Discos
La Revolución Francesa según Massenet
Raúl González Arévalo
La discografía de Massenet, como la de tantos otros compositores, tiene curiosas contradicciones. Hay títulos fundamentales de su producción que sólo conocen un único registro –Le Cid, Esclarmonde– y otros que ni siquiera habían sido grabados –aún está reciente Le Mage, impagable, también de la mano de Ediciones Singulares–.
Y aquí nos encontramos con la cuarta propuesta de Thérèse que, dicho sea de entrada, es la mejor de todas. La presentó Richard Bonynge con un reparto de canto y francés execrable (Tourangeu, Davies, Quilico en Decca / 1974) en un registro que daba rienda suelta a un verismo incomprensible, como si se tratara de un Andrea Chénier –¿por aquello de la Revolución Francesa?– formato reducido. La redimió Gerd Albrecht con unos sorprendentes Agnes Baltsa y Francisco Araiza en la cima de sus posibilidades (Orfeo / 1981). Y la consagra Alain Altinoglu, que respeta el estilo lírico del compositor, huyendo de los excesos a pesar de la intensidad dramática de la trama. A buen seguro La Navarraise está esperando una operación de rescate similar.
Un rasgo ganador de la grabación es la posibilidad de contar con un reparto casi íntegramente francófono. Se trata de un aspecto fundamental, sobre todo si se tiene en cuenta que la escena final es completamente hablada, y requiere una actriz excelente, que no caiga en lo grotesco. La encontramos sin duda en Nora Gubisch, que sabe encontrar el equilibrio entre una dicción clara y la dosis justa de intensidad sin perder la dignidad ni traicionar la naturaleza de su personaje. Y además su canto, cómodo en la tesitura de la protagonista, es tan variado y sólido como se pueda desear. A su lado Charles Castronovo, el único no francófono pero de francés excelente, canta con la convicción que le caracteriza, aportando todo el lirismo que requiere Armand, aunque la voz sea un punto ligera en algunos momentos. Por su parte, Etienne Dupuis tiene menos ocasiones de lucimiento como Thorel, pero compone un personaje de más espesor que sus rivales discográficos. Bajo la dirección de Altinoglu se evitan excesos, tanto por ardor como por la falsa languidez que en ocasiones se atribuye a la música de Massenet. Y saca todo el partido a una instrumentación cuidada como siempre por el compositor.
Si se añaden los ensayos introductorios, todo un lujo en estos tiempos de recortes, la grabación de Ediciones Singulares con el apoyo de la Fundación Palazzetto Bru Zane se convierte en una nueva referencia absoluta. Una vez más, Chapeau!
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