Francia

El sudor de tu frente

Jesús Aguado
jueves, 28 de julio de 2022
Castellucci, Sinfonía 2 de Mahler © 2022 by Monika Rittershaus Castellucci, Sinfonía 2 de Mahler © 2022 by Monika Rittershaus
Aix-en-Provence, lunes, 11 de julio de 2022. Aix-en-Provence. Stadium de Vitrolles. Gustav Mahler. Sinfonía nº 2 “Resurrección” en do menor para soprano, contralto, coro mixto y orquesta. Romeo Castellucci, puesta en escena, decorados, vestuario, iluminación. Piersandra Di Matteo, dirección de escena. Golda Schultz, soprano. Marianne Crebassa, contralto. Coro de la Orquesta de París, Coro Joven de París. Marc Korovitch, Director del coro. Orquesta de París. Esa-Pekka Salonen, dirección musical. Nueva producción del Festival d’Aix-en-Provence en coproducción con el Festival de Abu Dhabi, La Philharmonie de París, La Villette - París.
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Un caballo blanco entra al escenario, chapotea en el barro y los charcos que lo cubren. A los pocos minutos, aparece su cuidadora, que informa por teléfono de que lo ha encontrado. Cuando está a punto de marcharse, se detiene: ha visto algo entre el barro. Aterrada, hace otra llamada informando de que cree haber descubierto un cadáver. Llegan un grupo de forenses, comienzan a excavar, y efectivamente descubren no un cadáver sino una enorme fosa común. Llegan más operarios, incluso una excavadora, y continúan encontrando hasta un centenar aproximadamente de cadáveres, de adultos y también de niños. Los van depositando sobre bolsas de plástico blancas. Cuando la excavación se da por concluida, las bolsas se van cerrando y transportando a las camionetas. Pero una de las participantes en la operación continúa obstinadamente excavando, incluso cuando todo el mundo ha recogido ya y está a punto de marcharse. Por fin, la convencen de que abandone y se vaya con ellos, pero aún así ella vuelve una vez más, contempla la tierra removida, y antes de irse, deja sobre la tierra el mono blanco que ha utilizado durante el trabajo. Después de un rato de salir, comienza a llover. De fondo, suena la música de Mahler. Fin de la propuesta.

Únicamente en un par de momentos hubo algún tipo de correlación directa entre lo que ocurría en el escenario y en el foso: en dos momentos, uno la primera intervención de la contralto y otro el inicio de uno de los movimientos de la sinfonía, todos los personajes quedaron quietos, en actitud contemplativa. El resto del tiempo, la acción se iba desarrollando por un lado y la música por otro. La Segunda sinfonía de Mahler se convierte, supongo, en música de fondo para las imágenes de Castellucci, o sus imágenes son un fondo para la música de Mahler, pero está claro que el espectador tiene que elegir, de alguna manera: si se centra en seguir todas las evoluciones de lo que ve en el escenario, se pierde muchos detalles de la obra mahleriana. Si, por el contrario, decide centrar su atención en la música, pierde movimientos y detalles de la acción.

Se trata, una vez más, de la propuesta. Tal vez debería escribir la palabra con mayúsculas, pero he hecho voto de no ser sarcástico. Castellucci utiliza el montaje para expresarnos su idea, y al menos esta vez, a diferencia de su propuesta sobre el Réquiem de Mozart, las imágenes que nos presenta no son fácilmente ridiculizables: son lo que son, el hallazgo y excavación de una fosa común. Insiste en que el encargo se le hizo antes de la invasión de Ucrania, pero no hace falta, la humanidad tiene una rica tradición de fosas comunes entre la que escoger. 

Mahler. Sinfonía nº 2 “Resurrección”. Esa-Pekka Salonen, dirección musical. Romeo Castellucci, puesta en escena. Festival d’Aix-en-Provence 2022. © 2022 by Monika Rittershaus.Mahler. Sinfonía nº 2 “Resurrección”. Esa-Pekka Salonen, dirección musical. Romeo Castellucci, puesta en escena. Festival d’Aix-en-Provence 2022. © 2022 by Monika Rittershaus.

Mi pregunta ante estas propuestas es siempre la misma: qué pinta Mahler en todo esto. El espanto de la guerra, la infinita crueldad humana, la inagotable imaginación que derrochamos en hacernos daño, en buscar un horror aún más profundo, todo eso está ahí. Pero que el director decida que quiere mostrarlo con música de Mahler, o de Mozart, o de C. Tangana es, en el fondo, arbitrario. No creo que lo que vi ayer en el Stadium de Vitrolles, del que ahora hablaré, fuera una versión escénica de la Segunda Sinfonía de Mahler. Creo que era una obra de Romeo Castellucci a la que el autor decidió poner como fondo la Segunda Sinfonía de Mahler. Y en mi balanza artística, que, por supuesto es arbitraria, el plato de Mahler arrastra al de Castellucci como si estuviera vacío. Desequilibrio absoluto entre una de las músicas más bellas que conozco y una propuesta escénica simplemente interesante. En fin, como siempre, que el espectador decida. 

La representación tenía lugar en el Stadium de Vitrolles, un mamotreto de cemento construido en mitad de la nada entre Aix-en-Provence y Marsella. Santa Wikipedia explica que fue un proyecto faraónico inaugurado en 1994 como estadio para el club de balonmano local. Un par de años más tarde el club desapareció y el Stadium quedó en desuso. Pierre Audi, el director del Festival, ha decidido recuperarlo este año (esperemos que por única vez) para el espectáculo de Castellucci. Está claro que el italiano ha podido hacer en él cosas que serían impensables en un escenario tradicional: como ya he contado, el suelo es un gran barrizal en el que se encuentran los cadáveres, hay camionetas que entran, una pequeña excavadora… Todo al servicio de la propuesta escénica. 

Pero ¿qué ocurre con la propuesta musical? Pues ocurre, fundamentalmente, que la orquesta toca en un espacio gigantesco, que de hecho está ligeramente amplificada, que la reverberación es brutal, y que el sonido resulta un tanto extraño. La que presencié fue la tercera representación, y Salonen tuvo a coro y orquesta ensayando hasta casi el momento de abrir las puertas al público, señal de que no debía tener las cosas demasiado claras.

No es que sonara mal, la Orquesta de París es mucha orquesta, y Esa-Pekka Salonen es mucho director, pero ese exceso de reverberación les jugaba a veces malas pasadas en pequeñas imprecisiones rítmicas, leves descompensaciones. Detalles, claro está, pero cuando se está ante un instrumento de tal calidad se echa de menos la cuasi perfección, y anoche no la llegó a haber. La amplificación hacía, además, que los fortissimi (y Mahler escribe unos cuantos en la sinfonía) fueran completamente atronadores. 

Mahler. Sinfonía nº 2 “Resurrección”. Esa-Pekka Salonen, dirección musical. Romeo Castellucci, puesta en escena. Festival d’Aix-en-Provence 2022. © 2022 by Monika Rittershaus.Mahler. Sinfonía nº 2 “Resurrección”. Esa-Pekka Salonen, dirección musical. Romeo Castellucci, puesta en escena. Festival d’Aix-en-Provence 2022. © 2022 by Monika Rittershaus.

Las voces masculinas y femeninas del coro estaban separadas de todo el resto de la orquesta, y como dato curioso, aunque en realidad compartían el espacio con Esa-Pekka Salonen, tenían un monitor para seguir sus indicaciones. Pese a todo, sonaron magníficos, al igual que Golda Schultz y Marianne Crebassa, soprano y contralto solistas. Dos hermosas voces, también ligeramente amplificadas, pero ambas con el timbre perfecto para esta música.

Y por concluir con el espacio, el Stadium de Vitrolles está abandonado desde hace casi veinte años. No es sorprendente, la verdad. Es un espacio frío de cemento en mitad de la nada. Pero además, las gradas con las que cuenta, y en las que estábamos sentados los espectadores, son un verdadero ejercicio físico para personas mayores o con alguna discapacidad. Vi a varios espectadores llegar a duras penas a sus asientos ayudados por el personal del festival, pero a la salida, con la aglomeración de gente, varias personas se vieron obligadas a bajar sentadas, escalón a escalón, desde las alturas del monstruo de cemento. En caso de evacuación dudo que nadie hubiera conseguido salir, pues las gradas no contaban con ninguna barrera o barandilla. 

Supongo que la dirección del festival consideró que el sufrimiento de llegar hasta el remoto estadio, la penosa ascensión a las localidades y la posibilidad de avalancha humana le añadían dramatismo a la sofisticada propuesta escénica. Démosles las gracias humildemente por tanta enseñanza. 

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