Discos
Mediterráneo Vivaldi
Raúl González Arévalo

El Gloria de Vivaldi conoce un número muy importante de grabaciones. La escuela barroca anglosajona, ya sea por corales (Choir of King's College de Cambridge, The Sixteen, Oxford Schola Cantorum, The English Choir) o por directores (Pinnock, Christophers, Marriner, Gardiner), ha dejado una impronta indeleble con su acercamiento, impregnado de esa sobriedad tan británica que ha terminado por identificarse con el espíritu que debe presidir cualquier aproximación a las obras barrocas religiosas.
Sin embargo, al igual que ocurre con Handel, en el que los ingleses impusieron durante mucho tiempo un enfoque que a día de hoy está más limitado a su producción religiosa, Vivaldi es un compositor de la escuela italiana. Así que la nueva propuesta de Decca hará las delicias de quienes prefieren una interpretación más mediterránea que nórdica de la música del Prete Rosso. El Coro de la Radiotelevisión suiza, aun manteniéndose dentro de los parámetros de sobriedad que requiere la pieza, sin uso apenas de vibrato, rehúye los tonos blanquecinos y colorea sus intervenciones, lo que dota de mayor variedad expresiva a la obra. En la misma línea, I Barocchisti también evita vibrar prácticamente el sonido, en consonancia con los postulados musicológicos actuales, sin renunciar a producir sonoridades cálidas, aunque esta vez no diría que mórbidas. El resultado, en cualquier caso, es de una gran belleza sonora, como corresponde con Vivaldi.
Franco Fagioli es indiscutiblemente uno de los mejores contratenores de la actualidad. Dedicado preferentemente al mundo de la ópera, amplía su versatilidad grabando música religiosa, a la que se acerca con sobriedad expresiva en el tratamiento de la palabra, aunque a diferencia de coro y orquesta, el uso del vibrato aquí es generalizado, lo que provoca una pequeña esquizofrenia estilística en el salmo Nisi Dominus. Por el contrario, las agilidades ligadas “a regola d’arte” y no aspiradas como es costumbre en la escuela británica, son una bendición. Aquí la comparación con el clásico Bowman es demoledora para el inglés, a pesar de su talla histórica. La mejor pista de la pieza es el “Gloria Patri”, donde la viola d’amore está sublime en su solo.
A su lado Julia Lezhneva muestra una mayor naturalidad y afinidad con el repertorio religioso, empezando por su capacidad para prescindir del vibrato en su canto. No teme el recuerdo de Emma Kirby, referencia insoslayable de toda grabación del motete Nulla in mondo pax sincera. Pero, a diferencia de la célebre cantante inglesa, la soprano rusa vuelve a hacer gala de su extraordinaria capacidad para la coloratura en la que debe ser la versión más ornamentada de cuantas grabaciones hay. Pero qué maravilla de trinos y de variaciones, culminando con “Spirat anguis inter flores”.
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