Discos

90 aniversario de George Crumb en 2019

Paco Yáñez
lunes, 4 de febrero de 2019
George Crumb: Makrokosmos I, II & III "Music for a Summer Evening". Yoshiko Shimizu, piano. Akiko Shibata, silbido. Natsumi Shimizu, silbido, flauta de émbolo y flauta dulce. Rupert Struber, percusión. Andreas Karl y Yoshiko Shimizu, productores. Yukio Kojima y Matthias Kronsteiner, ingenieros de sonido. Dos CDs DDD de 98:11 minutos de duración grabados en Oizumi Bunkamura (Japón) y en el Studio Weinberg de Kefermarkt (Austria), los días 16 y 17 de febrero de 2016, 26 y 27 de junio de 2017, y 24 y 25 de julio de 2017. Kairos 0015029KAI
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Entre las muchas efemérides que cada año jalonan el calendario musical, celebramos en 2019 los noventa años que el próximo 24 de octubre cumplirá quien es, en la actualidad, uno de los decanos de la composición norteamericana, George Crumb (Charleston, 1929). Incansable defensor del medioambiente y de los derechos civiles a través del poder concientizador del arte, dentro de las partituras que en su catálogo remiten a una fusión de lo ético con un desarrollo estético (destacadamente, tímbrico) nos encontramos con piezas emblemáticas como Ancient Voices of Children (1970), Black Angels (1970), Vox Balaenae (1971), o la obra que hoy nos convoca por medio de un nuevo registro de la misma para el sello Kairos (discográfica que igualmente está de aniversario en 2019, pues se cumplen veinte años de su nacimiento: algo que celebraremos con diversas reseñas del sello austriaco a lo largo de los próximos meses). 

Nos referimos a la que, muy posiblemente, sea la partitura más conocida (al menos, la más grabada) de George Crumb, además de una de las obras para piano más importantes en la segunda mitad del siglo XX: los cuatro volúmenes que conforman el ciclo Makrokosmos (1972-79), una propuesta en la que se superponen tiempos y espacios, con referencias y fantasmagorías que transitan los pentagramas (siempre tan fascinantes, por su personalísima notación) uniendo la astrología, la mitología, la filosofía, los cantos indígenas, la literatura de Thomas Mann, Federico García Lorca, Quasimodo, Blaise Pascal y Rainer Maria Rilke, junto con filiaciones y homenajes (muchos de ellos, explícitos) a compositores como Johann Sebastian Bach, Ludwig van Beethoven, Frédéric Chopin, Claude Debussy, o Henry Cowell (además de las dedicatorias que los volúmenes primero y segundo del Makrokosmos presentan en cada signo del zodíaco, con compositores como Johannes Brahms, Anton Bruckner, Béla Bartók, Arnold Schönberg, Anton Webern, etc., unidos a músicos, amigos y familiares del propio Crumb). 

Como en el anterior párrafo adelantamos, es el Makrokosmos la partitura de George Crumb con una mejor fortuna discográfica, incluyendo ediciones en vinilo y disco compacto en sellos como BIS, Bridge, Centaur, col legno, Hat Hut, Koch Schwann, mode records, Music & Arts, NEOS, Nonesuch, Piano Classics, Wergo, etc. De entre todos ellos, tan sólo Telos Music (TLS 093) ha lanzado al mercado la que es, hasta el momento (que yo conozca), única integral en disco de los cuatro volúmenes que conforman el Makrokosmos: la versión grabada en vivo por el ensemble Berlin PianoPercussion en el marco del festival MaerzMusik, dentro de un concierto celebrado el 24 de marzo del 2009 en la capital alemana para conmemorar el octogésimo aniversario de George Crumb. A pesar de tratarse de una edición publicada en 2011, el registro de Telos rápidamente se descatalogó, circulando en la actualidad en el mercado de segunda mano (tan sólo ocho años después de su lanzamiento) a precios que, consultados estos días, iban desde los 579 hasta los 846 euros (!). Es por ello que, dada la dificultad de acceder a la, por otra parte, magnífica grabación del Berlin PianoPercussion, es especialmente interesante el que una edición discográfica reúna, al menos, tres de los cuatro volúmenes del Makrokosmos, como la que hoy presentamos, frente a la habitual limitación a los Makrokosmos I & II (1972/1973): la parte del ciclo mejor servida fonográficamente, con una mención especial para el registro del año 2003 a cargo de la pianista singapurense Margaret Leng Tan, editado por mode records (142) en CD y DVD en 2004. 

Vistas las excelencias que ahora nos ofrece en el sello Kairos la pianista japonesa Yoshiko Shimizu, habrá que pensar que las intérpretes orientales, por técnica y comprensión espiritual de la partitura (en esa misma línea leeremos unas palabras de George Crumb al final de esta reseña), resultan idóneas para dar cuenta del Makrokosmos; algo que se reforzaría, aún más, si pensamos que en la plantilla del ensemble Berlin PianoPercussion nos encontramos con otras dos pianistas asiáticas: la china Ya-ou Xie y la japonesa Sawami Kiyoshi. Tomaremos como referencia, así pues, el registro de Margaret Leng Tan -quizás la pianista que más ha trabajado con George Crumb en los últimos años- para establecer algunas comparaciones con la versión que ahora nos brinda Yoshiko Shimizu, pues seguramente la de Leng Tan en mode records haya sido una de las versiones más difundidas de estas piezas. 

Ya en la primera de ellas, 'Primeval Sounds (Cancer)', sobresale este nuevo registro de Yoshiko Shimizu por su amplio y misterioso trazo, con una sonoridad realmente oscura, tal y como Crumb demanda en este génesis pianístico, en una versión aquí más lenta que la de Leng Tan, además de especialmente realzada en sus perfiles y ataques al arpa del piano, destacando la presencia de la cadena sobre las cuerdas, cuya vibración resulta en Kairos (también, por efecto de una grabación más presente) muy realzada, rubricando un primer número impresionante. 'Proteus (Pisces)', vuelve a incidir en esa dinámica, con una diferenciación en Shimizu más acusada entre el pedal sostenuto y unas constelaciones de figuraciones que en la japonesa suenan más juguetonas y enfáticas, además de con reminiscencias de un pianismo que se antoja crucial para entender esta lectura: el de Olivier Messiaen. De nuevo, Shimizu extiende más este número, dejando reverberar el pedal como un segundo plano muy denso y bello. Es ésta una dinámica de planos entre la figuración y la resonancia que se extiende a 'Pastorale (Taurus)', con sus auras flotantes y sus ecos de Debussy. Una vez más, el ataque es en Shimizu más perfilado y dinámicamente regulado, con una presencia muy sólida. Mientras, en 'Crucifixus (Capricorn)' Leng Tan resulta más expresiva al entonar la palabra «Christe», con mayor énfasis y convicción, creando todo un halo resonante en torno a ésta hasta el final del número. Lo mismo podríamos decir de 'The Phantom Gondolier (Scorpio)', puesto que la singapurense resulta más expresiva y acongojante en su recitado, casi un aquelarre espectral, mientras que Shimizu suena un tanto apocada, al igual que sus arpegios con dedal en el arpa, más retraídos que los de Leng Tan: tan violentos y directos. En 'Night-SpellI (Sagitarius)' me convence más el silbido de Alex Nowitz en mode records, de una técnica aviar impresionante (asomándose, de nuevo, Messiaen), mientras que el de Akiko Shibata suena más lírico y amable, con un deje nipón que también Shimizu convoca en el arpa del piano, pues su ataque más seco recordará al sonido del koto japonés. En conjunto, la de Leng Tan me parece más redonda aquí, si bien la versión de Kairos se beneficia de una gran toma de sonido que radiografía cada resquicio del piano, creando una topografía de la noche más ampliada en paisajes. Es algo similar a lo que ocurre en 'Music of Shadows (Libra)', homenaje a Henry Cowell en el que Shimizu tira de ecos nipones de un modo muy sugerente; de nuevo, con gran contraste entre arpa eólica, en primer plano, y resonancia vía pedal, de fondo. 'The Magic Circle of Infinity (Leo)' nos devuelve a la estela de Messiaen, con una digitación fantástica por parte de Shimizu, más graduada en los registros que la tan agresiva y directa de Leng Tan, por lo que la versión de Kairos se hace más agradable por construcción y detalles. 'The Abyss of Time (Virgo)' retoma elementos de números previos, convenciendo más Shimizu; especialmente, en el uso del pedal resonante; mientras que el recitado vuelve a ser más misterioso y ancestral en Leng Tan. 'The Spring-Fire (Aries)' es en mode records más aristado, con un teclado febril; mientras que Shimizu estira el tempo haciéndonos más clara la partitura y sus estratos, como las gradaciones y resonancias vía pedal, aunque se pierde la agresividad de Leng Tan, siendo ambas visiones complementarias. En 'Dream Images (Gemini)' Leng Tan se muestra más ensoñadora, ofreciendo las citas de Chopin de un modo más entreverado en los paisajes de la memoria vía pedal, creando un entramado brumoso donde Shimizu es más evidente al realzar cada cita. Cierra el primer volumen 'Spiral Galaxy (Aquarius)', pieza en la que destaca Shimizu por sus arpegios estilo koto, con su profunda resonancia en el vacío: perfecta forma de evocar ese eterno silencio de los espacios infinitos al que, aterrado, alude Pascal como base de este duodécimo número, y del cual el juego de ataques y resonancias en pedal de esta versión de Kairos es perfecta puerta de acceso. 

Pasando al segundo volumen del Makrokosmos, en 'Morning Music (Cancer)' Yoshiko Shimizu está soberbia rítmica y tímbricamente, extrayendo de su piano un sonido muy atractivo, pues el papel que emplaza sobre el arpa crea más matices, relieves y rugosidades que en la versión de Leng Tan. En ambos casos, hay un pertinente deje oriental que escuchamos, asimismo, en 'The Mystic Chord (Sagitarius)', pieza servida con gran modernidad por Shimizu, con ecos, por lo acerado de su ataque, de los primeros Klavierstücke de Stockhausen. Soberbia, la pianista japonesa, por técnica y aliento expresivo sobre un denso lienzo de silencio, progresivamente scriabiniano. Igualmente, exquisito sentido rítmico en 'Rain-Death (Pisces)', deparando una endiablada multiplicidad de capas (pluvio)métricas que nos remiten a todo un Conlon Nancarrow, aunque la diferenciación entre cuerdas al aire y apagadas es más sutil en Leng Tan. 'Twins Suns (Gemini)' se beneficia en este registro de Kairos de una magnífica toma de sonido para esculpir sobre el pedal los fraseos en el teclado, así como los arpegios en las cuerdas, con un sonido muy directo y solemne por esa tan definida construcción de ataques, ecos y resonancias. En 'Ghost-Nocturne: for the Druids of Stonehenge (Virgo)' hay que diferenciar, como sucede durante la mayor parte de las lecturas aquí comparadas, lo vocal y lo pianístico. La activación del arpa con vasos depara más matices en Shimizu, con unos timbres más modernos y agresivos; pero en los recitados es mucho más convincente Leng Tan (con una nasalidad metálica acorde con lo demandado por Crumb), pues en Kairos Shimizu suena en exceso contenida. Sin embargo, en 'Gargoyles (Taurus)' es Shimizu quien se lleva la palma por lo grotesco y monstruoso de su teclado, más agresivo y acongojante. Es algo que se extiende a 'Tora! Tora! Tora! (Scorpio)', tan salvaje y apocalíptica en Shimizu, hasta recordando al Luigi Nono pianístico de los años setenta por lo abigarrado y masivo de su teclado. Ahora bien, de nuevo Shimizu peca de parquedad en el recitado del «Tora! Tora! Tora!», más enfático y reivindicativo en Leng Tan. Más allá de las limitaciones de Shimizu en el recitado, su entrada en 'A Prophecy of Nostradamus (Aries)' es ejemplar por la continuidad tan lógica que aplica entre ambos números, con un pianismo progresivamente engrandecido y orquestal, apoyado en una digitación inmensa. Destaca la exposición tan variada en Kairos del Dies Irae, más lento y amenazador en sus diferentes exposiciones y registros, con más planos y gradaciones dinámicas. En 'Cosmic Wind (Libra)', Shimizu define con más timbres y realces los efectos tanto de escobillas como de piano palmeado y percutido, apoyándose, cierto es, en una grabación más presente y nítida. En este número, hasta la japonesa está a la altura de Leng Tan en el recitado, pues aquellos que apenas son susurrados casan más con la general contención de Shimizu en los pasajes vocales. Por lo que a los silbidos en 'Voices from "Corona Borealis" (Aquarius)' se refiere, en la versión de mode records Alex Nowitz suena con mayor vibrato, resonancia en la vastedad del universo y humanidad, mientras que Akiko Shibata es de una perfección más robótica, pareciendo una onda Martenot. El acompañamiento pianístico es soberbio en Shimizu, con sus percusiones y rascados del bastidor, si bien el agudísimo silbido de Shibata por momentos nos perforará los oídos con su increíblemente agudo registro. 'Litany of the Galactic Bells (Leo)' es de esas piezas jubilosas e incisivas en las que Shimizu brilla por su gran digitación, mecanismo y concepción de un piano orquestal. Debido al contraste entre agudas constelaciones en el teclado y denso sostenuto en el pedal, volvemos a pensar en Messiaen: en el pianístico y en el organístico, por la doble sonoridad alquitarada por Shimizu con pies y manos. Ese piano de gran formato se refuerza con la cita de la Hammerklavier (1817-18) beethoveniana, tan noble y presente en el registro de Kairos. Desde esas campanas galácticas, con su fulgor y sonido metálico, nos abismamos al infinito por medio de 'Agnus Dei (Capricorn)', último número del segundo volumen del Makrokosmos, una pieza sabiamente resuelta tanto por Yoshiko Shimizu como por Margaret Leng Tan, aquí ambas muy entonadas en el recitado susurrado y en la sutil gradación de su piano para hacerlo perderse en el infinito, entre invocaciones de orden espiritual que le confieren un aspecto intemporal a este último número, como si el piano se viese abocado a eternas vueltas de tuerca a estos doce signos del zodiaco, abandonando un torbellino musical que pareciera seguir sonando ajeno a nuestra presencia como oyentes. 

Así pues, y en conjunto, dos grandes versiones, quizás un punto superior Yoshiko Shimizu en lo que al piano se refiere (beneficiada, cierto es, por un registro que nos adentra más en su instrumento); mientras que en silbidos y, especialmente, recitados, la versión de Margaret Leng Tan me parece superior, con una fuerza, un tono de voz y una profundidad expresiva más crumbiana. En todo caso, no se agotan aquí las muchas posibilidades de dos partituras tan complejas como las del Makrokosmos, por lo que se aconseja conocer otras versiones, como la ya referida del Berlin PianoPercussion (Telos Music), la también magnífica de Toros Can (l'empreinte digitale ED 13165), o la del dedicatario del primer volumen de la obra, David Burge (Nonesuch H-71293). 

Recalando, por último, en Music for a Summer Evening (Makrokosmos III) (1974), cierto es que la oferta en disco compacto de esta obra es menor que la de los dos primeros volúmenes, tomando aquí como comparativa el registro efectuado en 1995 por el Ensemble New Art para col legno (WWE 1CD 20023), una de las versiones más difundidas del Makrokosmos III. Estamos ante una obra escrita para dos pianos amplificados y dos percusionistas, siguiendo el orgánico de la Sonata para dos pianos y percusión (1937) de Béla Bartók. Ahora bien, en este registro de Kairos nos encontramos con la primera grabación mundial de una versión ejecutada únicamente por dos músicos, asumiendo Yoshiko Shimizu las dos partes de piano, mientras que Rupert Struber se hace cargo del doble set de percusión, todo ello gracias a las posibilidades de montaje en estudio; añadiéndose el hecho de que Shimizu registró sus partes en Japón, mientras que Struber, en Austria: procedimiento que en el ámbito de la música contemporánea hemos escuchado en más ocasiones, no siempre con felices resultados... 

...en este caso, lo realizado en estudio desde ambos continentes sí resulta creíble, aunque se pierda el sentido unitario y la musicalidad que destila la versión de col legno; mientras que la de Kairos, radiografiando como radiografía la obra, por momentos suena más artificial. Yendo por números, en el primero de ellos, 'Nocturnal Sounds', Yoshiko Shimizu juega con el estéreo para crear un diálogo entre sus dos grabaciones de piano, dando en nuestros altavoces la sensación de estar ante dos intérpretes, si bien se pierde la personalidad que posibilita el disponer de músicos distintos, pues el ataque y el sentido en Kairos resultan, lógicamente, muy homogéneos. La edición de la percusión sigue análogos derroteros, beneficiándose del estudio, con unas resonancias graves impresionantes por su amplitud y oscuro registro. Mientras, el piano es más próximo a Messiaen en col legno, aproximándose la de Kairos a Bartók a medida que se desarrollan sus compases más acelerados, con una musicalidad fulgurante, muy apoyada en una percusión endiablada por parte de Rupert Struber. De nuevo, y como en 'Litany of the Galactic Bells', volvemos a escuchar un sostenuto grave que nos recuerda al órgano a lo largo de todo ese final en el que se pierde la música en la noche. En 'Wanderer-Fantasy', la flauta de émbolo tiene en la versión de Kairos una presencia enormemente realzada; como en 'Voices from "Corona Borealis" (Aquarius)', cual si se tratase de ondas Martenot. Mientras que en col legno estas flautas dibujan un paisaje terrenal, en Kairos parece que se mirase al cosmos, con su sonido tan sideral. En el piano, Shimizu está estupenda, con dejes netamente orientales y un sonido muy de arpa que remite, igualmente, a Debussy. Su fraseo es muy lírico, tomando mayor distancia emocional que el Ensemble New Art, cuyos pianistas atacan aquí una 'Wanderer' más tormentosa y schubertiana. Pasando a 'The Advent', en Kairos el impacto de las resonancias es brutal, como la presencia de los dos pianos editados en estéreo; aquí sí, con reminiscencias de Messiaen, si bien en el sucesivo desarrollo de la danza, la organicidad del cuarteto instrumental suena más creíble en col legno, aunque en Kairos la precisión en los detalles es impresionante, mostrándonos, una vez más, una somera radiografía de la partitura. En todo caso, la de col legno resulta, en global, más fluida y musical, además de menos agresiva; de nuevo, el terror pascaliano al que nos remite el texto es en col legno más humano e íntimo; mientras que en Kairos, cósmico. 'Myth' nos ofrece dos versiones con particularidades tímbricas muy diferenciadas, como los propios recitados, con voz de hombre o mujer, según cada músico implicado. Como había ocurrido en los dos primeros volúmenes del Makrokosmos, no me acaban de convencer los recitados en Kairos, siendo preferibles los de col legno: una lectura que vuelve a beneficiarse de una mayor musicalidad frente a un ejercicio en Kairos por momentos muy de estudio, perdiéndose el sentido de creación colectiva. Por último, la rilkeana 'Music of the Starry Nicht' prolonga lo visto en la anterior pieza, mostrando más magia en la cita bachiana el Ensemble New Art, con su bruma y resonancias percusivas, con un toque tan irreal como encantador. A continuación, los juegos de piano, objetos en vibración y resonancias percusivas suenan más musicales en col legno, con un recorrido muy atractivo, cual ondas sinusoidales. La de Kairos suena más oriental y distante, más contemplativa, con una sonoridad muy cálida. En ambos registros, la disolución del clímax está muy bien medida y graduada, con mejores efectos instrumentales ad hoc en col legno, lo cual redunda en un ambiente más bello, aunque la delicadeza de Shimizu para concluir este tercer volumen es muy destacable, rubricando una muy interesante propuesta que, en conjunto, resulta notable por su técnica; si bien por musicalidad, a un nivel inferior que la del Ensemble New Art. 

Por lo que a las grabaciones se refiere, éstas son magníficas, de una presencia y unos detalles primorosos, algo crucial en partituras tan delicadas como las de George Crumb, en las que el piano se desvela en tantos resquicios, incorporando los ya conocidos efectos de voz, flautas y silbidos, además de los percusivos, en el tercer volumen del Makrokosmos. La edición del compacto nos depara una sorpresa, pues frente al habitual digipack del sello Kairos, en esta ocasión nos encontramos con un doble en caja fina de plástico, de las habituales en las series medias y económicas de los grandes sellos. En el interior, las mismas líneas estéticas (con portada de Enrique Fuentes) e informativas de siempre, incorporando el libreto minuciosos datos sobre el registro y notas a cargo de la propia Yoshiko Shimizu en las que pormenoriza no sólo su larga relación con la música de George Crumb y con el propio compositor en persona (de hecho, los vemos juntos en varias fotos en el libreto), sino su explicación de cada uno de los números de los tres volúmenes aquí reunidos, por lo que su texto constituye toda una guía de escucha del Makrokosmos. Una edición, por tanto, muy atractiva desde muchos puntos de vista, si bien no nos hará olvidar la más completa propuesta de Telos Music para los cuatro volúmenes que conforman la obra, ni la edición en DVD de la versión de Margaret Leng Tan, quizás, en conjunto, la forma más recomendable de acercarse al Makrokosmos en sus dos primeros volúmenes, pues en dicha edición de mode records (también hoy descatalogada) podremos ver en pantalla las técnicas extendidas que Crumb demanda en su partitura, además de fragmentos de su bellísima notación, o las citas literarias que articulan intelectualmente la obra. 

Así pues, en un 2019 en el que programaciones orquestales, teatros de ópera, festivales y grandes sellos de música clásica se lanzarán a numerosas efemérides de cadáveres exquisitos, en Mundoclasico.com seguiremos celebrando a nuestros compositores vivos; especialmente, cuando estos alcanzan tan venerable edad como la que en octubre cumplirá George Crumb, un creador al que damos la última palabra sobre el registro en el sello Kairos que hoy hemos conocido: «Las grabaciones de Yoshiko Shimizu de los volúmenes de mi Makrokosmos han sido hermosamente realizadas. Ella combina una soberbia maestría técnica con una comprensión de mis intenciones poéticas y musicales profundamente convincente. La considero una de mis mejores intérpretes. ¡Bravissima!». 

Estos discos han sido enviados para su recensión por Kairos

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