Discos
Estratificaciones de la desaparición
Paco Yáñez
Una de las señas de identidad que caracterizan al sello muniqués ECM es la de su constante búsqueda de nuevos repertorios que poner en diálogo con partituras ya contrastadas del pasado, mostrando los vínculos que las unen, así como las posibilidades, a través de muy cuidadas ejecuciones, de releerlas de un modo nuevo, no sólo por cuestiones de orden interpretativo, sino por cómo los contrastes diacrónicos muestran perfiles estéticos que únicamente con el transcurso de los años cobran total plenitud y sentido, como pasos consolidados en el rizoma del estilo.
El clarinetista suizo Reto Bieri ha dado buena cuenta de ello en sus dos registros previos publicados por ECM, ya fuera en su monográfico dedicado a Galina Ustvólskaya junto con Patricia Kopatchinskaja y Markus Hinterhäuser (ECM 2329), ya en el estupendo compacto que en 2011 supusiera su debut en el sello alemán (ECM 2209), con obras para clarinete solo de Luciano Berio, Péter Eötvös, Elliott Carter, Heinz Holliger, Gergely Vajda y Salvatore Sciarrino (Palermo, 1947), de quien Bieri había grabado una partitura dedicada por el compositor siciliano a Ciro Scarponi, Let me die before I wake (1982): una obra que comparte ambiente y recursos técnicos con dos de las páginas camerísticas más bellas y perturbadoras del Sciarrino de comienzos de los ochenta, como Introduzione all'oscuro (1981) y Autoritratto nella notte (1982). Pues bien, ocho años más tarde, en el compacto que hoy presentamos, titulado por ECM Quasi morendo, Reto Bieri vuelve sobre Let me die before I wake, quizás dando sentido al título del disco y mostrando que la de su registro del año 2011 no constituyera una muerte completa, sino un anticipo de esta grabación efectuada en noviembre de 2016 que ahora disfrutamos, de un nivel técnico y artístico extraordinario, digno del dedicatario de la obra: un Ciro Scarponi que indisolublemente asociamos, cuando pensamos en música italiana contemporánea, a Luigi Nono, compositor que contó con Scarponi en reiteradas ocasiones dentro del selecto grupo de intérpretes que dieron forma a las mejores partituras del veneciano en los años ochenta del pasado siglo; tantas de ellas, con el clarinete como un instrumento fundamental.
Del pensamiento y de las técnicas de Luigi Nono bebe una partitura, Let me die before I wake, para la cual Sciarrino pide un carácter «tranquillo e uniforme»: ése que preside la mayor parte de una pieza articulada por medio de un profuso multifónico que genera la sensación de estar escuchando a dos clarinetistas a la vez: uno, trazando una línea brillante sostenida en el registro agudo, a modo de horizonte en la distancia; el otro, aportando una suerte de latido cardíaco (sonoridad tan característica de Sciarrino) que se articula de forma sinuosa en el registro grave, a la par que establece una sombra móvil que subraya (por contraste) la aparición y el brillo del registro agudo en el multifónico (presencia de la sombra acústica también omnipresente en la música del transalpino). Ambas tesituras y movimientos (el lineal y sostenido del agudo, y el curvo y sinuoso del grave), con su prolijo intrincamiento microtonal, se ven asediados periódicamente por ataques que diría entre un slap de saxofón y un flatterzunge: violentas disrupciones que generan la sensación (incluso, por focalización espacial de la grabación en otro plano sonoro) de que existiese un tercer clarinetista en esta multiplicación del yo en su camino hacia la muerte, habitando una región armónica más central (en un registro próximo al de la voz humana): ésa en la que se desata el grito, la rabia y la no aceptación de la fatalidad; por lo cual la obra acaba conformando una estratificación en tres planos de este progresivo acercamiento a la muerte, con sus luces, sus sombras y sus dudas. Ni que decir tiene que Reto Bieri da cuenta de Let me die before I wake con unos niveles de excelencia técnica fuera de toda duda, además de con un lenguaje plenamente sciarriniano, sin restar un ápice de la tensión existencial y de la angustia que destilan las partituras firmadas a principios de los ochenta por el siciliano, tan acongojantes como aquí escuchamos.
Tras tan perturbador comienzo, para abordar la segunda partitura del disco, Reto Bieri se une a los miembros del cuarteto finlandés Meta4, un conjunto que los interesados en la creación actual conocerán por sus dos compactos dedicados a la música camerística de su compatriota Kaija Saariaho en el sello Ondine. Así pues, junto con Antti Tikkanen y Minna Pensola, violines; Atte Kilpeläinen, viola; y Tomas Djupsjöbacka, violonchelo, ataca Bieri una de las piezas con clarinete más bellas del siglo XIX: el Quinteto para clarinete y cuerdas en si menor opus 115 (1891) de Johannes Brahms (Hamburgo, 1833 - Viena, 1897), una obra que aquí se interpreta con especial delicadeza, haciendo de la misma, como apunta Roman Brotbeck en sus notas, todo un canto del cisne. Pero, asimismo, se trata de una interpretación que carga las tintas especialmente en lo sensual, insuflándose de vida a medida que se desarrolla, abandonando su inicial pátina crepuscular, melancólica y frágil. Frente a la que tengo por lectura referencial para esta obra (entre las muchas disponibles), la registrada en 1993 por Richard Stoltzman y el Tokyo String Quartet (RCA 09026 68033 2), con un solista que un amigo clarinetista me decía, hace casi veinte años, que se tomaba unas enormes libertades con respecto a la partitura, Bieri es más fiel a la misma, así como mucho más integrado con un cuarteto de cuerda con el que empasta armónicamente de forma notabilísima, tendiéndose la lectura que hoy reseñamos como un solo arco, sin por ello dejar de brillar el clarinete en ella como Brahms deseaba (especialmente, si tenemos en cuenta que fue el que podríamos decir último 'muso' del compositor, el clarinetista Richard Mühlfeld, el músico que la estrenó y para quien la página fue compuesta).
De este modo, el lirismo manda en la versión de Reto Bieri y Meta4, con un canto plenamente romántico, de renovados brillos y calidez, si bien se trata de una lectura también muy libre a la hora de moldear el tempo interno de cada movimiento, llegando a detenerlo a modo de susurro cuando es preciso, así como separando con claridad cada parte en el desarrollo de las sucesivas variaciones. No estamos ante un Brahms tan aguerrido, estructural y post-beethoveniano como el del Tokyo String Quartet, asomándose aquí un pensamiento más nórdico; especialmente, en los arcos, por el extremo control de las dinámicas y de los matices más delicados. Es, por ello, una interpretación del opus 115 que destaca por su contención y calmo desarrollo, muy ligado en estilo y carácter desde esa belleza poética que no dejan de exponer los cinco músicos, rubricando una lectura que no dudaría en situar entre las mejores de la obra, tanto por su plenitud de matices como por su radiante serenidad.
A la tercera pieza que nos presenta este compacto accedemos, asimismo, a través de Johannes Brahms, pues el francés Gérard Pesson (Torteron, 1958) procede, en su obra para clarinete y cuarteto de cuerda Nebenstück (1998), a lo que denomina un «filtrado» de la Balada opus 10/4 (1854) del compositor de Hamburgo. Así pues, casi se antoja lo más pertinente el volver a escuchar, para poner tal filtrado en perspectiva y diálogo histórico, la Cuarta balada de Johannes Brahms antes de paladear Nebenstück, cosa que uno ha hecho, si me permiten la recomendación discográfica, en versión de Arturo Benedetti Michelangeli (Deutsche Grammophon 457 762-2); y no sólo porque se trate de una de mis versiones predilectas (junto con las de Krystian Zimerman y Grigori Sokolov), sino porque el tono intimista y poético desplegado por Reto Bieri y Meta4 en el Quinteto para clarinete y cuerdas se ajusta como anillo al dedo a la versión de Michelangeli. Aunque Nebenstück nos sitúa ante unos presupuestos estéticos completamente distintos de los brahmsianos, subsisten del original pulsos rítmicos, estructuras de desarrollo, asomos melódicos y fantasmagorías armónicas que revelan la Balada opus 10/4 en distintos grados de presencia, de un modo muy similar a lo llevado a cabo por Hans Zender en las partes más libres de su Schuberts "Winterreise". Eine komponierte interpretation (1993): una página que no dudo que haya tenido influencia en la concepción y final desarrollo de Nebenstück. Según relata Roman Brotbeck, fue la Cuarta balada brahmsiana una música que Gérard Pesson no se pudo quitar de la cabeza durante mucho tiempo, agazapada como lo estaba en su memoria desplegando su melodía en el registro grave: ésa que reaparece metamorfoseada en Nebenstück cual masa plasmática que se expande, contrae, deforma y acerca -muy puntualmente- al original, hasta extraer de éste una línea melódica que casi reconforta cual asidero en medio de tan huidizo universo como el desplegado por Pesson (en una línea técnica y estética que tendría su continuación en una partitura, Wunderblock (Nebenstück II) (2005), que ya pasó por las páginas de Mundoclasico.com en octubre de 2009, cuando gracias a su edición en disco compacto por el sello æon (AECD 0876) conocimos cómo Pesson procedía a una suerte de reconstrucción personal del primer movimiento de la Sinfonía Nº6 en la mayor (1879-81, rev. 1884) de Anton Bruckner -a partir de la segunda edición de Leopold Nowak-).
En Wunderblock (Nebenstück II), realizaba Pesson una reconsideración total del sonido orquestal, conforme a los procedimientos de la estética lachenmanniana, de la que el compositor francés se declara admirador. No diría que en el caso de la germinal Nebenstück que ahora reseñamos estemos bajo una tan marcada impronta de Helmut Lachenmann, pero sí que subsiste el método de ir diseminando Pesson por su partitura pinceladas sonoras para que el oyente sea capaz de tender puentes entre los diversos temas, dotando de la correspondiente vinculación brahmsiana al conjunto aquí filtrado. Como en Nebenstück II, estos saltos entre materiales originales reconocibles se sustentan en breves motivos melódicos, en acordes, o en alturas prácticamente aisladas que funcionan de modo contrapuntístico, residiendo ahí el valor más interesante de una obra con encanto pero que no deja de poseer cierto carácter anecdótico, si bien nos permite conocer -pues así lo apunta el propio Pesson- cómo funcionan los procesos de «contaminación» entre las músicas que residen en la mente del compositor a la hora de crear nuevas partituras. La interpretación de Reto Bieri y Meta4 vuelve a incidir en la calidez y en la serenidad; aquí, en forma de suspensión dinámica y de un muy sutil manejo de las irrupciones sonoras. La referencia fonográfica para Nebenstück la encontramos en el ensemble recherche, por medio de su registro para el sello æon (AECD 0106), algo más rápido (8:05 minutos de duración; por 8:45 de Reto Bieri y Meta4), así como más directo y con un lenguaje que sí apuntaba más improntas lachenmannianas, de forma que ambas lecturas son perfectamente complementarias, como lo eran las del Quinteto con clarinete de esta edición que hoy reseñamos y la de RCA.
Como es habitual en el sello ECM, las tomas de sonido, efectuadas en el RSI Studio de Zúrich por Peter Laenger, son una maravilla de claridad y espacialización, con un sonido muy bellamente timbrado, algo idóneo para dar cuenta del cuerpo del clarinete y de las subdivisiones a las que lo someten Salvatore Sciarrino y Gérard Pesson en sus respectivas partituras. Por lo que a las notas se refiere, éstas vienen firmadas por Roman Brotbeck, siendo algo escuetas y con una especial dedicación a la partitura de Johannes Brahms, mientras que en las contemporáneas se cae un tanto en divagaciones, sin profundizar convincentemente en ellas. Lo que no falla es el minimalista y elegante diseño de ECM, a cargo aquí de Sascha Kleis, para redondear una edición muy notable, tanto por la calidad de sus partituras como por sus interpretaciones.
Este disco ha sido enviado para su recensión por Distrijazz.
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