Discos
Una versión de la música actual
Maruxa Baliñas

Ante la escucha de obras como estas, la primera pregunta que surge es ¿qué valores debe tener una música actual? Y la respuesta es sumamente confusa, sobre todo porque implica una definición muy directa del oyente. Durante décadas, en los años de la posguerra de la II Guerra Mundial, el asunto estaba muy claro. Al público no le gustaba esa música y en mucho casos la rechazaba, pero eso no era un problema para los fervientes seguidores de Adorno, bastantes de los cuales aún siguen en activo, ahora convertidos en agresivos partisanos militantes dispuestos a dinamitar cualquier puente destinado a reconciliar público e intépretes con la creación musical de nuestros días. Los 'adornianos' siguen manteniendo que el público ha de adaptarse a las vanguardias, y que el avance y la originalidad son los valores supremos de la música, junto a esa imposible valoración de la objetividad que implica la constante referencia a modelos matemáticos o físicos en la música. ¡Tantos aspirantes a compositor renunciaron ante su incapacidad para entender las fractales y aplicarlas a la música!
Pero escuchando estas obras de Albert Guinovart la sensación es casi la opuesta. Aquí no hay dificultades, por lo menos desde el punto de vista del oyente. La música se escucha con facilidad, las referencias a la tradición, lo que se llama 'el museo de la historia de la música', es constante. Las referencias cinematográficas son potentes, especialmente en El lament de la terra, la obra que da título al disco, tanto que por momentos parece una banda sonora sin imágenes. No hay escasez de melodías, los recursos aparentemente no sobrepasan ese lenguaje común de la música de hace cien años, ese neoclasicismo que condensó lo mejor del pasado y abrió vías de futuro (incluyendo atonalidad y dodecafonismo).
¿Son entonces obras 'viejas' las que presenta Guinovart en este disco? En absoluto. Tras esa aparente facilidad hay un compositor muy consciente de todo lo que implica componer música hoy, vanguardias incluidas. Pero seleccionando aquello que le interesa y encaja con su estilo propio. Un estilo que puede ser discutible, quizá demasiado fácil y 'complaciente' con el público, lo que no es en realidad un valor negativo. ¿Cuándo pasó a considerarse el desagrado de sus destinatarios un valor positivo para una obra de arte? Y este problema es especialmente grave en el caso de la música. Porque las artes plásticas siempre han mantenido un contacto con su público -y sobre todo sus compradores- envidiable en comparación con lo que ocurre en la música, especialmente en aquellos países como España donde la creación musical se convirtió en un 'asunto de estado', que se mantuvo y mantiene por las subvenciones públicas, concedidas mayoritariamente a una música muy minoritaria.
Dos de las tres obras presentadas en este disco, El lament de la terra (2008) y El somni de Gaudí (2014) son encargos de dos orquestas, la Orquestra Sinfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya en el caso de la primera, y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León la segunda de ellas [por cierto, menos mal que ambas son conocidas por sus siglas, OBC y OSCyL, porque los nombrecitos son bien largos ...]
Mientras el Concierto para piano y orquesta nº 3 'Les mans del vent' (2010, revisión 2018) parece ser una obra 'propia', compuesta en 2010, publicada en 2012 por Unión Musical Ediciones -aunque con un aviso de que no es una partitura definitiva- y estrenada por el propio Guinovart en 2018 para este disco. La versión original de la partitura indica que es para banda sinfónica, o sea, banda de música con contrabajos, pero en esta grabación aparecen cuerdas, si bien siguen siendo los vientos, sobre todo las maderas, las más destacadas, lo cual contribuye al aire raveliano que asoma a menudo en este Concierto. Hay más referencias en este Concierto, como las de la música cinematográfica 'clásica' y sobre todo Rachmaninov. Y elegir como modelos para su Concierto a Ravel y a Rachmaninov no es mala idea en absoluto, ambos son dos de los pianistas más interesantes del siglo XX, y desde nuestra perspectiva actual no tan distintos entre sí como fueron vistos en su momento.
Según indica la página web de Guinovart, El Lament de la terra fue:
"Encargada por la OBC (Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya) en 2008, la obra también está dedicada a esta prestigiosa orquesta. Estrenada el 9 de enero de 2009 por la OBC dirigida por Roberto Minczuk en el Auditori de Barcelona". Duración: 19 min. Orquestación: 2+pic.2+ca.2+bcl.2+cbn/ 432+btbn.1/ timp.3perc/hp.pf(cel)/ str. Editorial: Unión Musical Ediciones"
Por su parte respecto a El somni de Gaudí la información oficial dice:
"Estrenada el 24 de abril de 2014 por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, dirigida por Vasily Petrenko, en el Auditorio Miguel Delibes de Valladolid, España". Duración: 20 min. Orquestación: 2+pic.2+ca.2.2+cbn/ 4321/ timp.3perc/ hp.pf/ str. Editorial: Unión Musical Ediciones"
No conocía ninguna de las obras hasta escucharlas en este disco, lo que hace muy arriesgado valorar la labor de Diego Martin-Etxebarría en la dirección, de Guinovart y de la propia orquesta. En El Lament de la terra la grabación de Martin-Etxebarría es un poco más breve de lo indicado en la página web, lo cual coincide con la sensación de animación de esta pieza, muy cinematográfica y muy amena; mientras en El somni de Gaudí Martin-Etxebarría es un poco más lento de lo indicado, y añade casi un minuto a la pieza. Guinovart escribe para sí mismo como pianista, por lo que el Concierto para piano nº 3 parece recoger sus propios intereses musicales como compositor y como intérprete. La grabación además está muy bien hecha, la OBC responde estupendamente y Diego Martin-Etxebarría se muestra como un director competente que parece conocer bien las obras que dirige y atreverse a dar una visión personal de ellas, lo cual no debe ser tan sencillo teniendo al propio compositor al piano. Aunque es difícil valorar qué es atribuíble a Guinovart y a Martin-Etxebarría en el planteamiento del disco, el caso es que -por lo menos en el Concierto- la OBC parece una orquesta superior a lo que le he escuchado en otras ocasiones y Guinovart suena como un pianista de primera categoría y cuando unos intérpretes suenan por encima de su nivel suele ser atribuible al director de orquesta.
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