Bajo la alfombra de Enrique Granados
28] Cuando Granados se enfadaba
José María Rebés

A menudo sucede con las personas de relevancia histórica (no entendamos este concepto solo aplicable a políticos y militares) que la opinión que se tiene de ellos es la que su obra nos produce. En el caso de Granados, definido ya en su tiempo como “poeta del piano”, su halo de artista se ve incrementado por su trágica muerte, a la que solo le faltaban los añadidos supersticiosos del destino inevitable, para convertirlo en un “ruiseñor abatido”. O sea: Enrique Granados no fue una persona, solo fue un artista sensible y generoso con su arte.
Quienes de él hablaron, de su carácter y de su obra, lo hicieron casi en su mayoría post-mortem, yo diría que incluso inmediatamente muerto el músico, así es que a la magnanimidad para con los grandes artistas se sumó la del dolor por la muerte del amigo, del maestro o del compañero. Pero algunos detalles conocidos de su trayectoria vital nos muestran a una persona que se ofende con facilidad con aquellos que le son más cercanos. En uno de esos tremendos enfados fundó su afamada Academia Granados.
La ruptura con Mathieu Crickboom
En enero de 1900 se produjo una ruptura en la relación entre el violinista Mathieu Crickboom y Enrique Granados. A punto de salir el artista belga de España, en gira artística, encomendó la dirección de la Escuela de Música de la Sociedad Filarmónica a Domènec Mas. Esa sociedad, fundada por Crickboom con la ayuda, entre otros, de Granados, venía funcionando desde 1897, primero con el nombre de Sociedad Catalana de Conciertos y después, en julio del mismo año, con el de Filarmónica de Conciertos de Barcelona. Prontó se fundó su escuela, su academia de música, que echó a rodar el 15 de septiembre de ese mismo año. Desde entonces, la enseñanza en la escuela formó parte de la vida del compositor leridano. Con la delegación de la escuela en la persona de Domènec Mas, Granados se creyó traicionado de alguna manera por Crickboom, puesto que esperaba que en ese tipo de circunstancias debía ser él quien quedara al cargo de la dirección de la escuela, tal como explicó al musicólogo y compositor valenciano Eduardo López-Chavarri:
le participo que me he separado de Crickboom […] me ha hecho una gorda y no se la paso. Fuera de esta ciudad Crickboom y Casals era yo el que de derecho debía dirigir las clases.1
Crickboom explicó en una carta enviada al mismo Eduardo López-Chavarri, fechada más de un año después, el 7 de agosto de 1901, lo sucedido desde su punto de vista:
a mi retorno a Barcelona en febrero del año pasado me encontré cara a cara con dificultades artísticas y pecuniarias mayores que las que ya había superado hasta ese momento. Granados había abandonado la Academia de Música llevándose a los alumnos y había formado una Sociedad idéntica a la mía.2
Nada más marchar Crickboom, Granados fundó además una nueva sociedad destinada a fomentar la música clásica en Barcelona, al estilo de la Filarmónica: la Sociedad de Conciertos Clásicos de Barcelona. Se propuso con esta sociedad
Crear y organizar la agrupación de una verdadera y compacta masa de instrumentista de cuerda […] añadiéndole posteriormente los cuartetos de metal y de madera hasta formar una orquesta de elementos identificados con la misma escuela.3
En esta frase, publicada por Granados como parte de los estatutos de la sociedad, se encuentra también el germen de la Academia Granados: la idea del compositor y profesor iba más allá de crear una orquesta sino que, a imagen de la Filarmónica y su Academia, pretendía crear una sociedad musical más amplia.
El día 2 de septiembre de 1901 apareció el primer anuncio de la academia en la prensa, pero, curiosamente, un anuncio de la academia aparecido en 1917 y renovado en 1918, indicaba que la Academia se había fundado en 1900.4 Así mismo, el Reglamento y plan de estudios de la Academia Granados (Conservatorio libre) de 1910 comenzaba su introducción con la frase: la Academia Granados fue instituida en Octubre de 1900.5 Podemos concluir que, a pesar de que se indica siempre como año de la fundación el del primer curso 1901-1902, Enrique Granados instituyó e inició el funcionamiento de su academia en 1900. Es decir, tras su enfado con Crickboom se llevó a su casa los alumnos que tenía en la Escuela de la Filarmónica de Crickboom. Guillermo de Boladeres escribió en su libro Enrique Granados que había comenzado a recibir clases del compositor en «una antigua casa de la calle Tallers» (de Barcelona) en noviembre de 1900.6 La Sociedad Filarmónica y su Escuela sobrevivieron, a pesar del traspaso de alumnos de su Escuela a la Academia Granados, y ambas entidades de Crickboom continuarían su actividad, pero Granados no actuó con la Filarmónica hasta finales de 1902. Curiosamente, el músico al que dejó Crickboom al cargo de su Escuela, Domènec Mas i Serracant, pasó a ser de inmediato profesor de la Academia Granados.
La polémica con Pedrell
El otro enfrentamiento, y en este caso público, en el que Granados demostró orgullo fue a raíz de una carta abierta enviada por Felip Pedrell a un diario a principios de 1911. La carta, publicada el 15 de enero en su artículo quincenal de La Vanguardia, iba dirigida a la hija del compositor Isaac Albéniz, Laura, con un duro alegato en contra de algunas personas, sin citarlas, a las que acusaba de haber utilizado en beneficio propio los homenajes a la memoria del músico de Camprodón:
Se podría preguntar uno a razón de qué vinieron aquellas algaradas en hora tristemente dolorosa para tu familia y los fieles amigos del malogrado artista, befado en vida y apoteotizado [sic] en muerte; a qué todos aquellos proyectos de bustolatría [sic], de necrología conmemorativa, de edición completa de sus obras y otros y otros [sic, repetido en el original] homenajes póstumos; a razón de qué vinieron sino a cuento de exhibirse, gacetillescamente, y homenajearse a turno par o impar, los que no poseen otros medios para mal ocultar sus inopias de fracasados.7
Granados se debió dar por aludido, y respondió el 18 de enero con otra carta abierta, publicada en un diario diferente, mostrándose dolido por lo que consideró un ataque personal:
Con el estupor y disgusto consiguiente, he visto que una de las personas a quien toda Barcelona sabe que he tratado siempre con el mayor respeto, lanza contra mí conceptos falsos e injuriosos que me veo precisado a desvanecer.8
En ningún momento Pedrell parece referirse expresamente a Granados, ni a nadie en particular, pero Granados así lo entendió:
Conste, pues, que aunque en su artículo no nombre a personas determinadas, sabe usted perfectamente a quien ataca. Yo soy el único de aquella Junta que en estos momentos y a pesar mío se encuentra disponible al homenajeo como usted dice; por lo tanto, debo protestar en mi nombre y desaprobar en absoluto todo aquello que pueda afectar a mis dignos compañeros.
Cuesta entender que Pedrell pudiera referirse con sus palabras a Enrique Granados, quien lograba su relevancia nacional e internacional por méritos propios. No era un fracasado, ni alguien que hiciera gestos en busca de beneficio propio. Granados se ofendió en nombre propio y por sus compañeros del homenaje a Albéniz de dos años atrás, promovido por él. Si Pedrell le respondió, debió de hacerlo por privado, no hay respuesta alguna publicada por la prensa.
Al día siguiente de su escrito, Granados renunció al homenaje que se le pensaba tributar por aquellas fechas. Entretanto participó el 4 de febrero en un banquete en honor de Laura Albéniz (quien no pudo asistir), organizado por Néstor Martín-Fernández y por Ismael Smith, ambos artistas plásticos.9 Por fin, el 12 de febrero se celebró el homenaje a Granados, en el Salón del Consell de Cent del ayuntamiento, con la presencia del compositor. Dos días antes de la fecha programada fue visitado por una delegación de la comisión y consiguieron convencerle de que asistiera. En presencia de representantes de la ciudad de Barcelona, de su ciudad natal, Lleida, y de la Diputación Provincial de Lleida, se le entregó una placa de plata conmemorativa, ofrecida por el presidente ejecutivo Josep Maria Orriols en nombre de dicha comisión. La placa había sido expuesta días antes en el escaparate de la casa Cuspinera,10 en la calle Ferran. Contenía el busto de Goya y varias figuras reproduciendo aguafuertes del pintor aragonés, como referencia a la composición que acababa de anunciar Granados que presentaría en el Palau de la Música: Goyescas. El día del homenaje, por la noche, se le agasajó con una cena en el Mundial Palace de Barcelona, del Portal de la Pau. El diario La Publicidad comentó el mismo día en su edición de la mañana:
Enrique Granados ha resultado el homenajeado a la fuerza. Hace unos días que renunció a todo acto del homenaje que le dedicaban sus admiradores y amigos. No le ha valido su decisión. Esta mañana se celebrará el homenaje en las Casas Consistoriales.11
En las fotografías de aquel acto se aprecia a un Granados agradecido, pero con un cierto aire de tristeza. Ya sabemos por qué: era el homenajeado a la fuerza.
Notas
1. Carta de Granados a Eduardo López-Chavarri, fechada el 8 de marzo. “Correspondencia epistolar (1892-1916) de Enrique Granados”, Miriam Perandones Lozano, Editorial Boileau, 2016, ISBN 978-84-15381-61-7, p. 300.
2. “Eduardo López-Chavarri Marco. Correspondencia”, Rafael Díaz Gómez y Vicente Galbis López, Generalitat Valenciana, Valencia, 1996, ISBN 978-84-482-1384-8, p. 134.
3. “Pell & ploma”, número 2, 15 de junio de 1900, p. 9.
4. “La Vanguardia”, año XXXVI, número 16.117, 27 de septiembre de 1917, p. 20: «Fundada en 1900 por Enrique Granados».
5. Biblioteca de Catalunya, Fons Joaquim Pena M6987/22.
6. “Enrique Granados – Recuerdos de su vida y estudio critico de su obra por su antiguo discípulo“, op. cit., p. 15. Walter Clark da a entender contextualmente que eso sucedió en 1890 en “Enrique Granados: a Poet of the Piano”, op. cit.
7. “La Vanguardia”, “Quincenas musicales”, 15 de enero de 1911, p. 8.
8. “La Publicidad”, año XVI, número 5.131, 18 de enero de 1911, p. 1.
9. “La Publicidad”, año XXXIV, número 11.438, edición de la mañana, 5 de febrero de 1911, p. 1.
10. Comercio de bronces, porcelanas y objetos de lujo dirigido por Gabriel Cuspinera i Oller.
11. “La Publicidad”, año XXXIV, número 11.445, edición de la mañana, 12 de febrero de 1911, p. 1.
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