Discos
Paisajes cárstico-musicales
Paco Yáñez
Tras varios años siendo publicados por col legno, los compactos de los jóvenes compositores galardonados con el premio de la Ernst von Siemens Musikstiftung han pasado ahora a editarse en el sello austriaco Kairos, conservando las mismas señas de identidad que ya conocíamos en col legno en cuanto a calidad de diseño, excelencia de sus tomas de sonido y nutridos ensayos sobre los compositores y las obras recogidas en cada disco.
Así pues, comenzamos hoy nuestro repaso a esta nueva etapa fonográfica de la Ernst von Siemens Musikstiftung, y lo hacemos con el norteamericano Timothy McCormack (Independence, 1984), compositor que recibió dicho galardón en el año 2018 y que previamente ya había visitado nuestra sección discográfica, con motivo de su participación en las Wittener Tage für neue Kammermusik del año 2012; entonces, con Apparatus (2009-10), una partitura de tan sólo treinta segundos de duración que en su día definimos como un condensado de sonoridades ruidistas activadas profusamente en el cuerpo de los instrumentos de un trío conformado por clarinete bajo, violonchelo y piano: trío que destilaba las influencias recibidas por McCormack no sólo de su maestra en la Universidad de Harvard, Chaya Czernowin, sino del jazz y diría que de la música saturada francesa, en una propuesta que, pese a su brevedad, nos dejaba con el deseo de conocer nuevas piezas del compositor de Ohio, dada la fuerza de lo allí escuchado.
Cumpliendo tales expectativas, la partitura más antigua recogida en este compacto del sello Kairos es you actually are evaporating (2011-14), un dúo para violín y violonchelo que, aunque compuesto inmediatamente después de Apparatus, nos muestra a un Timothy McCormack más refinado y sutil, sin la abigarradísima presencia de su trío creado para Witten. A pesar de que el título de la obra nos podría remitir a los procesos físicos de evaporación, este dúo está relacionado con la danza y tiene su origen en los años de aprendizaje del compositor norteamericano en Harvard, donde recibió clases de danza de Jill Johnson, uno de los colaboradores del prestigioso coreógrafo Willian Forsyhte, de quien McCormack toma la frase que da título a su dúo: «Movement is a factor of the fact that you actually are evaporating». De este modo, esa evaporación a través del gesto de la danza se manifiesta en largos y evanescentes procesos de transformación tímbrica, en los que se estiran los sonidos instrumentales o entran en giros a modo de bucles, con un movimiento que prima en todo momento en una pieza que no conoce el silencio, pues toda ella se transforma en esa evaporación continua a modo de danza instrumental que su título nos sugiere.
you actually are evaporating es una partitura netamente actual en cuanto a notación, que comprende tanto alturas como técnicas extendidas para convertir dichos entramados armónicos en paisajes ruidistas, por lo que las deudas con Helmut Lachenmann son más que evidentes, subyaciendo las piezas del genio alemán para violonchelo, Pression (1969), y violín, Toccatina (1986), de algún modo en el aparato técnico y estilístico de you actually are evaporating. Sin embargo, quizás sea el cuarteto de cuerda Reigen seliger Geister (1988-89) la partitura lachenmanniana que más comparte con este dúo de Timothy McCormack, por la serenidad de sus contornos dinámicos y ese arrastrarse en todo tipo de fricciones de los instrumentos por las superficies musicales, buscando aperturas hacia un nuevo espacio acústico (de hecho, en sus interesantísimas notas, Tim Rutherford-Johnson no deja de recordarnos que you actually are evaporating conforma una de las piezas seminales en el estilo de madurez del compositor de Ohio).
De dar cuenta de esta partitura tan repleta de detalles, modernidad y musicalidad se encargan dos de los fundadores de un cuarteto tan excelente y lachenmanniano como el JACK Quartet, Christopher Otto (actual primer violín del conjunto norteamericano) y el violonchelista Kevin McFarland. Su lectura es una maravilla en cuanto a refinamiento técnico para conferir peso y sentido a los muchos y variados recursos que McCormack exige a sus intérpretes, en unos rangos dinámicos muy sutiles que no siempre son fáciles de compaginar con sobrepresiones tan extremas y rugosas. Por tanto, muy interesante partitura, así como una soberbia lectura, la que aquí nos ofrecen Christopher Otto y Kevin McFarland, en registro efectuado en Nueva York el 13 de octubre de 2018.
Siguiendo un orden cronológico, la segunda pieza que escuchamos en este compacto es la partitura para ensemble KARST (2015-16), cuyo título nos remite a los fenómenos de erosión y a los paisajes líticos de la región ítalo-eslovena de Carso. De este modo, el ensemble funciona por medio de un análogo proceso de meteorización en el que los materiales se desgastan progresivamente, oscilando entre el monolitismo y las distintas oquedades que las colisiones de las técnicas extendidas producen entre sí. El resultado es una pieza de casi cuarenta minutos de duración en la que se alternan bloques más estáticos y rocosos con otros pasajes en los que los agentes químico-musicales ponen en movimiento las partículas del ensemble buscando nuevas formas de organización de sus formas previas, adentrándose en lo que, en el fondo, es un conflicto entre la pervivencia de una identidad (sea rocosa, musical, o personal) y su asedio por parte del medio circundante. Compuesta para el Ensemblekollektiv, es al propio conjunto berlinés al que escuchamos en este compacto en una toma efectuada el 11 de septiembre de 2018 en la capital alemana: una lectura apabullante por su sonoridad tan moderna y repleta de matices, en la que destaca el poderío de los instrumentos graves, que asientan los elementos estructurales que más cohesión confieren a KARST, así como muchos de sus timbres más bellos.
Por último, en karst survey (2016) seguimos acompañando a Timothy McCormack en sus paseos por estos paisajes cársticos, regresando a ellos —tal y como afirma Tim Rutherford-Johnson en sus notas— miles de años más tarde, para comprobar cómo ha sido el proceso de erosión de los materiales rocoso-musicales y las nuevas grutas que en sus superficies se han horadado. Con una plantilla más reducida (que comprende flautín, clarinete bajo, saxofón soprano, piano, violín, violonchelo, percusión y electrónica), en este disco escuchamos una soberbia lectura del Klangforum Wien registrada en estudio del 26 al 28 de mayo de 2018, por lo que la precisión del conjunto austriaco es de lo más esmerado a la hora de adentrarse en esas corrientes musicales que recorren karst survey desintegrando sus propios materiales y llegando a paisajes que, en ocasiones, resultan prácticamente antitéticos entre sí: confrontando las más delicadas y atomizadas formas iniciales con los que podríamos decir son sus vaciados tras los procesos de erosión musical: unos vaciados que, sin embargo, resultan poderosísimos y abigarrados en los últimos minutos de una obra de gran calidad que nos conduce, ya plenamente, al lenguaje de madurez de Timothy McCormack.
karst survey es un aquilatadísimo ejemplo de dicha plenitud técnica y estilística, en McCormack marcada por una música rotundamente física y táctil, producto de una asimilación muy personal de los lenguajes que enraízan a McCormack en la tradición lachemanniana vía Chaya Czernowin y la música saturada francesa, con cuya densa e hiperactiva concentración de recursos tanto comparte karst survey en sus compases más rotundos y poderosos, a pesar de que, especialmente en la primera mitad de sus dieciocho minutos de duración, nos encontramos ante una obra a la que se asoman el silencio y las resonancias de forma más explícita que en las anteriores, por lo que los juegos de planos, relieves y sombras son en karst survey más conseguidos, pareciéndome la partitura más destacada de un disco, en su conjunto, de lo más interesante entre la nueva música norteamericana (aunque con unas influencias europeas más que evidentes).
Por lo que a las tomas de sonido se refiere, como indicamos al comienzo de esta reseña, éstas son excelentes, con una espacialización y una definición tímbrica muy precisas que se agradecen sobremanera, dada la rugosidad y la viscosidad (como el propio McCormack la define) de la música del compositor norteamericano. La edición del libreto es de verdadero lujo, con sesenta páginas profusamente ilustradas a color, incluidas partituras y todo un reportaje fotográfico de Timothy McCormack digno de una revista de moda. Más allá de lo puramente visual, así como de una muy completa información de las grabaciones y de los títulos hasta ahora publicados de galardonados por la Ernst von Siemens Musikstiftung, destaca poderosamente en este libreto el ensayo a cargo de Tim Rutherford-Johnson, muy generoso en pistas para que nos adentremos con mayor información y criterio en una música tan de nuestro tiempo como repleta de muestras de calidad.
Este disco ha sido enviado para su recensión por Kairos
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