Discos

A vueltas con Armida

Raúl González Arévalo
jueves, 11 de agosto de 2016
Antonio Sacchini: Renaud, ópera en tres actos. Marie Kalmine (Armide), Julien Dran (Renaud), Jean-Sébastien Bou (Hidraot), Pierrick Boisseau (Adraste / Arcas / Tissapherne / Mégère), Julie Fuchs (Mélisse / une coryphée), Katia Velletaz (Doris / une coryphée), Chantal Santon (Antiope), Jennifer Borghi (Iphise), Cyrille Dubois (Tisiphone / un chevalier), Pascal Bourgeois (Alecton). Les Talents Lyriques. Christophe Rousset, director. 2 CD (DDD) de 108 minutos de duración. Grabado en el Arsenal de Metz (Francia) el 21-22 de octubre de 2012. Ediciones Singulares ES1012. Distribución en España: Sémele.
8,04E-05

Hace mucho tiempo que Christophe Rousset rescata del olvido obras que amplían nuestro conocimiento de la realidad musical del Barroco y el Clasicismo, italiano y francés. En esta ocasión recuerda la experiencia de tantos compositores italianos que triunfaron en París (Spontini, Cherubini) a través de Renaud de Sacchini, como posteriormente hizo con Les Danaïdes de Salieri, ya comentada en estas páginas.

Sin la complejidad y el virtuosismo que exige de la orquesta un Rameau, pero con la misma elegancia y facilidad para las líneas vocales de un Gluck, Sacchini se reivindica con fuerza a través de la interpretación convincente y apasionada de Rousset, a quien Les Talents Lyriques secundan como siempre, con transparencia y delicadeza a la hora de resaltar los detalles de la instrumentación. Pero, como siempre ocurre en ópera, el drama no se sostendría sin unos intérpretes adecuados. Y Marie Kalinine se impone por derecho propio como una gran intérprete, elevando su Armide al panteón de homónimas ideadas por Lully, Händel o Gluck. Para ello se sirve de la fuerza de su declamación y una dicción perfecta, al servicio de una música que busca una veracidad teatral indiscutible. Dotada además de un timbre atractivo y de una técnica sólida, la mezzo francesa compone una creación sobresaliente. A su lado Julien Dran como Renaud canta magníficamente, aunque el personaje está menos desarrollado y por lo tanto resulta menos atractivo. Por último, Jean-Sébastien Bou sirve estupendamente a Hidraot. Todo un descubrimiento.

 

 

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