Discos

Porpora triunfal

Raúl González Arévalo
jueves, 29 de marzo de 2018
Nicola Porpora: Germanico in Germania, ópera en tres actos. Max Emanuel Cenčić (Germanico), Julia Lezhneva (Ersinda), Mary-Ellen Nesi (Arminio), Juan Sancho (Segeste), Dilyara Idrisova (Rosmonda), Hasnaa Bennani (Cecina). Capella Cracoviensis. Jan Tomasz Adamus, director. Tres CD (DDD) de 217 minutos de duración. Grabado en Radio Cracovia, Cracovia (Polonia) en julio y agosto de 2016. DECCA 483 1523. Distribuidor en España: Universal.
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¿Qué tienen en común Milos Forman y Gérard Corbiau? Que dirigieron dos películas sobre genios musicales que hicieron época, Amadeus y Farinelli respectivamente. Si la primera popularizó Mozart hasta el delirio, la segunda dio el pistoletazo de salida para el redescubrimiento de la época dorada de los castrados, con el experimento particular de mezclar digitalmente la voz de un contratenor (Derek Lee Ragin) y una soprano (Ewa Małas-Godlewska) para recrear las tres octavas del mítico capón. Al igual que había ocurrido previamente con Salieri en la película del genial salzburgués, en esta ocasión la banda sonora puso en el mapa junto a Handel a otros dos compositores: Riccardo Broschi, hermano de Farinelli, y Nicola Porpora, su maestro y rival de Haendel en Londres. El aria de Aci “Alto Giove”, de su ópera Polifemo, se convirtió en un éxito automático.

Sin embargo, inexplicablemente, tuvieron que pasar dos décadas para que pudiéramos contar ¡por fin! con una grabación integral de una ópera suya: Arianna in Nasso (Bongiovanni 2013). Entre medias fueron comparecido arias sueltas en infinidad de recitales, monográficos o misceláneos, desde Karina Gauvin (Atma Classique 2000), Vivica Genaux (HM 2002) y Cecilia Bartoli (Decca 2009) a Philippe Jaroussky (Erato 2013) y Franco Fagioli (Naïve 2014), por citar solo algunos de los más conocidos. Con todo, el verdadero renacimiento discográfico de Porpora, por calidad y repercusión, tiene lugar ahora, con este Germanico in Germania, cuyo lanzamiento se ha hecho de rogar, porque estaba inicialmente anunciado para agosto de 2015.

Cualquiera familiarizado con su música sabe que las composiciones de Porpora son de una exigencia vocal y musical extrema. Al haber compuesto para los mejores cantantes de su época y como profesor de voz de talla europea, tenía un conocimiento preciso de las posibilidades de los cantantes y llevó la capacidad humana al límite, en extensión y en dificultad, haciendo uso tanto de largas líneas en famosos lamentos y plegarias, que requieren de un legato inmaculado y un dominio del estilo patético absoluto, como de todos los resortes expresivos del bel canto barroco: trinos, notas picadas, saltos de nota y escalas de todos los colores. No en vano, el napolitano llevó la escuela partenopea a su máximo desarrollo dramático y operístico. Y eso es lo que se encontrará el oyente con este Germanico in Germania de 1732, que tiene la misma trama argumental que la posterior Arminio de Haendel (1736), sobre el enfrentamiento entre el general germano-romano Germanico y el rebelde germano Arminio, que se niega a someterse a Roma.

La estructura de la ópera es la clásica de estos dramas del siglo XVIII: tres actos, plagados de arias unidas (o separadas) por recitativo secco, ocasionalmente acompañado, algún dúo e incluso, en esta ocasión, un fantástico trío (“Temi lo sdegno mio”). Como en las mejores óperas de Haendel (Giulio Cesare, Orlando, Tamerlano), la música es de una variedad y una fuerza expresiva enormes. Los recitativos acompañados son auténticas joyas del dramatismo que era capaz de imprimir a las situaciones más teatrales que le ofrecía el libreto. Y la música es, sencillamente, una maravilla, que se aprecia más aún por un equipo raramente homogéneo, que brilla muy alto.

El espíritu de la grabación, que duda cabe, es Max Emanuel Cenčić. El contratenor croata está consagrando al disco con Decca una serie antológica de óperas barrocas que se están posicionando automáticamente como la mejor opción posible de cada título, ya sea con Handel (Alessandro, Arminio, Ottone), Hasse (Siroe) o Vinci (Catone in Utica). Y vuelve a hacerlo con Porpora, que reivindica por la puerta grande. El papel de Germanico fue escrito para el gran Domenico Annibali, destinatario de coloratura de corte marcial (“Qual turbine”), que Cenčić resuelve con la vehemencia y seguridad de siempre, pero también de escenas de más líricas, casi pastorales (“Nasce da valle impura”), que le permiten lucir en su esplendor la riqueza excepcional del timbre.

La parte del rival, Arminio, fue destinada al otro gran discípulo de Porpora, Caffarelli, cuya música se antoja de una dificultad técnica incluso superior a la de Annibali como Germanico. La tesitura más alta y la línea más adornada ofrecen un retrato acabado de digno oponente, que además es el destinatario de los recitativos acompañados de la partitura, lo que también indica probablemente una mayor capacidad dramática. Y aunque una voz más sopranil probablemente se acerque más al ideal de Caffarelli, como reveló Franco Fagioli en la grabación de Adriano in Siria de Pergolesi, Mary-Ellen Nesi seduce por el brío y la autoridad que confiere a su interpretación. La voz no es particularmente bella, acusa alguna aspereza en el agudo y por ello no alcanza el impacto de una Bartoli en la fenomenal aria “Parto, ti lascio, o cara”, uno de esos lamentos elegíacos por los que es imposible no adorar a Porpora. Pero la intérprete siempre es partícipe, el dominio de la coloratura, magnífico, y sobre todo ofrece una variedad de acentos y colores que convencen plenamente. Probablemente se trate del mayor desafío de su carrera y su mejor prueba discográfica.

Julia Lezhneva forma parte del equipo fiel que acompaña a Cenčić en cada integral discográfica. Y cada grabación justifica más aún que la anterior su presencia en ella. La capacidad técnica en materia de agilidades es sobrehumana, supera toda expectativa que se pueda albergar y aun logra sorprender (por escoger una, escuchen “Veder vicino il suo contento”). Por ello agrada más aún que muestre una capacidad expresiva cada vez mayor, más allá del mero espectáculo vocal, como revela uno de los puntos álgidos de su interpretación, si es que realmente se puede escoger uno sobre otro: “Se possono i tuoi rai vedermi ognor penar”.

Precisamente por más desconocida causa una impresión enorme Dilyara Idrisova, a quien es difícil mantener el apelativo de “joven promesa” que ya logró después de su Sabina del Adriano in Siria arriba citado. Realmente convierte a su Rosmonda en la protagonista femenina de la ópera, por encima incluso de la Ersinda de Lezhneva. Y no por mayor dominio o dificultad técnica, que ciertamente no lo tiene a pesar de estar también muy exigida. Pero la belleza y la dulzura del timbre y los agudos cristalinos son cautivadores y consagra a la soprano como un nombre indispensable en este repertorio.

Entre semejante elenco no desfigurar ya es mucho, pero la marroquí Hasnaa Bennani (Cecina) mantiene muy bien el tipo, con momentos incluso brillantes, como el aria con corno obligado “Se dopo ria procella”, donde el duelo con el instrumento es uno de esos regalos que hacen Porpora y el Barroco de vez en cuando. Por su parte, Juan Sancho, otro fiel de la escuadra de Cenčić, construye otro retrato acabado más de los que le acreditan como la mejor voz actual de tenor barroco, menos espectacular que las partes de sopranos y castrados, pero lleno de momentos magníficos que sabe aprovechar siempre. ¿Para cuándo un recital o una grabación íntegra de un papel de Francesco Borosini?

Jan Tomasz Adamus y su Capella Cracoviensis logran superar la magnífica prueba que ya ofrecieron con Pergolesi (Adriano in Siria) gracias a un virtuosismo instrumental al nivel de los mejores y, sobre todo, una capacidad dramática ajustada a cada momento teatral que insuflan una vitalidad sorprendente a la partitura, lo que queda particularmente de manifiesto además en los recitativos acompañados. Lejos de hacerse pesada o de tener caídas de tensión, la obra de Porpora brilla como una composición genial, a la que sirve además una toma de sonido digna del legendario sonido Decca. En definitiva, un regreso triunfal y, esperemos, la primera de muchas integrales.

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