Alemania

Bayreuth: el Holandés errado

Agustín Blanco Bazán
miércoles, 11 de agosto de 2021
Tcherniakov, El holandés errante © 2021 by Enrico Nawrath Tcherniakov, El holandés errante © 2021 by Enrico Nawrath
Bayreuth, miércoles, 4 de agosto de 2021. Festpielhaus. El holandés errante, ópera romántica en tres actos con libreto y música de Richard Wagner. Regisseur y escenógrafo: Dmitri Tcherniakov. Vestuarios: Elena Zaytseva. Iluminación: Gleb Fuilshtinsky. Dramaturgia: Tatiana Werestchagina. Daland: Georg Zeppenfeld. Senta: Asmik Grigorian. El Holandés: John Lundgren. Erik: Eric Cutler. Mary: Marina Prudenskaya. Timonel: Attilio Glaser. Coros y orquesta del Festival de Bayreuth bajo la dirección de Oksana Lyniv. Festival de Bayreuth 2021
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Las dificultades de representar una de las obras corales de Wagner en tiempos de COVID fueron manifiestas en esta nueva producción de Bayreuth de El Holandés Errante. Aparentemente, a la administración de los festivales no les quedó más remedio que someterse a la estrictez de las disposiciones sanitarias del Estado de Baviera y ello parece haber implicado la necesidad ubicar al coro en una sala de ensayos fuera del teatro. La reproducción funcionó maravillosamente bien, aún cuando quienes hemos visto allí esta obra una y otra vez durante muchos años sentimos la diferencia entre un coro que pisa fuerte el mítico escenario del teatro de Wagner y una comparsa de mimos excelentemente preparados pero, finalmente, mudos. 

En línea con los experimentos de Bayreuth de los últimos años para las óperas tempranas de Wagner (por ejemplo el Lohengrin de Neuenfels y el mas reciente Tannhäuser de Kratzer), Dmitri Tcherniakov propuso una narrativa metafórica que arranca cuando en la obertura vemos a un niño que espía el affaire de su madre con un Daland que la maltrata en las calles de un desolado barrio suburbano de casitas contemporáneas. Durante toda la función estas viviendas, a las que se añade una iglesia, se mueven para mostrar diversos ángulos urbanos, por ejemplo, el bar callejero donde en el primer acto se reúnen Daland y su gente, el opresivo jardín de invierno de la casa de éste para el segundo, y en el tercero una taberna al aire libre con vistas al mar. 

Años después de la humillación materna representada en la obertura, el Holandés, irreconocible por todos, vuelve a su ciudad natal para vengarse de Daland y la burguesía que volvió la espalda a su progenitora deshonrada. La venganza del Holandés comienza con la simulación de necesitar a Senta, hija Daland, para terminar su vida errante con un matrimonio. Senta es aquí una nena rebelde e impulsiva que descubre un retrato del holandés en el bolso de Mary, una maestra new age que enseña a cantar a la chicas del lugar. 

El final es un pandemónium durante el cual el Holandés no sólo desprecia a Senta sino que mata a dos invitados a su fiesta y, con la ayuda de sus secuaces, prende fuego a la ciudad. Es entonces que Senta aparece con Mary quién liquida al Holandés de un escopetazo. Senta abraza tiernamente a una Mary desesperada y… ¡telón final!

'El holandés errante' de Wagner. Festival de Bayreuth 2021. © 2021 by Enrico Nawrath.'El holandés errante' de Wagner. Festival de Bayreuth 2021. © 2021 by Enrico Nawrath.

Al principio pareció que este concepto iba a funcionar: en las mesas del bar del primer acto Daland se fija en el protagonista que acaba de entrar (¿lo reconoce o no?) y su ansiedad aumenta ante las evasivas respuestas del recién llegado. Pero enseguida todo comienza a desmoronarse, y ello por una razón muy simple: el Holandés de Wagner es una figura intemporal a la cual es imposible asignarle una prontuario histórico sin destruir el núcleo dramático. El compositor ni siquiera le pone nombre a esta criatura que en su negatividad no puede vengarse de nadie que no sea él mismo. En alguna forma es el Vampiro de Märschner mejorado por Wagner. Es absurdo reducirlo a un delincuente de patología edípica que trata de justificar sus crímenes como venganza de lo que le hicieron a la mamá. 

'El holandés errante' de Wagner. Festival de Bayreuth 2021. © 2021 by Enrico Nawrath.'El holandés errante' de Wagner. Festival de Bayreuth 2021. © 2021 by Enrico Nawrath.

Contribuyó al naufragio de la puesta el Holandés de John Lundgren, de timbre abierto e inestable, forzándose con un alemán defectuoso a refrasear sus líneas con un énfasis destinado a pretender falsedad y cinismo antes que neurosis y desesperanza. Y el hecho de que su célebre dúo con Senta fuera cantado del principio al fin dentro del falso invernadero y mientras comía con ella muy formalito junto al señor y la señora Daland neutralizó aún más el efecto dramático: nada malo con encontrar una situación diferente a las habituales en esta escena, pero, y en una situación tan realista, ¿cómo aceptar que las voces puedan oírse a través del doble vidrio? ¿Y cómo verlos bien en esa pequeña celda donde este doble vidrio estaba sostenido por intrusivos marcos blancos? 

Sospecho que caprichos escénicos como este deslucieron el debut de Oksana Lyniv, una debutante en el foso de Bayreuth llena de energía para empujar la orquesta con una vertiginosidad que provocó algunos desajustes demasiado perceptibles (por ejemplo, el final del dúo de Daland y el holandés en el primer acto y la stretta que concluye el coro de las hilanderas). Su lectura fue tal vez inspirada pero seguramente difusa, con una tendencia a marcar excesivamente a costa de desmerecer el poético legato de algunas líneas orquestales.

'El holandés errante' de Wagner. Festival de Bayreuth 2021. © 2021 by Enrico Nawrath.'El holandés errante' de Wagner. Festival de Bayreuth 2021. © 2021 by Enrico Nawrath.

En lo que sí triunfó Lyniv fue en su concertación de la Balada de Senta que fue originalmente enfatizada como una angular y agitada protesta con la ayuda de la estrella de la noche: porque hace falta remontarse a las legendarias Sabine Hass o Lisbeth Balslev para hallar una Senta como Asmik Grigorian en materia de entrega, intensidad y fuerza de proyección. 

Georg Zeppenfeld interpretó un Daland con un timbre algo más frágil que el de hace algunos años pero estilísticamente impecable. Eric Cutler fue un expresivo Erik, mientras que Attilio Glaser contribuyó con frases de sostenido lirismo para las coplas del timonel. Y desde su sala de ensayos el coro de Bayreuth dio todo lo que podía dar en esta lucha contra la adversidad pandémica. 

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