Recensiones bibliográficas

El molinero y el arroyo

Juan Carlos Tellechea
martes, 27 de abril de 2021
Das Haus des Müllers © 2013 by Praesens Verlag Das Haus des Müllers © 2013 by Praesens Verlag
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La bella molinera (Die Schöne Müllerin) es un gran ciclo de Lieder, sobre un amor no correspondido que nos conmueve hasta el día de hoy, musicalizados por Franz Schubert, sobre poemas de Wilhelm Müller (con ese apellido, ni que predestinado para escribirlos).

Un pianista y un tenor o un barítono (una mezzosoprano o una contralto) son los encargados de explicar el dolor y el consuelo, así como la monomanía del joven itinerante aprendiz de molinero que se enamora de la hija de su maestro, a quien encuentra durante una caminata por la vera de un arroyo.

¡Ah, ah, el amor a primera vista!

Solo un pensamiento domina al joven: "¡La amada hija del molinero es mía!" Pero no se lo dice a ella, sino al arroyo, su fiel compañero, que lo acogerá al final cuando se lance a sus aguas. La bella molinera no sabe nada de todo el amor, la devoción y la desesperación. Ella, por su parte, elige a un cazador, y a partir de ese momento seremos testigos de las bienaventuradas y no tan bienaventuradas tormentas emocionales del joven.

El estreno público

Giuseppina La Face Bianconi, «La casa del mugnaio. Ascolto e interpretazione della "Schöne Müllerin"». © 2004 by Leo Olschki.Giuseppina La Face Bianconi, «La casa del mugnaio. Ascolto e interpretazione della "Schöne Müllerin"». © 2004 by Leo Olschki.

El 4 de mayo de 1856 el barítono Julius Stockhausen cantó por primera vez en un concierto público en Viena el ciclo completo compuesto por Schubert en 1823, relata la musicóloga Giuseppina La Face Bianconi, profesora de la Universidad de Bolonia en su libro La casa del Mugnaio. Ascolto e interpretazionie della Schöne Müllerin, publicado en 2004 por la editorial Leo S. Olschki,* de Florencia, y ahora traducido al alemán por Marcus Köhler para la editorial Praesens, de Viena, bajo el título de Das Haus des Müllers. Zur Interpretation von Franz Schuberts Liedzyklus Die schöne Müllerin (La casa del molinero. Sobre la interpretación del ciclo de canciones Die Schöne Müllerin de Franz Schubert).*

Elogios a la iniciativa

La Face Bianconi nos recuerda que, tras el estreno, el renombrado musicólogo y crítico Eduard Hanslick elogió con fervor la iniciativa, porque, en su opinión, con la representación íntegra del ciclo se descubren las relaciones y uniones que se le escapan a uno, cuando escucha, como es habitual, cada canción por separado, desligada de su contexto. Además, una interpretación no abreviada confiere a las veinte canciones un dramatismo que no cabría esperar bajo la pátina lírica de las piezas individuales.

Estudio de las emociones

La autora explica qué es lo que nos mueve hasta el día de hoy cuando conocemos a otras personas: el entusiasmo y la curiosidad, la expectación, la decepción y los celos, el orgullo y la resignación, hasta llegar a un profundo dolor que es posible superar. Franz Schubert no valora nada de esto en su puesta en escena, sino que traduce las situaciones y las emociones una a una en el sonido. Algo que en realidad no se ve con buenos ojos, pero que al mismo tiempo es, sin duda, un gran arte. Después de todo, ¿quién puede decir algo ingenuo sin que parezca ridículo?

Schubert y Müller

Con su música escrita en 1823, Franz Schubert adoptó un enfoque diferente al del poeta Wilhelm Müller unos años antes en su ciclo de poemas, porque el vate rompía la infeliz historia de amor de forma irónica. Es posible que de este modo se reconciliara con un amor propio sin esperanza. En cualquier caso, la historia de "la bella molinera", "La molinara" italiana, está omnipresente en la poesía y la música de principios del siglo XIX.

Los esbozos

Moritz von Schwind, «Schubertiade», 1828. © Dominio público.Moritz von Schwind, «Schubertiade», 1828. © Dominio público.

En una primera versión, Wilhelm Müller, junto con amigos suyos, como Clemens Brentano, Achim von Arnim y los hermanos Luise y Wilhmelm Hensel, desarrolla un divertido juego de canto improvisado. Escriben sus propios textos sobre cómo Rose, la bella hija del molinero, es cortejada por el joven aprendiz de molinero, el cazador, el escudero y el jardinero, todos al mismo tiempo, y finalmente se decide por el cazador. El compositor Ludwig Berger, pianista berlinés y profesor de piano de Felix Mendelssohn Bartholdy, escribe la música. Este divertido pasatiempo da lugar a un ciclo de 25 poemas, 20 de los cuales son musicalizados después por Schubert. Las primeras representaciones de sus Müller-Lieder tienen lugar otra vez en veladas sociales privadas.

Los intérpretes

Esta conmovedora historia que lleva ya 200 años la han cantado grandes tenores y barítonos, entre ellos Aksel Schiøtz, Christoph Prégardien, Dietrich Fischer-Dieskau, Hermann Prey, Florian Prey, Peter Schreier, Peter Pears, Julius Patzak, Fritz Wunderlich, Ian Bostridge, Roman Trekel, Matthias Goerne, Robert Holl, Christian Gerhaher, Thomas Quasthoff, Jonas Kaufmann, pero también mezzosopranos como Brigitte Fassbaender y Christa Ludwig, e incluso contratenores como Jochen Kowalski. Y más recientemente jóvenes tenores como Andrè Schuen.

Conciertos espectaculares, grabaciones maravillosas han pasado a la historia y han quedado guardados en nuestras memorias para siempre. Una nueva generación de intérpretes ha tomado la posta ahora entregando incluso un Schubert más robusto de lo habitual que se expande hasta el infinito.

Perspectiva interdisciplinaria

Esta lectura de Die schöne Müllerin de la profesora Giuseppina La Face Bianconi sitúa el ciclo de Müller y Schubert en una perspectiva interdisciplinaria múltiple. La psicología de la música ilustra cómo el oyente experimenta la estructuración temporal de la obra. Al mismo tiempo, los instrumentos de la psicopatología fenomenológica abren reveladores atisbos del conmovedor camino existencial del protagonista, el joven aprendiz de molinero. La interpretación se contextualiza finalmente en la relación intelectual y sentimental que unía al músico con su amigo el poeta Johann Mayrhofer.

El ciclo no solo es abordado como una construcción musical, sino también como la representación sonora de un proceso psíquico. La obra es examinada y discutida desde el punto de vista del objeto que representa: la experiencia depresiva del joven itinerante, quien entre momentos de calma melancólicos y sacudidas enfáticas de euforia evoluciona hacia una brote psicótico y termina en el suicidio.

Las herramientas

Las herramientas de la psiquiatría permiten hacer una descripción fáctica del tema de la narración poético-musical; esto es, la historia de amor con final fatal de un aprendiz de molinero. La psicología musical, por su parte, propicia un análisis de los mecanismos que se ponen en marcha cuando se escucha la música de La bella molinera y que contribuyen de forma decisiva a la producción del significado global.

Goethe, Schubert y Mayrhofer

En el tercer capítulo del libro la académica de la Universidad de Bolonia vierte sus hipótesis sobre la contextualización histórico-biográfica de esta interpretación del ciclo de Lieder

Sospecho que hay una conexión entre los poemas de Johann Wolfgang von Goethe y la relación entre Schubert y Mayrhofer [...] El poeta -según los versos de Geheimnis (Secreto), dedicados al compositor- había visto surgir la primavera cuando Schubert llegó a cantar sus canciones. También Der Musensohn (El hijo de las musas) de Goethe con su canto (musicalizado asimismo por Schubert) hace florecer el invierno y fascina todo y a todos con su arte. Hay un sorprendente parecido entre este Hijo de las Musas y el joven Schubert del Secreto.

Formas de interpretación

Íntimamente, pero con gran tensión abordan siempre los intérpretes la canción "Trockene Blumen" (Flores secas), en mi menor, de La bella molinera de Schubert. El tenor o el barítono pueden entonarla de forma sencilla pero con voz bastante potente. El tempo, más bien lento, no solo se aplica a este antepenúltimo lied del ciclo. En "Des Baches Wiegenlied" (La nana del arroyo), en mi mayor, última canción, se produce la despedida del joven aprendiz de molinero, quien terminará suicidándose por el amor no correspondido de la hija de su maestro.

Es fascinante escuchar la intensidad que consiguen sus intérpretes sobre todo en las canciones lentas y tranquilas. Tenores o barítonos, mezosopranos o contraltos logran mostrar en estos pasajes la verdadera calidad de su arte, sobre todo cuando cuidan de no estirar demasiado esta cualidad hacia el final del ciclo.

Exagerar puede llevar al desgaste

Schubert escribe solo moderadamente como instrucción para las dos últimas canciones (la penúltima es "Der Müller und der Bach", El molinero y el arroyo, en sol menor). Cuando el compositor quiere realmente que una canción sea muy lenta, utiliza denominaciones como Ziemlich langsa (muy lento).

Incluso se llega a comparar el tiempo que necesitan diferentes intérpretes para "Des Baches Wiegenlied". La media es de entre seis y siete minutos. Algunos como Hermann Prey lo conseguían en cinco minutos y medio, pero otros más han llegado a los nueve minutos. Tal vez demasiado; y arriesgando un efecto de desgaste en la interpretación.

Efectos

Un ciclo completo de lieder como Die schöne Müllerin representa algo más que la mera suma aritmética de las veinte canciones que lo componen, sostiene la musicóloga de Bolonia. 

Porque el sentido global de la obra surge precisamente del juego de relaciones, referencias y contrastes que se da entre las piezas individuales; el tejido dramático establecido en el "Liederspiel" de Müller, del que Schubert tomó sus textos, brilla, por así decirlo, como una filigrana del ciclo de canciones.

Por otra parte, también es innegable que la escucha de todo el ciclo, incluso hoy en día, puede despertar una vaga sensación de monotonía y que la densa yuxtaposición de sus escenas idílicas puede producir a la larga un cierto efecto de saturación, y esto incluso con oyentes muy entendidos y comprensivos y hasta con las mejores interpretaciones (como la ejemplar del tenor Fritz Wunderlich).

Problema

En general Die schöne Müllerin nos plantea un problema, afirma La Face Bianconi. Mientras que, por un lado, la obra roza el peligro de la dulzura rebosante y el sentimentalismo molesto y corre el riesgo de deslizarse hacia la sensiblería a cada paso, por otro lado, irradia una magia sutil y un encanto seductor con el que cautiva irresistiblemente incluso al oyente más reacio.

Por ello, es necesario un enfoque que permita una interpretación coherente de todos los factores implicados, es decir, incluso de aquellos que a primera vista parecen un hándicap y que fueron criticados por un conocedor de la talla de Eduard Hanslick y, por supuesto, reconocidos por muchos otros oyentes después de él.

Notas

Giuseppina La Face Bianconi, «La casa del Mugnaio. Ascolto e interpretazionie della Schöne Müllerin», Firenze: Leo S. Olschki, 2004, 324 pp. con 8 tavv. ISBN: 9788822253231

Giuseppina La Face Bianconi, «Das Haus des Müllers. Zur Interpretation von Franz Schuberts Liedzyklus "Die schöne Müllerin"», Wien: Praesens Verlag, 2013, 240 Seiten. ISBN ISBN 978-3-7069-0718-7

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