rica y variada, en consonancia con el género y la capacidad de los solistas del teatro comisionario, la Ópera de París. Así, aunque el estilo es claramente el de Donizetti, da un paso más en la elaboración de un estilo más cosmopolita y europeo, como revela el abandono de la estructura típica de la scena italiana (recitativo-aria-cabaletta) por otra más flexible en la que prima la continuidad y el desarrollo de una lógica dramática. En este sentido, y como confirmó con Dom Sébastien posteriormente, es capaz de rivalizar sin complejos con los grandes logros lírico-teatrales de Meyerbeer, como revela la escena de la conjura que cierra el segundo acto de manera dramática y grandiosa –al estilo de la “conjura y bendición de los puñales” de Les huguenots–, a buen seguro lo más impactante de la obra, de una enorme calidad.

La originalidad no se limita a las escenas de conjunto. Referente al papel de la soprano, Donizetti afirmaba entusiasmado estar componiendo un nuevo prototipo de heroína lejos de la figura pasiva que había protagonizado sus melodramas italianos hasta el momento. Efectivamente, la cavatina de presentación, en la que Hélène es obligada a cantar por los soldados españoles, revela el carácter y la determinación del personaje con una música casi marcial, anunciando algunos de los primeros personajes verdianos. La elección de Angela Meade, que podría encajar en la tipología de dramática de agilidad, responde perfectamente a las intenciones del compositor. No en vano, ya ha cantado con éxito de crítica y público Elvira de Ernani, Leonora del Trovatore, Elena de I vespri siciliani, Norma y, sobre todo, Lucrezia Borgia y Anna Bolena. La juventud de la intérprete y la madurez de la técnica aseguran de una parte la frescura vocal que necesita Hélène –apenas sorprende el vibrato un tanto ancho– y de otra la capacidad técnica para hacer frente de manera convincente a las demandas del compositor, en especial en el dúo de amor con Henri, el momento culmen de su interpretación.

En cuanto a Michael Spyres, fue la auténtica revelación de Les martyrs. En esta ocasión resulta igual de impactante, aunque el personaje sólo está desarrollado a medias. En este sentido, no sería oportuna una comparación con Ismael Jordi, experto donizettiano y protagonista perfecto del registro de Dynamic. Más allá de la mayor belleza vocal del español, y de un dominio de la prosodia francesa equiparables, el americano saca un gran provecho de las oportunidades que tiene –el aria, el dúo con el duque y con Hélène, la escena final del segundo acto– explotando su idiomatismo, su capacidad para matizar la línea de canto y la espectacularidad del sobreagudo –con un Mib4 en el dúo y un Re4 para rematar la “conjura”– que dejarán satisfecho al más exigente.

El dúo entre Henri y el duque es un antecedente de tantas escenas memorables del Verdi francés (Henri y Monfort, no en vano el libreto de Las vísperas sicilianas es el de este inacabado Duque de Alba, adaptado), en especial de ese culmen del drama político-religioso que es Don Carlos, con los dúos entre Posa y Philippe, o entre el rey y el gran inquisidor. Aquí Spyres y Naouri realizan un auténtico despliegue de sutilezas vocales, en un gran ejercicio de introspección psicológica, que hacen lamentar más aún el carácter inconcluso de la ópera. El barítono francés tiene un timbre tal vez excesivamente claro para resultar poderoso vocalmente o transmitir autoridad sólo con el canto. Si no es nada grave en las óperas más ligeras, como La Colombe de Gounod, en otros personajes más serios puede ser un inconveniente. Sin embargo, en la estela de un José van Dam, Naouri lo resuelve con gran inteligencia, sin forzar medios, jugando con el fraseo y la palabra. Y el contraste con el otro bajo, Gianluca Buratto, es más que adecuado.

La Orquesta Hallé presta el mejor servicio a la música sombría y los tonos oscuros elegidos por Donizetti. Mark Elder ha hecho desde hace años un gran trabajo con la formación, que conoce el estilo adecuado. La dirección de Elder es entusiasta, en la línea de los logros en Dom Sébastien y Les martyrs citados.

Afortunadamente, los planes futuros de grabaciones de Opera Rara incluyen más repertorio francés, empezando por L’Ange de Nisida, la ópera en tres actos jamás estrenada por Donizetti y de la que salió, con las adaptaciones conocidas, La favorite. La grabación está prevista para 2018, y con ella se conocerá absolutamente toda la producción francesa de Donizetti. Antes, en 2017, será el turno de Le médecin malgré lui de Gounod y La princesse de Trebizonde de Offenbach. Y para este año están previstas las grabaciones de Semiramide –de la que prometen todas y cada una de las notas escritas por Rossini y una orquesta de instrumentos originales– y de Adelson e Salvini de Bellini. La espera se hará larga.

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