Discos

Saxpainting, o la improvisación positiva

Paco Yáñez
lunes, 15 de junio de 2020
Josep Lluís Galiana: City Life; Sequenza I per sassofono tenore; Fantaisie par quartier; Fragment...; ...With Variations; Seat 13; Lost In Picadilly; Rhythm & Funk; Julia (How To Improvise What I Want To Say You). Josep Lluís Galiana, saxofón tenor y mezcla de sonido. Enrique Soriano, masterización. Josep Lluís Galiana, productor. Un CD DDD de 49:52 minutos de duración grabado en los Estudios Liquen de Pedralba, Valencia (España), los días 19 de marzo, 1 de octubre y 19 de noviembre de 2017, y el 30 de mayo de 2018. Liquen Records LRCD011
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«La improvisación ha sido desde hace muchos siglos la manifestación más importante de la música. Eso si no tenemos en cuenta las manifestaciones musicales primitivas, las cuales eran de transmisión oral, pues aún no existía la notación. Es a partir de principios del siglo XX cuando la improvisación pierde su ancestral protagonismo. La evolución técnica de los instrumentos, la complejidad de las estructuras musicales y sus métodos compositivos y el afán de los compositores por plasmar mediante una notación musical cada vez más sofisticada y estricta sus ideas musicales han sido las razones de este paulatino abandono de la práctica improvisatoria por parte de los músicos clásicos occidentales.»

«No obstante, y desde hace unas cuatro décadas, muchos compositores e intérpretes de música contemporánea y sobre todo músicos procedentes del jazz y del rock progresivo han recuperado esta práctica de la libre y espontánea expresión sonora. Bien desde estéticas diferentes como la aleatoriedad, indeterminación, minimalismo, neolirismo, sonido ambiente, ruidismo, neotonalismo, mimetismo o las músicas étnicas, bien desde géneros musicales tan diversos como el jazz, el rock, el pop, la creación electroacústica, la performance sonora, el teatro musical, la vídeo instalación (multimedia), o la live electronics, la improvisación ha recobrado su vida sonora dentro de la música occidental».

Con estas palabras, extraídas de un artículo de Josep Lluís Galiana (Valencia, 1961) publicado por el diario Levante-EMV el 9 de julio de 2009, el propio compositor y saxofonista valenciano, en su faceta de musicógrafo, nos ponía hace más de diez años en antecedentes de la importancia que en su creación musical tiene la improvisación: práctica por medio de la cual nos hemos adentrado en su catálogo de obras a lo largo de las últimas semanas, con excelentes ejemplos como sus lanzamientos en el sello Liquen Records de Interaccions sonores (2019) —allí, de la mano del joven compositor valenciano Joan Gómez Alemany en la electrónica—, así como de las piezas electroacústicas compuestas por Josep Lluís Galiana entre los años 1999 y 2019: obras en las que el saxofón (instrumento habitual de Galiana) tenía una fuerte presencia, ahondando en esa hibridación de lo acústico y lo electrónico que es una de las señas de identidad del músico valenciano, así como uno de sus temas de reflexión privilegiados, como daremos a conocer a nuestros lectores este mismo mes, en la reseña del libro Emociones sonoras. De la creación electroacústica, la improvisación libre, el arte sonoro y otras músicas experimentales (2020), volumen publicado por EdictOràlia: otro de los muchos proyectos de un Josep Lluís Galiana que a lo largo de las últimas décadas ha sido, como compositor, interprete, programador, editor y escritor, una de las más lúcidas y críticas miradas a la realidad artístico-musical de la Valencia de finales del siglo XX y principios del XXI. 

Mientras esperamos a la reseña de Emociones sonoras, en nuestra tercera visita al catálogo de la discográfica valenciana Liquen Records nos encontramos hoy con el primer álbum de solos publicado por Josep Lluís Galiana; un compacto que, como no podía ser de otro modo, tiene al saxofón como instrumento protagonista; en este caso, un saxofón tenor Buffet Crampon S1 de una sonoridad muy bella, bien timbrada y compacta, del que Galiana extrae una cantidad de colores y matices dignos de mención, contribuyendo a que este compacto —titulado Tenor Saxophone Solos— nos vuelva a recordar al citado artículo que encabeza esta reseña, pues en él Galiana se refería, asimismo, a la conocida como «Soundpainting», técnica del músico y educador norteamericano Walter Thompson que Josep Lluís Galiana asimilaba al trabajo de compositores como La Monte Young, John Zorn, o Agustí Fernández, para facilitar «la libre expresión sonora colectiva y su modelaje». Las nueve piezas reunidas en Tenor Saxophone Solos explotan de forma muy especial ese concepto y esa técnica de la pintura musical, permitiéndonos afirmar que estamos, por tanto, ante un verdadero ejercicio de saxpainting (por tirar de las posibilidades a las que el neologismo original de Walter Thompson daba lugar) cuyos resultados ofrecen un rico paisaje sonoro sobre el siempre sutil lienzo del silencio. 

Por supuesto, en el caso de Josep Lluís Galiana improvisación libre no quiere decir ni libre albedrío ni libertinaje musical, sino un proceso de expresión muy sólidamente injertado en la historia, así como consciente de la misma y de sus muchas rutas estéticas y recursos técnicos. Es por ello que Galiana, utilizando tal libertad asociada a ese gran catálogo de posibilidades, nos ofrece aquí un disco muy plural en sus dejes estilísticos, que van de ecos de la música norteamericana más interesante de las últimas décadas (presencias del free jazz y del rock progresivo incluidas) a vínculos muy sólidos con la música contemporánea europea; de hecho, con leer algunos de los títulos que jalonan Tenor Saxophone Solos nuestra mente viajará a la más firme tradición reciente, como la del Luciano Berio de las Sequenze (1958-2002), que casi parecen evocadas y homenajeadas por el título de la segunda pieza de este compacto, Sequenza I per sassofono tenore (si bien en el caso de Luciano Berio es la Sequenza IXb (1981) la escrita para saxofón). Un Berio, por cierto, que constituye una de las referencias musicales, artísticas y humanas para Josep Lluís Galiana, como podemos leer, muy especialmente, en la séptima parte de Emociones sonoras, si bien la presencia del trasalpino nos espolea con su lucidez en diversas páginas del libro. 

Sequenza I per sassofono tenore es una de las propuestas más sólidas de este compacto; ejemplificando, además, de forma muy evidente la doble naturaleza del mismo: entre lo más rugoso y ruidista, por un lado, y, partiendo de esa exploración de texturas, una manifiesta evolución hacia un saxofón gestual, inquieto y atávico que, progresivamente, se va movilizando en su totalidad hasta llegar a un final que se acerca más a ese grito torrencial e histriónico, a esas masas rítmicas tan energéticas y direccionales que habíamos escuchado en las primera piezas del disco, como City Life o Fantaisie par quartier, rozando en sus últimos minutos la Sequenza I lo obsesivo y lo espasmódico. 

Fragment... es otra de las piezas en las que Galiana incide, desde su comienzo, en una búsqueda de texturas de tipo ruidista, jugando con el aire, los armónicos y un sonido silbante que nos vuelve a remitir a los paisajes de la electrónica, por cómo el saxofonista valenciano es capaz de tramar una polifonía en diversas capas de un virtuosismo técnico arrollador, superponiendo desmaterializaciones armónicas y una rugosidad que parece se arrastrase por el instrumento, friccionando sus superficies metálicas. Todo un tour de force y una demostración más de maestría en el dominio del saxofón que hace de Fragment... una de las mejores y más modernas obras de este disco... 

...tal y como sus puntos suspensivos nos dan a entender, Fragment... tiene su continuación en ...With Variations, una pieza en la que se desdobla el proceso que, de algún modo, había consensado y sintetizado en una sola obra la previa Sequenza I, por cuanto estas variaciones nos vuelven a llevar de lo ruidista a un saxofón más movilizado por medio de alturas, incidiendo una vez más en lo gestual, en las figuraciones y en un sentido torrencial que no deja, en todo caso, de mostrar una búsqueda de la unidad dentro de sus muy diversas formas de explotar y explorar los materiales, por lo que, volviendo a esa responsabilidad histórica a la que antes me refería con respecto a la improvisación libre, no creo exagerado señalar aquí la impronta de compositores como el Schönberg de las Variationen für Orchester opus 31 (1926-28), o el Webern de las Variationen für Klavier opus 27 (1935-36), cimentando y dotando de coherencia a cada una de las vueltas y revueltas que el saxofón de Josep Lluís Galiana da sobre sí mismo en busca de una nueva salida. Frente a los compositores de la Segunda Escuela de Viena, Galiana se muestra, en todo caso, menos estructural y rígido, soltando su instrumento con mayor atavismo, sin que la construcción estrictamente autorreferencial, ni mucho menos, el serialismo, sean precisos para mostrar cómo los materiales musicales son capaces de progresar desplegando cuanto palpita en su interior como germen y latencia. En sus últimos minutos, ...With Variations gira sobre sí misma y visita sus paisajes fundacionales (sin por ello retrogradarse), hasta reencontrarse con las técnicas ruidistas de Fragment...; con lo que el conjunto de ambas obras (o partes de un mismo todo) se convierte en la propuesta más completa y potente de este compacto. 

Seat 13 se sitúa entre ambos mundos (el ruidista y el armónico), uniéndolos por medio de un manejo de la armonía muy refinado y sin miramientos, en el que los súbitos saltos interválicos, unidos a una continua modulación dinámica de orden cuasi escultórico (y a otras técnicas de tipo más extendido, como el slap o el flujo de aire sin tono), consiguen transitar entre la tradición, lo que sería un universo sonoro progresivo y el ruidismo de la avantgarde europea. Es por ello que esta vibrante pieza nos vuelve a mostrar una muy interesante pluralidad de ideas, así como la inserción en la tradición de la improvisación como conciencia histórica y, por supuesto, un dominio técnico impresionante, pues lo realizado por Josep Lluís Galiana en cuanto a digitación y control de la proyección de aire es digno de mención. De este modo, obras como Seat 13 dan sentido a lo que Josep Lluís Galiana define en Emociones sonoras (recogiendo un artículo publicado en sulponticello.com) como «improvisación positiva»: un proceso heurístico-musical que «hace mención a esa creatividad, a ese pensamiento divergente que nos ayuda a dar soluciones a situaciones a las que no estamos acostumbrados», considerando la improvisación libre «como un proceso creativo y no como un producto acabado». 

En Lost In Picadilly, Josep Lluís Galiana lleva a cabo un viaje, en cierto modo, inverso, yendo de la gestualidad y de los ecos norteamericanos a un ruidismo rugoso y extendido en sus pasajes centrales, del que vuelve a los materiales iniciales; si bien, en todo caso, ya no siendo el mismo, pues uno y otro lenguaje se con-funden e sincretizan en su final. De algún modo, ese mismo recorrido e hibridación de lenguajes podríamos decir que se dibuja en el conjunto de Tenor Saxophone Solos como globalidad, pues en las breves y finales Rhythm & Funk y Julia (How To Improvise What I Want To Say You) volvemos a escuchar ecos del comienzo del disco, con sus más libres y melódicas improntas del free jazz, el blues y el funk, incluida la sensualidad de la última pieza, ya en clave personal y afectiva del propio Galiana, que cierra con este guiño un recorrido muy completo, variado y exigente, como el que supone enfrentarse a esta gran improvisación positiva y heurística en los nueve capítulos que, a largo de casi 50 minutos, este disco nos propone. 

Como en los anteriores compactos de Liquen Records que hemos reseñado en mundoclasico.com, las tomas de sonido son realmente buenas, con mucho cuerpo, timbre realista y una redondez en la percepción del instrumento que se agradece. Al igual que en el disco que contenía Interaccions sonores, o en el dedicado por el sello valenciano a la música electroacústica de Joan Gómez Alemany, las notas (precisamente, a cargo de este último) vienen impresas en el propio cartón del disco. En ellas, Joan Gómez se retrotrae a Johann Sebastian Bach para glosar la labor del músico como improvisador, así como la entidad y la seriedad musical de tal aventura, con los logros históricos que conocemos, a los que podemos añadir, desde Valencia, los cosechados por el propio Josep Lluís Galiana en sus estupendos Tenor Saxophone Solos, dando forma y salida a lo que Galiana expone en otro de sus textos recogidos en Emociones sonoras

«El arte es pura experimentación. También espontaneidad y azar, capacidad de comunicación y libertad de expresión, inmediatez del discurso y búsqueda de belleza y verdad, cultivo de la individualidad y construcción de una voz propia y la posibilidad de emocionarnos… No entiendo la creación musical sin la experimentación, sin explorar nuevos límites a nuestro intelecto, ni desafiar a cada instante nuestra percepción para ir más allá de las fronteras conocidas». 

Este disco ha sido enviado para su recensión por Liquen Records 

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