El trabajo de Herrmann para Vértigo es, quizá, uno de los más explorados y analizados en la historia del cine clásico. Es simplemente soberbio. Se introduce en la trama y en la psicología de los personajes en un plano esencial, jugando con el equívoco, la evocación, la premonición, el ensueño. Es también música al alcance de cualquier buena orquesta, así que la Sinfónica de Bilbao no tuvo lógicamente el menor problema para dar soporte sonoro en directo a esta refinada trama visual creada por Hitchcock sobre el guión extraordinario proporcionado por Alec Coppel y Samuel Taylor. Lo cierto es que la calidad de todos estos ingredientes es simplemente asombrosa y el modo en que interactúan subyuga seis décadas después del estreno del filme. Hablamos en consecuencia de una obra maestra del cine o, lo que es lo mismo, de una sobresaliente…
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