España - Valencia
La paradoja de la autenticidad
Daniel Martínez Babiloni
Muchas veces, atender una propuesta historicista resulta toda una paradoja. El bellísimo recital ofrecido por Jordi Savall dentro del ciclo de Serenates, que cada verano programa el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València me recordó un concierto de Sir Roger Norrington y la Orchestra of the Age of Enlichtenment. Tuvo lugar hace algunos años en el Palau de la Música. Robert Levin era el pianista y recuerdo que el instrumento de época que utilizó apenas se podía escuchar en la Sala Iturbi. Su sonido era demasiado débil para un lugar tan amplio. Con esa premisa entendí que se amplificara la viola de gamba Barak Norman de 1697. Además, el ciclo Serenates transcurre al aire libre, en el claustro de la vieja universidad, bajo la atenta mirada del bronce que representa a Juan Luís Vives. Las entradas se agotaron unos días antes, por lo que el lleno era absoluto. Todo lo cual, añadido a la acústica del recinto pudo suponer un impedimento para que se escuchase adecuadamente. Así, el sonido proyectado por la viola original resultó envolvente y llegaba en estéreo.
No obstante, este hecho no supuso merma alguna en el disfrute del recital. Multitud de matices tímbricos fluyeron de la viola, ya fuera frotada, al tañerla cual guitarra, al puntearla o al golpear sus siete cuerdas con la madera del arco. La agilidad y gracia rítmica del músico es impresionante. La velada resultó de tal intimidad que Savall, más que solista, se antojaba erudito investigador ensimismado en su estudio. Aquel que enfrascado en su propio pensamiento y sin apenas iluminación no se da cuenta de que tiene visita. Solo en el momento en el que ha de cambiar de pieza, musitando su título, cae en la cuenta de que está acompañado.
Dos bloques sin solución de continuidad conformaban el programa. En ambos, las piezas de los dos Sainte-Colombe y Marin Marais enmarcaban las de Tobias Hume. La introspección de páginas como Prélude en mi o la misma La Rêveuse (la soñadora), que da título al recital, se vio salpicada por serenos aires de danza con varias musettes o con el guiño final en forma de improvisación y zapateado en Les Folies d’Espagne. Una simpática Sautillante de Marais cerró el primer bloque. Las piezas del Capitan Hume suponen un contrapunto más ligero a la emoción del resto del repertorio. Del inglés poco se sabe, solo que fue militar de profesión, que sus colecciones para viola son fundamentales para su desarrollo y, por cómo escribe algunas de sus tablaturas, que debió tener mucho sentido del humor. El propio Savall le dedicó un compacto titulado Musical humor (Alia Vox, 2009). Con estas melodías, el viejo sabio hizo aflorar su fina ironía. Esperamos su visita de octubre con Le Concert des Nations.
Comentarios